Mañana será Nochebuena y pasado Navidad….dame la bota María que me voy a “emborrachá”. Con la velocidad vertiginosa de los tiempos compulsivos que corren y, lo peor, que nos hacen correr a nosotros delante o detrás de ellos, nos adentramos en los días grandes de la Navidad. Fiesta grande para los cristianos que nos movemos en los círculos concéntricos de nuestra fe y, Fiesta súper-grande (XXXL) para un Comercio que hoy se nos antoja por la Crisis en horas bajas. Nada refleja mejor el espíritu navideño que la ilusionante sonrisa de un niño. En ella está dicho todo y cualquier cosa que la estropee se cargará con estrépito cuanto la Navidad tenga de verdad. Los niños son un fiel exponente de nuestro gran fracaso: millones de ellos se mueren de hambre y, otros tantos, padecen altos porcentajes de colesterol. La familia, hoy tan denostada por una “Progresía” que nada ofrece porque nada tiene que ofrecer, siempre fue el epicentro de la Navidad. Gracias a ella se ha conseguido hacer más llevadero los estragos de la Crisis. Recuerdo mi etapa de niño en un “Corral de Vecinos” cuando nos reuníamos en los patios en torno a una candela y, cada uno aportaba lo que buenamente podía. Eran unas Navidades que nacían de la solidaridad y el afecto y donde, a no dudar, estaría muy presente la sonrisa de un Niño recién nacido. Hoy llenamos las mesas de toda clase de viandas y notamos un ambiente enrarecido por las ausencias o, lo que es peor, por las presencias no deseadas. Hermanos enfrentados por el reparto de alguna “herencia” fruto del durísimo trabajo de alguien que ya no está; parejas volando en solitario y peleando por los hijos con el único propósito de “joder” a la otra parte o, abuelos que transitoriamente abandonan las Residencias para recuperar fugazmente por unas horas el “calor del Hogar, dulce Hogar”. Alguien lo dejo escrito: “Nuestra Sociedad, a la par que ha llenado los frigoríficos ha vaciado los corazones”. Toca, hoy más que nunca, ver los “vasos medio llenos”. Disfrutar estos días de la alegría de estar vivos y rodeados de personas a las que quieres y te quieren de verdad. Nace el Hijo de Dios y nos trae siempre la Buena Nueva. Saquemos a pasear, estos hermosos días invernales, por esta bendita Ciudad al niño que un día fuimos. En él se quedaron anclados todo un cúmulo de ilusiones y esperanzas que no estaría nada mal que intentemos recuperar. Felicidades, muchas felicidades, desde esta modesta atalaya sevillana de gozo y pena. El “Capitán de Navío”, Salva Gavira y, este Alférez Provisional de la vida y las cosas, os desean mucha suerte y felicidad. Nos vemos, si El de San Lorenzo lo permite, cuando el próximo año empiece a caminar. Salud, paz y prosperidad para todos/as.
viernes, 23 de diciembre de 2011
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Preámbulos de la salud
Mañana es 22 de Diciembre del 2011. Mañana se juega la Lotería de Navidad. Este, ya deteriorado, día navideño lo podemos dividir en dos partes: la mañana donde soñamos con que el “carro de la fortuna” se pare en la puerta de nuestra casa y, la tarde, donde resignadamente se llega a la conclusión que importante, lo que se dice importante, en verdad es tener salud. Dado que los agraciados con la Lotería no llegarán siquiera al dos por ciento de lo españoles, bien está que a esta fecha se le conozca como el: Día Nacional de la Salud. Son muchas las necesidades que están pasando muchas familias como para no desear tener menos apreturas económicas y, si acaso, un poco menos de salud (cambiar la gripe A por la gripe E, de Euro naturalmente). Tiempos aquellos cuando el Sorteo de la Lotería se oía a través de la Radio. El latiguillo de los “Niños de San Ildefonso” se escuchaba en Bares y Tabernas; Corrales de Vecinos; Oficinas, Talleres y Fábricas (cuando todavía existían algunas en Sevilla); Cuartos de costura; Porterías de pisos de clase media y, además estos particulares “Chicos del Coro” (por cierto no se pierdan la grabación que han sacado con temas de “Los