Miro de soslayo por entre los visillos de la terraza de mi salón y veo
una calle desierta y en completo silencio. No hay ruido de recogidas de basura
ni ruidosos motores que enturbien la paz de la madrugada. A lo lejos ofrece sus
destellos luminosos la cruz verde de una farmacia que guarda en su interior
medicamentos para sanar cuerpos y almas. Lo que la generación de mis abuelos
conocía como “una botica”. La gente
duerme y sueña con un mundo mejor mientras sus problemas quedan aparcados encima
de las mesitas de noche. En mi ordenador suena “Doblan campanas” una Rondeña de
Paco de Lucía y parece que es de esos días en que Dios está de nuestra parte.
Toque de guitarra majestuoso para esos mágicos momentos donde el alma se serena.
Paco, siempre Paco de Lucía en el epicentro de mis sentimientos flamencos. Marzo
ya ha cumplimentado su primera mitad. Se
presta, firmemente decidido, a mostrarnos la cara amable de su segundo ciclo.
Los días avanzan y culminará mi cima de felicidad sevillana cuando, vestido de ruán, mi sandalia derecha pise un año más la rampa
del Salvador y, el Martes Santo, la vea a Ella pasar por la Alfalfa. Pero queda todavía mucho por
hacer y mucho por soñar y vivir. Ya es raro el día que no te llegan malas noticias
de gente que representaron mucho para ti en lo sentimental o en lo
cultural. Dicen: ¿te acuerdas de
fulanito?; yo si me acuerdo pero y él
¿está ya en condiciones de acordarse de nadie? En la batalla de la vida cada día se van
produciendo más bajas y te vas sintiendo con una mayor carga de orfandad sobre
tus espaldas. Pero esta madrugada de Marzo
quiero y necesito sentirme vivo. Observo que las ramas de los árboles cercanos
mantienen una quietud de honda primavera. La luna solo me ofrece su mitad más
moruna para que no se me olvide donde estoy y de donde vengo. Sigue tocando
Paco y, sin saber el motivo, se me viene a la memoria su fan número uno
fallecido no hace mucho: Félix Grande. Andalucía siempre se manifestó en clave de
campana y de guitarra flamenca. Lo que viene a ser lo mismo: soniquetes del
alma. Las campanas suenan a gloria llamando a misa de doce y también a pena
amarga de duelos compartidos. Andalucía siempre ha sido un alba luminosa llena
de promesas incumplidas y de sueños por realizarse. Tocan las campanas en el
campanario de nuestros sentimientos para, con su tañido, hacernos ver –oír- que
siempre nos quedará un margen para la Esperanza.
Las campanas del alba sonando por los pueblos de Andalucía. Verde que te quiero verde.
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