¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño? (Ocnos) Luís Cernuda
Cuentan los pocos vecinos que viven en los aledaños de la Parroquia del Sagrario, que en la madrugada del Viernes de Dolores siempre se escucha un suave chirrido procedente de la Puerta de San Miguel. Parece como si se desperezara después de un año entero de inactividad. Las palomas que anidan en los huecos de la fachada catedralicia se muestran inquietas y revoletean cambiando sus posiciones. Es como si previeran que algo grande estuviera a punto de producirse en el seno de su histórico entorno. Están nerviosas como toda la Ciudad. A diferencia de la paloma de Rafael Alberti, estas no se equivocaban. Presagian la llegada de un nuevo y eterno Domingo de Ramos.
Al alba del cercano Barrio del Arenal llegan olores a brea, madera y sal. A surcos de carromatos transportando especias, café y tabaco procedentes de ultramar. Al brillo de tesoros guardados en arcones, y que siempre pasaban de largo por la Ciudad buscando la Villa y Corte. A Reales Atarazanas de sanatorios de barcos, que se morían de melancolía por volver a surcar los mares. A marineros vencidos y agotados por el escorbuto. A Hospital de la Caridad, que fundara aquel que hizo religión mezclándose y diluyéndose amorosamente con los mas pobres. A coso baratillero todavía en dulce reposo, esperando a través del color y la luz tardes de toros. Maestranza con olores a romero, menta y canela; a puro y clavel, y que envuelven el aire presagiando la faena soñada por toreros y aficionados. Lo lúdico y lo artístico, atrapados por la sombra de la tragedia, envueltos en los sones de un pasodoble. Y al fondo, en la otra orilla del río: ¡Triana!
Puerta de San Miguel por donde entrarán, durante toda una semana, las cofradías que dan sentido espiritual y tradicional a la Ciudad. Serán –seremos- nazarenos penitentes, costaleros, aguaores, músicos, capataces, manigueteros…..los que entremos por esta Puerta, y saldremos de manera ya compacta, como almas gemelas reconfortadas para un nuevo tramo de la travesía de la vida.
Cuando la primera cruz de guía cruce el dintel de la Puerta de San Miguel, y ya sin solución de continuidad, estarán cogidos de la mano el pasado y el presente. Muy lejos nos quedará una Cuaresma donde –como pasó casi siempre- se dijeron cosas que sobraban, y se omitieron otras que debían decirse. El Pregón –magnifico pregón- de Antonio García Barbeito dejó estelas de olivares, trigo y verdad por los márgenes del Paseo de Colón. Esta Ciudad nuestra no tiene más pulso que el que le dan sus Fiestas Mayores. Sevilla siempre contó con excelente músicos, pero los directores de orquesta nunca están a la altura de las circunstancias. Reflexionen, repasen y ya me dirán si exagero. Es nuestro sino y poco o nada podemos hacer para cambiarlo. Nuestros gestores públicos del ayer, el hoy y el ¿mañana?, pocas veces estuvieron acordes con lo que les demandaba la Ciudad. Vimos hace unos días –en plena Cuaresma- un ejercicio de rancio catetismo. Se colgaron unos cartelones anunciándonos que se iba a celebrar en Sevilla nada menos que un ¡Consejo de Ministros de España! “Bienvenido Mister……ZP”. No tenemos arreglo.
Como explicarle a nuestros dirigentes más cercanos (de cerca y no de cercanía) que esta Tierra le dio dos emperadores a Roma (Trajano y Adriano); un Premio Nóbel a la Literatura (Vicente Aleixandre); dos de los más grandes poetas universales a la Poesía (Luís Cernuda y Antonio Machado); dos genios a la pintura universal (Velásquez y Murillo), en fin para que seguir. Al final somos “importantes” porque ZP y sus ministros/as han descubierto como diría Serrat….”que el Sur también existe”.
Pero ahora toca otra cosa. Toca sacar los sentidos y nuestras más nobles tradiciones a pasear por la Ciudad. En un tiempo donde las horas la marcan las emociones y no los minutos. Tiempo donde nada es lo que parece. Donde los niños sueñan con ser hombres, y los hombres con volver a ser niños. Donde las adolescentes sueñan con llegar a ser mujeres, y las mujeres paladear de nuevo el dulce néctar de la adolescencia enamorada. Tiempo de lágrimas contenidas por aquellos, que ya varados por sus circunstancias personales, sueñan calles y plazuelas desde sus obligados retiros. Tiempo para que los ausentes por siempre de nuestras vidas cotidianas, renazcan durante una semana, viendo por nuestros ojos y palpitando por nuestros corazones. Tiempo en definitiva de una Ciudad sin tiempo ni medida. Relojes sin minuteros. Campanas sin soniquetes. Sombras donde se proyecta la luz. Cante que araña nuestras entrañas. Dulce fulgor que ciega los ojos y abre las ventanas del alma. Manzanilla que enerva los sentidos. Tambores y cornetas que llenan de sonidos donde antes reinaban los motores de los coches. Gozo, luz, cirio, clavel, saeta, cruz, silla, capirote, estandarte, sandalia, torrija, calor, incertidumbre, palco, papeleta, bacalao, barrio, estreno, primer amor, encuentro, bulla, vino, agua, tradición, música, rampa, parque, Carrera Oficial, Puerta de San Miguel, Puerta de Palos, el Hijo de Dios y su Bendita Madre, o lo que es lo mismo, otro………¡Domingo de Ramos en Sevilla!