Beatles”) entonaban sus cantos en añoradas pesetas. Eran otros tiempos y eran otros los actores de la vida cotidiana. Ni mejores ni peores sino distintos pero, eso si, con mayores cotas de autenticidad que los actuales. Si uno compara las Navidades de su infancia con las que vivirán sus nietos el resultado sería que, donde antes primaba la solidaridad de los que daban mucho teniendo muy poco, hoy manda la usura de los que dan muy poco teniendo mucho. El espíritu navideño esta preso y cautivo inmerso en un mercadeo inmisericorde. Se trata en definitiva de comprar, comprar y comprar para que el regalo sustituya a la posibilidad de darnos nosotros mismos. Suerte pues a los que algo esperan de este señalado día y caso probable de no resultar agraciados recurramos al tópico de la “buena salud”. Recuerdo algo que me contó un amigo hace unos días: Se encuentran dos por la calle y a uno de ellos le había tocado un “pelotazo”. Se establece el siguiente dialogo:
-- Hombre enhorabuena, ya me he enterado de lo “tuyo”. -- Muchas gracias hombre ya te invitaré a una copita. -- Oye por cierto, ¿tienes pensado algún viaje? -- Si, me voy unos días a “Punta Cana” -- ¿Qué vas con la parienta? -- ¿Con la parientas? ¿Tú cuando vas a Umbrete te llevas el mosto?
Algo machista, pero sintomático de las ganas que tienen algunos y algunas de levantar el vuelo en solitario aunque sea circunstancialmente. Lo dicho suerte, mucha suerte, a los sevillanos que más la necesiten.
-- Hombre enhorabuena, ya me he enterado de lo “tuyo”. -- Muchas gracias hombre ya te invitaré a una copita. -- Oye por cierto, ¿tienes pensado algún viaje? -- Si, me voy unos días a “Punta Cana” -- ¿Qué vas con la parienta? -- ¿Con la parientas? ¿Tú cuando vas a Umbrete te llevas el mosto?
Algo machista, pero sintomático de las ganas que tienen algunos y algunas de levantar el vuelo en solitario aunque sea circunstancialmente. Lo dicho suerte, mucha suerte, a los sevillanos que más la necesiten.
lunes, 19 de diciembre de 2011
El lado oscuro de la Literatura
“Porque poeta en definitiva es aquel que ennoblece lo vulgar” - Goethe –
La Historia de la Literatura, y más concretamente a través de algunos de sus más grandes escritores, está llena de mentes atormentadas por el ejercicio de vivir/escribir y que, en no pocas ocasiones, terminaron con un derrumbe físico y moral rematados con epílogos suicidas. Alcohol, drogas, noches eternas de bohemia desenfrenada, homosexualidad mal desarrollada, dudas existenciales, amores imposibles y la estéril búsqueda de la perfección y la inmortalidad como metas de grandes genios con las vidas destrozadas. Sin tratar de desentrañar, en tarea tan estéril como imposible, la complejidad del alma humana, resulta evidente que, muchas veces, al obviar la sencillez de los placeres cotidianos entramos en el laberinto de las preguntas cuyas respuestas nos llevan inexorablemente a plantearnos nuevas preguntas. La vida es dura y compleja, tanto por su propia naturaleza como por el devenir de acontecimientos imposibles de controlar. Debemos intentar la búsqueda de la felicidad pero cometemos un error de bulto buscando la perfección y la trascendencia. No existe lo perfecto ni inclusive en la Obra del Sumo Hacedor. Los grandísimos escritores del Siglo de Oro español desmenuzaban la condición humana a través de la picaresca y sus debilidades más mundanas, pero el optimismo siempre estaba presente en sus inmortales creaciones. Cervantes, don Miguel, y, Shakespeare, Sir William, se nos representan como los escritores más egregios de la Historia de la Literatura Universal y en la obra de ambos los seres humanos salen vencedores o vencidos, pero siempre bajo un halo de esperanza. El llamado “Boom” de la “Narrativa Hispanoamericana” elevó la Literatura a los altares de la Magia y, con ellos reconozco que alcancé la cima de gozoso lector compulsivo. No existe en sus novelas el pesimismo a pesar de que narren tiempos convulsos, sangrientas dictaduras y sus terribles consecuencias