Se nos termina el mes de Enero y nos deja claro un mensaje de que ya
casi nada es lo que un día fue. Ni las Fiestas Navideñas; ni los Reyes Magos
(los otros tampoco); ni las Rebajas y, lo más preocupante, tampoco nosotros.
Pasó el Quinario del “Gran Poder de Sevilla” y la Novena del “Señor de Pasión”
como fieles testimonios de que la
Ciudad se resiste a desprenderse de sus más nobles y genuinas
tradiciones. Hemos celebrado unas festividades cada año más vacías de contenido,
donde impera el paganismo más insustancial y un baldío intento comercial para
que volvamos a consumir como antaño. Las calles lucieron una prolífica iluminación
navideña tendente a que la gente salga de las casas y disfruten de las calles
del Centro de la Ciudad. Los
Belenes (mejor llamarlos “Nacimientos” como en nuestra infancia) fueron
numerosos y no pocos excelentemente montados. Lo importante era que los sevillanos/as
salieran de sus casas y se animasen a comprar algo más que el año pasado. De eso
se trata fundamentalmente: vender, comprar y consumir. Pero la realidad es la
que manda en nuestras maltrechas vidas y haciendas. El Paro que no cesa de
azotarnos ha llevado el desosiego a numerosas familias sevillanas. Son grandes
las necesidades primarias que muchos sevillanos/as no pueden cubrir para ellos
y, lo más preocupante, para sus hijos. Estos días pasados hemos visto una gran
afluencia de viandantes sin que las bolsas vayan unidas a sus manos. ¿Qué hemos
hecho mal los sevillanos para que socialmente seamos tan duramente castigados?
¿Quién o quienes nos han robado el futuro de nuestros hijos y nietos? ¿Quiénes se han enriquecido hurtándole a mucha gente el pan nuestro de cada día? Se marcha Enero y nos deja con una razonable
preocupación para los meses venideros. No es una teoría razonada del
catastrofismo lo que procede en estos duros momentos. Tampoco pecar de ingenuos
y creer en las promesas y los “cantos de sirenas” de los políticos. Todos
conocemos en la cercanía casos sangrantes de personas que lo están pasando
francamente mal. Existen jóvenes
explotados laboralmente que se ven obligados a trabajar por salarios de
miseria. Mientras, los Sindicatos mantienen una clara claudicación ante los
derechos laborales y sociales adquiridos (andan enredados en otros menesteres
menos nobles). Padres de familias que
ven pasar los días sin que vuelva a pitar la olla-express. Gente joven con una excelente formación que
toman el camino que un día tomaron sus padres y abuelos: la Emigración. Algunos días, con este
desolador panorama, es difícil no sacar el pesimismo a pasear. Son esos momentos donde me gustaría coger a mi
tortuga, comprarme un perro y portando mis libros y enseres personales
marcharme a vivir al campo. Bajar un día a la semana a ver a mis nietos, mis
amigos y al Gran Poder, La
Candelaria y Pasión. Colgar aquí un cartel que dijese
“Cerrado por hartazgo” y poner tierra de por medio ante tanto mangante impune como
anda suelto. No lo haré pues nunca he
sido de los que abandonan el barco. Termina
Enero sus reglamentarios treinta y un días y nos deja expectantes ante los
tiempos que se nos avecinan. Si algo
definió siempre a esta querida y maltratada Ciudad es que todo, absolutamente
todo, es manifiestamente empeorable.
viernes, 31 de enero de 2014
jueves, 30 de enero de 2014
Félix Grande
“Para envejecer juntos nos
cogemos las manos,
yo miro tu sonrisa, tú miras mi tristeza;
irán saliendo arrugas en mi alma
y tu cabeza
y canas sobre nuestros espíritus
humanos”
- Félix Grande -
Hace tan solo unas horas nos enteramos con pesar del fallecimiento de
Fernando Ortiz, poeta sevillano imprescindible para entender la poesía
contemporánea andaluza y española. Hoy nos desayunamos con el fallecimiento de
Félix Grande. Tenía 76 años de edad y
aún conocedores de su enfermedad nos ha cogido su muerte por sorpresa. Este
inmortal Poeta de Mérida era grande entre los grandes de la poesía española de
los últimos años. Poeta entre poetas repartió su vida entre sus dos grandes
pasiones: la Poesía
y el mágico mundo del Flamenco. Admirador incondicional de Paco de Lucía del
que llegó a decir algo que uno no tiene reparos en suscribir íntegramente: “No
imagino un mundo donde no estuviera Paco de Lucía”. Ha muerto como vivió: sin hacer más ruido que
el que produce el rumor de las olas del mar, el viento silbando entre los
olivos, el roce de una mano enamorada o el rasgueo de una buena guitarra
flamenca. Su poesía es copiosa e
imperecedera y sus aportaciones al Flamenco claramente fundamentales. Félix
Grande era narrador, poeta, ensayista y flamencólogo y además tocaba la
guitarra flamenca. La apasionante biografía de este nieto de cabrero e hijo de
padres republicanos se me antoja imprescindible para entender la grandeza del
ser humano ante la adversidad. Antídoto
liberador de la Cultura
donde la vida o se vive con las manos extendidas o no merece la pena
vivirla. Duele ya habitar de manera
permanente en este obituario en que se
ha convertido nuestra vida. Cada día se van sumando personas a tu cofre de
orfandad sentimental-afectiva-cultural.
