De vez en cuando suelo coincidir con algunos viejos amigos con los que mantengo intacta y acrecentada una gran afición cinéfila y que tuvo su origen intelectual y emocional en el recordado Cine Club Vida. Tardes dominicales juveniles en la calle Trajano donde el Cine se nos ofrecía libre de ataduras y abierto a ilusionantes horizontes de libertad. Siempre que nos vemos tenemos como tema principal el Cine y obviamos manipuladas cuestiones mundanas que solo tienen como objetivo hacernos perder el tiempo. No es casualidad que no pocos dirigentes políticos tengan siempre orillados al Arte y la Cultura. Ellos tienen como principal finalidad pensar y actuar por ellos y, lo más preocupante, hacerlo por todos nosotros. Hace unos días coincidí con un par de amigos de los que conocen y aman el Cine como pocos en Sevilla. Salió en la conversación el por donde irían nuestras predilecciones en el campo de los actores. Obviamos a los actores contemporáneos para centrarnos en aquellos que ya están situados en el Olimpo de los Dioses de la interpretación. La verdad es que la cosa no resultaba fácil pues nos salían una docena larga de actores norteamericanos; otro tanto de actores sudamericanos y un número no menor de actores europeos. Rizando el rizo intentamos estrechar el círculo y contextualizar lo que considerábamos nuestro personal número uno. Tarea tan difícil como compleja. Después de exponer variados argumentos llegamos a la conclusión de por donde iban nuestras preferencias. Mi amigo Manolo se inclinó con total apasionamiento por Marlon Brando. Rubén, no sin ciertas dudas, nos dijo que era Laurence Olivier quién cubría todas sus expectativas actorales. En mi caso sin ningún género de duda opté por Paul Newman. No sé si es el mejor pero a mí me atrapó cuando navegaba entre la niñez y la adolescencia con películas tan extraordinarias como “El zurdo”(1958), “Marcado por el odio”(1956), “La Ciudad frente a mí”(1959), “Dulce pájaro de juventud” (1962), “La gata sobre el tejado de zinc “(1958) o “Dos hombres y un destino”(1969). Tengo en mi archivo la totalidad de sus películas y las suelo visionar con bastante frecuencia. El paso el tiempo no ha hecho más que acrecentar mi gran admiración por “el actor de los ojos azules “. Ahora la plataforma HBO emite una serie de 6 capítulos (“Las últimas estrellas”) donde de manera pormenorizada se nos muestra la vida de este inmenso actor y la de su inseparable compañera la gran actriz Joanne Woodward. Son de esos actores que desde que siendo niño los descubres ya sabes que te van a acompañar el resto de tu vida. Paul Newman fue el deseo prohibido de millones de mujeres y el faro que iluminaba la ilusionante vida de cinéfilos y cinéfilas. Sus últimos años en lo artístico y personal fueron un hermoso epílogo a una de las carreras más brillantes de la Historia del Séptimo Arte. Paul Newman eterno e inmortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario