“En pequeñas cosas
reconozco la verdad:
los ojos de un niño
y un cante por Soleá”
“Aquellas pequeñas cosas” que nos cantaba Serrat para que lo cotidiano tomara
forma de poesía sublime. Vivimos a la imposible busca y captura de lo
grandilocuente y, mientras, olvidamos lo esencial de la existencia de los seres
humanos: las pequeñas cosas. Ponemos nuestro pecho complacido a las falsas
colgaduras de las medallas olvidando que en su interior palpita un corazón. Nos perdemos intentando cambiar la imposible
tarea de reparar los hechos anclados en el pasado y en la incierta tarea de
programar el futuro. Pero, ¿y el presente? ¿Cuando nos ocupamos de vivir lo que
realmente importa: el día que se nos ha dado para gastar? Las pequeños cosas
cotidianas que nos dan porciones de felicidad que nunca nada ni nadie podrán
arrebatarnos. Si algo ha tenido de positiva esta injusta y programada Crisis ha
sido el poder volver a valorar cosas que teníamos olvidadas. Si tienes las
necesidades de los tuyos cubiertas y tus aficiones las tiene al alcance de las
mano, ¿cuántas cosas más necesitas para sentirte feliz? Hoy, afortunadamente, la Música, la Lectura, el Cine o el
Teatro se nos presentan como algo perfectamente asequibles. En las Tiendas
disponemos de CDs del mejor Flamenco, Jazz o Clásica a cinco euros. Películas
inmortales que raramente llegan a los seis euros. Libros de ocasión en el
Mercadillo del Jueves a uno o dos euros. Asumo que son muchas las familias que
no pueden gastar un solo euro en aquello que no sea la cobertura de sus
necesidades más perentorias. Pero conozco muchos casos de gente que, a pesar de
disfrutar de un cierto desahogo económico, viven con el freno de mano puesto en
cuanto a gastos culturales o de ocio se refiere. Las pequeñas cosas se nos
presentan para que, al disfrutarlas, saboreemos la verdadera esencia de la
existencia humana. Renunciar a ellas en
aras de ambiciones mayores se nos representa como un mero ejercicio de supina
estupidez. Mejor morirse con los bolsillos vacíos y el alma llena de
sentimientos compartidos. “La fiesta ya
se ha acabao / el alba llega y canta la
alondra / la camisa me he rajao / la tengo rota”.
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