lunes, 20 de octubre de 2014

La banda sonora de Dios





La obra de Dios se manifiesta con rotunda nitidez en la Naturaleza. También en la risa de un niño y en las manos bondadosas de una madre. En la solidaridad de los humanos y en la plasmación de la bondad.  En una sacristía abierta hacia la calle y, de manera exponencial, en el Arte y la Cultura.  La Música se nos representa en todas sus variantes como la manera mas sutil que tiene Dios de llegar a los corazones sensibles. Hasta los sonidos del silencio están impregnados de musicalidad.  La Música se percibe y se siente cuando el viento silba entre los olivos y en el rumor de las olas que besan las orillas de los mares. En el canto monocorde de los grillos que cantan a la luna y en el soniquete de las chicharras anunciadoras del rigor de la canícula. Hubo una primera vez donde un hombre pensó que se podían crear artilugios para acompañar los sones de la Naturaleza.  Hágase la Música y se crearon los pentagramas del alma.  Ya desde entonce los humanos han intentado diferenciar el sonido del ruido y el soniquete del estruendo. Que duda cabe que el Sumo Hacedor debe sentirse plenamente satisfecho de las obras musicales creadas por los humanos. Ha sido, sin dudar, la mejor cosecha que Dios ha recogido sembrada por los hombres. Han creado partituras e instrumentos propiciando que en todas las épocas la vida terrenal resulte más placentera.  Dios quiso para deleite de los corazones soñadores que uno de sus mejores viveros de Música estuviera radicado en Andalucía.  Debió pensar:”Dado que ancestralmente los poderosos les quitan el pan y la libertad yo les daré la Música eterna que nace en los confines del alma.  Allí nacerán, entre otros, Falla, Turina, Font de Anta, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Francisco Guerrero, Antonio Mairena, Manolo Caracol, Morente, Camarón, Juanita Reina y La Niña de los Peines.  Compondrán, tocaran sus instrumentos y cantarán como solo pueden hacerlo los ángeles”.   Todo guión que se precie debe redondearse con una buena banda sonora.  Dios tiene –o debe tener- la suya.  Creo no equivocarme si afirmo que son  las voces de menta, canela, miel y albaricoque de María Callas, Ella Fitzgerald y Pastora “la de los Peines”.  De fondo, la guitarra de Paco de Lucía y la música celestial de Mozart.  Pero siempre mirando a Andalucía, la tierra donde la Música forma parte indivisible de la vida.  Nos quitaron el pan; nos quitaron la libertad pero nunca pudieron quitarnos ni la dignidad ni la Música.  Con las cosas de comer no se juega y muchos menos con las del alma.

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