domingo, 15 de junio de 2014

Aquellas pequeñas cosas






“En pequeñas cosas
reconozco la verdad:
los ojos de un niño
y un cante por Soleá”

“Aquellas pequeñas cosas” que nos cantaba Serrat para que lo cotidiano tomara forma de poesía sublime. Vivimos a la imposible busca y captura de lo grandilocuente y, mientras, olvidamos lo esencial de la existencia de los seres humanos: las pequeñas cosas. Ponemos nuestro pecho complacido a las falsas colgaduras de las medallas olvidando que en su interior palpita un corazón.  Nos perdemos intentando cambiar la imposible tarea de reparar los hechos anclados en el pasado y en la incierta tarea de programar el futuro. Pero, ¿y el presente? ¿Cuando nos ocupamos de vivir lo que realmente importa: el día que se nos ha dado para gastar? Las pequeños cosas cotidianas que nos dan porciones de felicidad que nunca nada ni nadie podrán arrebatarnos. Si algo ha tenido de positiva esta injusta y programada Crisis ha sido el poder volver a valorar cosas que teníamos olvidadas. Si tienes las necesidades de los tuyos cubiertas y tus aficiones las tiene al alcance de las mano, ¿cuántas cosas más necesitas para sentirte feliz?  Hoy, afortunadamente, la Música, la Lectura, el Cine o el Teatro se nos presentan como algo perfectamente asequibles. En las Tiendas disponemos de CDs del mejor Flamenco, Jazz o Clásica a cinco euros. Películas inmortales que raramente llegan a los seis euros. Libros de ocasión en el Mercadillo del Jueves a uno o dos euros. Asumo que son muchas las familias que no pueden gastar un solo euro en aquello que no sea la cobertura de sus necesidades más perentorias. Pero conozco muchos casos de gente que, a pesar de disfrutar de un cierto desahogo económico, viven con el freno de mano puesto en cuanto a gastos culturales o de ocio se refiere. Las pequeñas cosas se nos presentan para que, al disfrutarlas, saboreemos la verdadera esencia de la existencia humana.  Renunciar a ellas en aras de ambiciones mayores se nos representa como un mero ejercicio de supina estupidez. Mejor morirse con los bolsillos vacíos y el alma llena de sentimientos compartidos. “La fiesta ya se ha acabao / el alba llega  y canta la alondra / la camisa me he rajao / la tengo rota”.

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