Reconozco que en la prensa digital más que las noticias –las cuales ya
conozco a través de la radio- me interesa leer a los distintos articulistas de
cada medio. Algunos, para que negarlo,
hace ya bastante tiempos que dejaron de interesarme por obsoletos, rencorosos e
interesados. Como diría Machado…”mala gente que camina y va apestando la tierra”.
Como lógica de manual con algunos de los
que leo a diario no coincido (pero los respeto) y con otros suelo estar
bastante de acuerdo. Los tres elementos
que dicen suelen ser el armazón de un buen periodista (objetividad, rigor e
imparcialidad) quedan tamizados en no pocas ocasiones por el medio donde
escriben y/o las circunstancias del momento.
Siempre he tenido y tengo a Iñaki
Gabilondo como mi periodista de cabecera.
Esto no es óbice para, en puntuales ocasiones, estar en desacuerdo con
algunos de sus comentarios. Pero seamos realistas, toda persona con un cierto
nivel intelectual (los periodistas entre ellos) están sujetos a un mundo
interior donde duermen placidamente la ideología, los sentimientos y, para que
engañarnos, también los intereses personales de cada uno. Nadie va a morder la
mano que le da de comer y en nuestra capacidad de discernir siempre estará el
verdadero equilibrio de cuanto leemos, vemos o escuchamos. La objetividad tiene
un prologo imprescindible que se llama capacidad de analizar en libertad. Buscamos
al leer “nuestro periódico” un
sentimiento corporativo más que un ejercicio de rigurosa información. Ellos y
nosotros; nosotros y ellos en una España amoral, cobarde y enferma de
periferias antiespañolas. Se lo dijo Lenin
a don Fernando de los Ríos en su
visita a la URSS ….¿Libertad
para qué? Ser libres tiene un precio
que pocos están dispuestos a pagar.
Objetividad: divino y perdido tesoro.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 12 de Octubre del 2016
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