Descanse en paz uno de los grandes de la Poesía española y de este
dulce veneno al que llamamos Flamenco. Ahora, en tu honor y mi pena, está
sonando Paco de Lucía entre los vericuetos de mi ordenador. ¡Hasta siempre
Maestro!
miércoles, 29 de enero de 2014
El Soplo Divino
Intentar comprender la magna obra de Mozart, Beethoven, Velázquez, Leonardo
da Vinci, Cervantes o Shakespeare sin la intervención divina se me antoja una
tarea hartamente difícil. Por tenerlo
más cercano, es complicado plantearse que la gubia de Juan de Mesa o Martínez
Montañés no estuviera manejada de manera complementaria por Dios y el Hombre. Los
racionalistas argumentan que los creyentes solo vemos la obra de Dios en la
perfección humana y nunca en las muchas imperfecciones que el día a día nos
ofrece. Puede que sus argumentos no estén exentos de razón (por algo se les
encuadra dentro del Racionalismo). La Filosofía –hoy tan denostada y olvidada- nos
plantea –y despeja- con rigor todos los laberintos que llevan al ser humano a
la verdadera –o falsa- razón de su existencia. Es a través de la Naturaleza cuando Dios
manifiesta su bondad y su furia. Una hermosa puesta de sol te reconcilia con lo
divino; un tifón que causa miles de victimas inocentes te hace dudar de todo.
Pero, insisto, escuchando la música de Mozart o Beethoven o contemplando “Las
Meninas” o “La Mona Lisa”
es difícil no percibir de manera latente el “Soplo Divino”. Leer “El Quijote” o cualquier obra de
Shakespeare sin percibir un cierto halo de divinidad es tarea tan pueril como
estéril. En el comportamiento humano la Historia nos da ejemplos
de seres tremendamente perversos y otros que representan la bondad y la
solidaridad en su máxima expresión. Una madre tuvo en su vientre a Adolf Hitler
y otra tuvo en el suyo a la Madre Teresa
de Calcuta. Luego decir que todos los seres vivos son hijos de Dios es hacerle
un flaco favor al Sumo Hacedor. Vivir es dudar y creer al mismo tiempo. La Fe no es una Póliza de Seguro
que te garantiza inmunidad para ti y los tuyos. Tampoco un pasaporte para
conseguir la Eternidad.
Es algo más complejo y
sujeta a la capacidad de sentir y pensar de los seres humanos. La Obra de Dios es
contradictoria pues así lo determina la condición humana. Quienes creemos nos
agarramos al mástil de la
Esperanza para que, al final, todo tenga sentido. El Soplo
Divino está latente en la obra de unos pocos seres humanos. Son los escogidos
por la Historia
para ser eternos. Ya escribió Voltaire
en el siglo XVII: “Si Dios no existiera habría que inventarlo”. Toda proyección
humana, independiente de credos e ideologías, deriva en una dimensión
espiritual. Dicho y escrito en clave
machadiana…”Quien habla solo espera hablar a Dios un día”.
martes, 28 de enero de 2014
La debacle verdiblanca
El Betis -que ya ha sobrepasado el siglo de existencia- de cuando en
cuando parece que va a hundirse para siempre. Tranquilo que esto nunca puede
ocurrir. Afortunadamente sus incansables remeros (la Afición) nunca dejan de
remar y así es imposible que se hunda (o la hundan) la nave verdiblanca. Cuando
tan solo contaba con ocho años de edad mi tío Antonio me hizo socio del Betis.
Entonces daban una especie de cartulina mensual y en cada partido que
asistíamos nos cortaban el pico de una esquina. Cada mes tenía un color
diferente para evitar la sempiterna picaresca sevillana. ¡Cuantas tardes de
sufrimiento y gloria pasadas en ese Gol Norte rodeado de béticos de corazón! En
estos últimos años disfrutamos y padecimos el “Loperismo”. Los mismos que
eufóricos le gritaban en el campo ¡Hola Donmanué! después, cuando las vacas
flacas, le coreaban el ¡Lopera vete ya! Nunca
llegaremos a entender que, en cualquier orden de la vida, los “salva patrias”
solo buscan a la postre su propia salvación (a costa de nuestra perdición). Ahora, la verdad sea dicha, estamos pasando
una “crujía” de las gorda que lamentablemente nos llevará a la “Liga Adelante”.
