domingo, 27 de octubre de 2013

No te arrime a los zarzales




No te arrime a los zarzales; los zarzales tienen púas que rompen los delantales”. Lo canta Jeromo Segura (ganador del “Festival del Cante de las Minas” (2013) en Mineras, Cartageneras y Soleá) por Tangos y la tarde de Octubre se llena del mejor ritmo flamenco.  El Flamenco es un fiel reflejo de la vida de los andaluces y la misma esta preñada de penas y alegrías. Los campos y los mares se nutren de la luz de los amaneceres y se mueren en lentos atardeceres donde Dios echa el resto de colores en su divina paleta. Tierra de poetas, músicos y pintores con la genialidad implantada en sus genes. Bocas al aire: unas veces de rabia y otras de hambre. Bien cierto es que el Flamenco en su extensión es universal pero no lo es menos que en su origen, configuración y desarrollo es netamente andaluz. Música del alma para las almas sensibles del mundo. Es Patrimonio de la Humanidad no por así dictaminarlo un decreto, sino por ser parte inseparable de los sentimientos más profundos de un buen número de habitantes terráqueos. De Tokio a  Lebrija; de Nueva York a Triana; de Burdeos a Mairena  y de Sidney a Granada todos quedan –quedamos- unidos por la magia del Arte Jondo. Canta Jeromo Segura por Tangos aquello de: “No te metas con la Adela; la Adela tiene un cuchillo pa el que se meta con ella” y se engalana la tarde de la flamencura más radiante. El Flamenco como mejor se explica y se comprende es saboreándolo. Refleja siempre la época que le ha tocado vivir y deja testimonio sonoro de la misma. Sufrió junto a la Madre Andalucía con el escarnio sufrido por los andaluces a lo largo de la Historia y hoy ¡por fin! ya es Cultura con mayúscula. Tierra de caciques inmisericordes a caballo y jornaleros de cantaros de agua fresca donde los poetas y los músicos se nutrieron para desarrollar su Arte. El Flamenco es el resultado de la suma equilibrada de las penas y alegrías de los hijos de Andalucía. Entre el amargo zumo del limón de Federico, el noble sabor de la solera jerezana y las dulces naranjas de los Alcores se quedó un día el Flamenco para siempre. Canta Jeromo Segura y toca darle parada y fonda al  buen Cante: “Trianilla, Trianilla, yo pasé por Trianilla, las dos daban en Triana… las dos daban en Sevilla”.

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