martes, 3 de junio de 2025

Las múltiples cara de la barbarie


“Cada vez que matan a un niño inocente también están matando al niño que todos llevamos dentro”

Definitivamente ya vivimos instalados en la barbarie. La misma forma parte de nuestra vida cotidiana. Los bombardeos salvajes y criminales sobre la indefensa población de Gaza o sobre tierras ucranianas son un ejemplo de la más perversa barbarie programada. Las personas decentes y humanitarias (salvo su natural indignación) poco o nada pueden hacer para parar esta masacre. Esto, más que una cuestión de ideologías es , o debía ser, un mero ejercicio de solidaridad humana y de empatía compasiva. Los dirigentes políticos de las democracias occidentales (unos más que otros) solo se atreven a manifestarse en tibias declaraciones de condena.
Nunca estuvo la política más alejada del sentir de la gente y esto, desgraciadamente, supone un enorme caladero de votos para la extrema derecha. La barbarie campa a sus anchas pues hoy prevalece sobre todo el no molestar al “Sheriff del rotulador negro”. Critícalo y te expones a que caiga sobre tu pais o tu entidad una lluvia de aranceles o una drástica perdida de subvenciones. La confrontación abierta contra la Universidad de Harvard (posiblemente la más prestigiosa del mundo) es bastante significativa. Una Universidad privada de corte liberal y donde históricamente siempre prevalecieron la razón y una libertad intelectual sin ninguna clase de tapujos. Su aportación a la Ciencia y a la Cultura (Premios Nobeles incluidos) resulta verdaderamente extraordinaria. Para el “Trumpismo” aquello es un nido de comunistas a los que hay que asfixiar de todas las formas posibles. Su delito es manifestarse en contra de la masacre de Gaza y esto le resulta molesto al poderoso Lobby judío norteamericano. Afortunadamente en EEUU los jueces (algunos jueces) están funcionando como un muro de contención para frenar los abusos del Poder. Siempre serán nuestro último asidero democrático.
Estamos ante una ecuación tan antigua como el mundo: el dinero al servicio del Poder y el Poder al servicio de la sin razón y la barbarie. Los países ya no contamos para nada en esto que pomposamente se llama la Aldea Global. Los Derechos Sociales y Laborales; el Medio Ambiente; la justa distribución de la Riqueza o el vital desarrollo democrático de las sociedades ya se consideran cuestiones anacrónicas y totalmente superadas. El mar, los mares, se han convertido en las lágrimas azules de la ignominia y la vergüenza. Se traga de manera implacable a cientos de personas (niños incluidos) desesperadas que no han cometido mayor delito que huir de la guerra y de la hambruna. Un ancestral cementerio marino donde ya ni las cruces pueden flotar en su superficie. Las pateras flotando sobre nuestras conciencias. Hoy las personas solo son valoradas en función de su renta per cápita o de su ocupación (rentabilidad) en la cadena de montaje del capitalismo. El lema que dimana de los poderosos es meridanamente claro: más productores y consumidores y menos pensadores. Todo lo demás les resulta secundario.

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