España, con la
Transición, decidió vertebrarse políticamente a través de las
autonomías. Creo que entonces era lo más acertado. Se trataba, nos decían, de
descentralizar el Estado y que cada Región (había tres a las que ya según la Constitución se les
llamaba “Nacionalidades históricas”. ¿Ahora nos quejamos de que catalanes y
vascos pidan su Independencia del Estado español?) se desarrollara acorde con
sus posibilidades económicas y sus necesidades sociales. Cada Comunidad generó
un sinfín de cargos políticos y una legión de asesores de todo tipo. Empezó a
funcionar la duplicidad de funciones: unas cuestiones eran responsabilidad del
Estado, otras de la
Comunidad Autonómica y otras de los Ayuntamientos. Un lío
para que el ciudadano se mareara llamando de puerta en puerta. Se generó un
autentico mastodonte burocrático que crecía y crecía (y sobre todo gastaba) de
manera alarmante. Gastaban y gastaban sin pensar que quien gasta hoy el agua de
mañana en el futuro se encontrará el pozo vacío. Luego cada Comunidad tenía que tener su propia
televisión con la intención -nos decían-
de vertebrar todas las provincias de la Región en torno a un proyecto común y, como no,
para mejor desarrollar y potenciar las peculiaridades artísticas y culturales.
En Andalucía hace ya veinticinco años que se creó el “Canal Sur” (la
Nuestra). Al final todas las Comunidades
española sin excepción están endeudas hasta la ceja y con sus televisiones en
franca bancarrota. Los políticos, una vez que las han usado para sus fines
partidistas, ahora no saben que hacer con ellas. Reconozco dos cosas sobre “la Nuestra”: primero que me
ilusioné como un pardillo cuando se creó; segundo que hace mucho tiempo que
desistí de verla por considerarlo un ejercicio de masoquismo. Ahora han llegado los duros recortes y los
despidos. Andalucía lleva “gobernada” por el PSOE desde la entrada de la Democracia (si eso es
lo que democráticamente ha querido el pueblo andaluz no tengo nada que añadir y
menos objetar). Arribó hace poco al
Palacio de San Telmo una trianera que significaba, además de ser la primera
mujer en presidir la Junta,
el último tren donde subirse la ilusión andaluza. Lamento constatar por lo
visto hasta ahora que doña Susana Díaz es más de lo mismo. Debo reconocer, eso
si, que es una política equilibrada: cincuenta por ciento de populismo y cincuenta
por ciento de marketing. Pero, no
neguemos la evidencia, con un recorrido político que la hace ser más que una
mera comparsa y la sitúa como el mejor aval actual del PSOE. El PP ni está ni
se le espera y dada las últimas incorporaciones asumiendo (¿complacidos?) que
les queda un largo recorrido en la oposición. ¿Qué hacemos pues con esa inútil
máquina de gastar dinero que representa el Canal Sur? No me gusta en absoluto que nadie pierda su
trabajo y que además lo encuentren los que lo están buscando desde hace tiempo.
Sobra mucha gente en estos entes
desfasados y obsoletos y falta mucho dinero para emplear en cuestiones sociales
de mayor urgencia y relevancia. Hace tiempo que hemos tocado el fondo (otros se
han llevado los fondos) y cada vez que amorticemos un cargo público de los
muchos que sobran comerán algunos niños andaluces. ¿Demagogia? Puede ser pero
que los políticos no dejen los graves problemas de la gente en las puertas de
“Caritas”.
domingo, 25 de mayo de 2014
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