La obra de Dios se manifiesta con rotunda nitidez en la Naturaleza. También
en la risa de un niño y en las manos bondadosas de una madre. En la solidaridad
de los humanos y en la plasmación de la bondad. En una sacristía abierta hacia la calle y, de
manera exponencial, en el Arte y la Cultura. La Música se nos representa
en todas sus variantes como la manera mas sutil que tiene Dios de llegar a los
corazones sensibles. Hasta los sonidos del silencio están impregnados de
musicalidad. La Música se percibe y se
siente cuando el viento silba entre los olivos y en el rumor de las olas que
besan las orillas de los mares. En el canto monocorde de los grillos que cantan
a la luna y en el soniquete de las chicharras anunciadoras del rigor de la
canícula. Hubo una primera vez donde un hombre pensó que se podían crear
artilugios para acompañar los sones de la Naturaleza. Hágase la Música y se crearon los
pentagramas del alma. Ya desde entonce
los humanos han intentado diferenciar el sonido del ruido y el soniquete del
estruendo. Que duda cabe que el Sumo Hacedor debe sentirse plenamente
satisfecho de las obras musicales creadas por los humanos. Ha sido, sin dudar,
la mejor cosecha que Dios ha recogido sembrada por los hombres. Han creado
partituras e instrumentos propiciando que en todas las épocas la vida terrenal
resulte más placentera. Dios quiso para
deleite de los corazones soñadores que uno de sus mejores viveros de Música estuviera
radicado en Andalucía. Debió pensar:”Dado
que ancestralmente los poderosos les quitan el pan y la libertad yo les daré la Música eterna que nace en
los confines del alma. Allí nacerán,
entre otros, Falla, Turina, Font de Anta, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Francisco
Guerrero, Antonio Mairena, Manolo Caracol, Morente, Camarón, Juanita Reina y La Niña de los Peines. Compondrán, tocaran sus instrumentos y
cantarán como solo pueden hacerlo los ángeles”. Todo guión que se precie debe redondearse
con una buena banda sonora. Dios tiene
–o debe tener- la suya. Creo no
equivocarme si afirmo que son las voces
de menta, canela, miel y albaricoque de María Callas, Ella Fitzgerald y Pastora
“la de los Peines”. De fondo, la
guitarra de Paco de Lucía y la música celestial de Mozart. Pero siempre mirando a Andalucía, la tierra
donde la Música
forma parte indivisible de la vida. Nos
quitaron el pan; nos quitaron la libertad pero nunca pudieron quitarnos ni la
dignidad ni la Música. Con las cosas de comer no se
juega y muchos menos con las del alma.
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