colaterales. La Literatura elevada a su máxima expresión: la belleza de la estética más sublime al servicio del compromiso con la ética. La Cultura en general debe –o debía- tener como misión fundamental liberar al ser humano de las cadenas de la cotidianidad. Sentirse libre y dejar volar sin ataduras el espíritu apresado en nuestro interior. Liberarnos enmarañados con la Literatura, la Música, la Pintura, el Teatro, el Cine o con cualquiera de las manifestaciones que el Arte pone a nuestro alcance. Entiendo que los avatares de la vida pueden inundar de tristeza nuestros recovecos sentimentales más hondos y, no podemos pretender que un escritor que haya enterrado a un hijo joven se nos muestre ya vitalista en sus escritos posteriores. Pero, a que negarlo, existen casos de manifiesto masoquismo donde -prioritariamente en la Poesía- todo gira en la magnificencia de alegrías y penas llevadas hasta sus últimas consecuencias. La depresión siempre flotando latente entre rimas y narraciones. He leído algunos poemas magistrales que destilaban pesimismo por todos sus poros. Para entendernos: ni el “plumilla” bobalicón que pase lo que pase está “encantado de haberse conocido”; ni tampoco el intelectual hondamente reflexivo preocupado las veinticuatro horas del día en la búsqueda de la “Verdad” (fundamentalmente la suya). La teoría del panadero: “Prueba primero tu pan antes de vendérselo a la gente”.
La Cultura como elemento vertebrador de nuestras inquietudes y, nunca, ni como un mero entretenimiento, ni tampoco como un látigo espiritual para azotarnos continuamente. No vaya a ser que al final sea verdad lo que dice una letra del Flamenco: “Yo no me he muerto de pena porque no supe estinguí / a mi corto entendimiento le agradezco yo el viví”.
La Cultura como elemento vertebrador de nuestras inquietudes y, nunca, ni como un mero entretenimiento, ni tampoco como un látigo espiritual para azotarnos continuamente. No vaya a ser que al final sea verdad lo que dice una letra del Flamenco: “Yo no me he muerto de pena porque no supe estinguí / a mi corto entendimiento le agradezco yo el viví”.
domingo, 18 de diciembre de 2011
El inapelable paso de los años
Parece que fue ayer cuando estábamos apurando los últimos días del 2010 y dentro de muy poco será el 2011 quien nos enseñe el pañuelo del adiós. Presumíamos que ambos competirían en cual de ellos se merecería el calificativo anglosajón de “annus horribilis” y, la verdad, no nos lo han puesto nada fácil. Malo de solemnidad fue el ya lejano 2010 y no menos malo ha sido el que está a punto de terminar. La Ciudad estrenó Alcalde, don Juan Ignacio Zoido, y el país lo hizo con un nuevo Presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy. Ambos ganaron las elecciones por “goleada” (mayorías absolutas) y ambos, como era previsible, se encontraron con unas “ronchas” descomunales. Sabían de todas formas lo que se iban a encontrar y el permanente lamento solo conduce a la paralización de los gravísimos problemas a los que, sin más demora, tienen que enfrentarse. Los socialistas pagaron muy caro una formar de gobernar instalada en la excusa permanente y alejada del sentir mayoritario de la gente. Como siguen insistiendo en que la única responsable de su descalabro ha sido la Crisis (más bien la nefasta gestión de la misma), presumo que les queda una larga travesía en el desierto. El “Zoidazo” sevillano ha tenido hasta la fecha mucho ruido y pocas nueces. Nuestro Alcalde dedica una parte nada desdeñable de su tiempo en apoyar la candidatura “juntera” del siempre perdedor, don Javier Arenas. Mientras, la Ciudad, espera sentada en el sempiterno banco de la paciencia que se emprenda, ¡de una puñetera vez!, el camino de su recuperación económica, social, urbanística, cultural…. Habrá que esperar a que pasen las elecciones autonómicas en Andalucía para comprobar cuantas promesas de don Juan Ignacio se llevan a feliz término. Sigue flotando en la nube que proporciona la victoria y pocas veces mira hacia