martes, 22 de noviembre de 2016

Frío y hambre



Desde que los tiempos se cuentan por minutos, días, semanas, meses y años los pobres de solemnidad siempre se han visto atropellados por sus temidos y particulares caballos del Apocalipsis: el frío y el hambre.  En este caso el orden de los factores casi nunca altera la pobreza. Los pobres muy pobres (que hasta en esto tienen grados los humanos) le temen al invierno casi tanto o más que a la hambruna. El frío se mete en los huesos y hace castañear los dientes y el alma de los desfavorecidos por la fortuna. Tristemente y como un ejemplo palpable de que muchas veces las sociedades cambian las formas pero nunca el fondo los pobres se siguen muriendo de hambre y frío. A los indigentes que duermen en la calle la noche les persigue e intentan dormir arropados entre cartones y mantas viejas.  Si le les llega el sueño soñarán con haber conseguido vencer al frío en soñados y perdidos hogares con troncos de leña que en las noches invernales chisporretean acompasados. En la llamada “Etapa Hermética” del Flamenco (sus primeros compases históricos) -cuando era tan marginal como la pobreza- los flamencos siempre estaban arrecíos. Tenían frío en cuerpos y almas.  He conocido a lo largo de mi vida de aficionado y estudioso del Flamenco a muchos artistas ya mayores que, incluso en verano, todos usaban alguna chaqueta o chaquetilla. Sus comentarios sobre el particular aparte de unánime eran significativos.... “Hay que taparse miarma que tu no sabes lo malito que es el frío”.  Llevaban en sus genes la memoria de las calamidades atadas a sangre y fuego al ADN de sus ancestros.  Ahora cuando ya existen listas para viajar a la Luna los pobres se siguen muriendo de hambre y frío. Hace pocos días una anciana de 81 años ha muerto en Reus a causa de un incendio. No la mató el frío sino el fuego provocado por unas velas que sustituían a un miserable corte de fluido eléctrico. Vivimos en una sociedad inmisericorde donde los ricos aumentan su riqueza mientras que los pobres aumentan su pobreza. El Papa Francisco (¡alabado sea Dios por darle la palabra a este argentino del San Lorenzo de Almagro!) lleva tiempo denunciando este estado de cosas donde, como pasó siempre, la pobreza molesta por romper la estética de los que nunca lo han sido ni lo serán.  Frío y hambre; hambre y frío o lo que es lo mismo: la pobreza extrema llamando a las puertas de nuestras conciencias.


Juan Luis Franco – Martes Día 22 de Noviembre del 2016



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