Se han hecho las cosas rematadamente mal y doctores tiene la Iglesia verdiblanca para
analizarlas. Las “acciones de Lopera”
fueron incautadas por doña Mercedes Alaya y, después de casi cinco años,
estamos a la espera de una “pronta” resolución judicial (con el trabajo que le
están dando algunos “izquierdistas” usurpadores de lo ajeno no es de extrañar
que no disponga de mucho tiempo libre para la causa bética). Para administrar
las acciones nos llegó, como llovido del cielo, un abogado madrileño. Hombre
culto y de hábil oratoria y, según propia confesión, sin puñetera idea de
fútbol. Eso no fue óbice para que personalmente nos trajera de Valencia, para
sustituir a don José Mel Pérez, un entrenador (Juan Carlos Garrido) que después
de un mes largo por tierras sevillanas se ha ido por donde había venido (eso
si, dejando al Betis en una situación más calamitosa todavía). Ahora, para
dirigir al Equipo (por llamarlo de alguna forma), ha llegado un bético de pro y
de grata memoria para los aficionados llamado Gabriel Humberto (Gabi)
Calderón. Tiene esto poquísimo margen de
mejora y posiblemente haya sido Antonio Amaya quien, en un ejercicio de
sinceridad, haya puesto las cosas en su sitio: “Puede que el problema radique
en que a la gran mayoría de la plantilla el Betis le venga grande”. ¡Bingo!
Como entiendo que a don Miguel Guillén, persona sensata, inteligente y
bética donde las haya, le han obligado a “comerse el marrón” omito sus
“funciones” y deméritos (tiene narices que el mismo año que salió de Rey Mago
el Betis baje a Segunda). Ahora de prisa y corriendo se prestan a traer cuatro
o cinco jugadores de calidad contrastada (lo mismo que tenían que haber hecho
en el verano y no traer jugadores malísimos comprados al peso) que nos dejarán
en Segunda y se llevarán los beneficios de la UEFA.
Bajaremos, subiremos y hasta es posible que volvamos a
bajar y subir. Es el Betis y con eso está todo dicho. Es nuestro sino y luchar
contra él siempre significó una noble y hermosa utopía. En ello estamos,
estuvimos y estaremos. La Historia nunca nombra a
los cobardes (y tampoco a los mediocres).
lunes, 27 de enero de 2014
El silencio interrumpido
Decía Miguel Ángel Yáñez Polo refiriéndose al silencio -los silencios
sevillanos- lo siguiente: “Es como una
clave musical donde se te abren los sensorios y puedes hacer una especie
de examen de conciencia de lo que ha
sido la Historia
de la Ciudad”.
Sevilla está hecha para gozarla desde el silencio y para vivirla
profundamente con los silencios. Para visitar el Alcázar; la Catedral; el Salvador; el
Museo de Bellas Artes o las Basílicas del Gran Poder y la Macarena es
imprescindible vestirse del ropaje del silencio más profundo. Muchas veces, quien calla más que otorgar
reflexiona. Puedes procesionar con tu Hermandad la tarde-noche de un Jueves
Santo y compaginar tu profundo silencio con el bullicio callejero. Son elementos
perfectamente complementarios. Cruzar una atestada calle Tetuán un día navideño
y sentir la percepción de que el silencio también está presente. En una
amigable charla de taberna las pequeñas pausas en la conversación son las más
interesantes: posiblemente estemos reflexionando sobre cuanto hemos escuchado. En
Sevilla existe una mezcla de difícil equilibrio entre lo romano y lo árabe.
“Procesionamos” muchas veces sin ton ni son de un sitio para otro y también
somos capaces de medir los compases del tiempo con la vara del temple. Culos de malos asientos y asientos
desvencijados por las sentadas eternas. En Sevilla hace tiempo que se han
terminado por confundir casi todos los conceptos que le dieron forma a su
idiosincrasia. Hablamos cuando debíamos
callar y callamos cuando tendríamos que hablar. De manera programada han
conseguido de nosotros que seamos papanatas repetitivos que siempre nos
expresamos por boca ajena. La globalización ha terminado por conseguir que
termine reinando la banalización. Curro se llevo con él los profundos silencios
de la Maestranza
y tan solo Morante puede conseguir que vuelvan.
Nos quedan pequeños reductos por defender antes de que el silencio -los
silencios sevillanos- sean ya cosa del
pasado. Cuando alguien -o algo- interrumpe el silencio que nace de la
contemplación y/o la meditación está secuestrando el alma de la Ciudad. El
silencio, los sonidos del silencio sevillano.