viernes, 13 de noviembre de 2015

Bares y tabernas





“Cuando voy por las tabernas
lo primero que pregunto
si la tabernera es guapa
y el vino tiene buen gusto”

Hace ya algunas fechas leía un excelente artículo de León Lasa (por cierto, ¡que bien jugaba al fútbol su recordado padre!) dedicado a los bares y a sus gozos colaterales: las bebidas y el tapeo. Daba un dato de Andalucía verdaderamente curioso. En nuestra tierra existen más bares y tabernas que la resultante de la suma de países como Irlanda, Dinamarca, Finlandia y Noruega. Evidentemente nos referimos a países donde entre el frío y un carácter participativo la gente (fundamentalmente los hombres) no tiene mucho interés en formar parte del grupo de los abstemios. ¿Tiene por tanto Andalucía en general y Sevilla en particular un número excesivo de bares? Sinceramente creo que tiene los que tiene que tener y demanda el personal.  Que duda cabe que con el paso de los años la configuración de los bares ha cambiado considerablemente.  Antes, la diferencia fundamental entre tabernas y bares era que en las primeras nunca entraban las mujeres y no había tapas para acompañar el vino o la cerveza (tan solo altramuces y avellanas). Cuando una mujer tenía necesidad de darle un recado de cierta urgencia a su marido y sabía su paradero “mollatoso” mandaba a algunos de sus niños.  Opá que dice omaíta que……” Entonces podían pasar dos cosas: que tu padre tuviera un solo tinto en el cuerpo y te despachara con un “Vale dile que ahora voy” o que tuviera tres o cuatro y te daba unos cuantos besos roneando ante los contertulios de lo guapo y listo que era su niño. “Olé mi niño de mi arma  y además….es bético de los buenos como su padre”.  Hoy los templos del “mollate” ya son otra cosa. Ha variado de forma considerable la forma de vida de las personas y, fundamentalmente, con la desaparición de los Corrales de vecinos las tabernas de hoy son bares con muchos años a las espaldas (de la barra) y muebles de maderas artesanales (afortunadamente con mujeres y tapas).  Ni todo lo antiguo era bueno por viejo ni todo lo moderno es malo por novedoso. He conocido tabernas inmundas donde incluso había recipientes metálicos para que escupiera la gente e impolutas “poleosas” Capillas Sixtinas donde se practicaba el arte de beber y vivir a través de la “conbebencia”. Conozco hoy varios sitios, modernos y antiguos, donde poder tomarse un buen copazo en paz y armonía.  Saber elegirlos forma parte del entramado de costumbres de cada uno.  Nadie crea que es casualidad que la sangre del Redentor tome cuerpo y forma a través del vino. Bares y tabernas sevillanas como sensatos ejemplos de convivencia.  Eso si, sin pasarse.


Juan Luis Franco – Viernes Día 13 de Noviembre del 2015

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