Antes de su inesperado y triste fallecimiento era rara la mañana que no
encendía el ordenador con la música de Paco de Lucía. Ahora ya, junto a la
ducha, el afeitado y el primer café mañanero, escuchar al genio de Algeciras es
algo que forma parte de mi cotidianidad mañanera. Dispongo de toda su
discografía y cada amanecer lleno mi vida con los inigualables sonidos
flamencos de Paco. Decía Félix Grande
que no era capaz de concebir su vida sin la existencia de Paco de Lucía. Esto
es algo que suscribo plenamente y, en mi caso, añadiría la figura de Elvis
Presley. Cuando fallecieron estos dos
grandes iconos de mi vida sentimental-cultural sufrí sus perdidas como si se
trataran de miembros de mi familia. Escuchar a Paco cada mañana es para mí un
chute de optimismo que me sirve de antídoto ante la barbarie, la sinrazón y la
corrupción que nos rodea. Debo reconocer
que cada día que pasa suena mejor y su obra póstuma “Canción Andaluza” es el
colofón perfecto a su extraordinaria carrera de músico universal. Paco, como una especie de Cid Campeador del
Arte Jondo, sigue cosechando triunfos y premios aunque físicamente ya no esté
entre nosotros. El ser humano a lo largo de su existencia nota en su piel y,
sobre todo, en su alma los arañazos de la soledad y el desconsuelo. Tener a
mano mecanismos sentimentales-culturales se me antoja como algo absolutamente
imprescindible. Nos refugiamos en la familia, los amores, los amigos o la fe
para paliar los efectos de la soledad. Abrazamos la Cultura en cualquiera de
sus variantes para que nuestra vida alcance su verdadera dimensión. Estoy
plenamente convencido de que Paco de Lucía me acompañará con su guitarra hasta
que el “Listero Mayor” ponga en mi vida el inevitable “The End”. Él, junto con Elvis, siempre será uno de los
mayores referentes sentimentales-culturales de mi existencia. Entre dos aguas,
la banda sonora de Paco, separando drásticamente lo superficial de lo
verdaderamente autentico. Mientras tanto
seguiré desayunando con el Genio de Algeciras.
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