abajo. Con el paso de las elecciones andaluzas se darán para la aplicación practica del “Zoidazo” unas condiciones objetivas bastante optimas: Gobierno, Autonomía y Ayuntamiento en poder del PP, ¿hay quien de más? Nos queda un largo recorrido lacrimógeno por la “herencia recibida” pero, insisto, aún asumiendo el estado en que los “salientes” han dejado las “arcas”, ya toca remar contra viento y marea. Los tiempos de las excusas ya no dan más de si. En lo personal debo reconocer que el año que se nos va ha estado cubierto de luces y sombras (demoledoras sombras). Mi nieto crece feliz, y mi madre ya no pudo aguantar más y se despidió de su Sevilla el pasado 21 de Octubre. Por mi parte, yo continúo resistiendo contra viento y marea. Los años me han enseñado que al final todo gira en torno a la magnificencia: tus amigos magnifican tus virtudes y, tus pocos enemigos, magnifican tus defectos. Corren tiempos difíciles, extremadamente difíciles, para muchas familias y/o personas de la Ciudad, y los nubarrones se empecinan en frenar cualquier atisbo de luz. Pero debemos aprender de cuanto nos rodea. Votamos políticos y luego mandan los banqueros. Nos piden austeridad gente sin escrúpulos que ya no sabe donde esconder su –nuestro- dinero. Nos manipulan para que solo seamos “carne de urna”.
Nuestros mejores hijos tienen que marcharse al extranjero mientras que los “inútiles integrales” campan a sus anchas por estos lares. Se va, por fin se nos va, dentro de unos días un 2011 sin que tengamos garantías de que el próximo no sea igual de nefasto. Si continuamos siendo elementos pasivos de nuestras vidas poco o nada bueno podemos esperar.
Mientras, vivamos la Navidad desde el fondo de nuestros corazones. Recuperemos el niño que un día fuimos y cantemos al unísono: “Pero mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver a Dios nacido….”. Si no estamos “al loro”, se terminarán llevando los peces, el río y hasta la cuna del Niño. Tiempo al tiempo.
Nuestros mejores hijos tienen que marcharse al extranjero mientras que los “inútiles integrales” campan a sus anchas por estos lares. Se va, por fin se nos va, dentro de unos días un 2011 sin que tengamos garantías de que el próximo no sea igual de nefasto. Si continuamos siendo elementos pasivos de nuestras vidas poco o nada bueno podemos esperar.
Mientras, vivamos la Navidad desde el fondo de nuestros corazones. Recuperemos el niño que un día fuimos y cantemos al unísono: “Pero mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver a Dios nacido….”. Si no estamos “al loro”, se terminarán llevando los peces, el río y hasta la cuna del Niño. Tiempo al tiempo.
viernes, 16 de diciembre de 2011
Entre risas y lágrimas
Sinceramente, ponerse trascendente con la que “nos está cayendo encima” puede no ser más que un ejercicio de cursilería. Reflexionar en la actualidad sobre la “condición humana”, cuando el “personal” anda implicado en la lucha por la supervivencia se nos antoja una especie de “brindis al sol”. Pero, curiosa o afortunadamente, es en los momentos de extrema dificultad cuando los seres humanos nos preguntamos el origen y las interrogantes que envuelven y rodean a las cosas y su significado. En definitiva, crecerse y consolidarse en la adversidad y el infortunio. La vida del ser humano gira siempre entre el cascabel de la risa y el sonajero de las lágrimas. Cuando nacemos los médicos detectan que la cosa ha ido bien cuando rompemos a llorar. Bien empezamos por tanto. Luego será Dios para los creyentes o las circunstancias del Destino para los demás, quienes determinen si las luces vencerán a las sombras o si ocurrirá al revés. Montados en el tren de la vida las estaciones de la pena siempre no estarán esperando; las de la felicidad, aparte de imprevisibles, configuran las grandes incógnitas de nuestra existencia. Si algo da sentido a la vida es la imperiosa necesidad de buscar la felicidad en todos los tramos de la existencia humana. Pero, los filósofos saben bien cuán complejo es definir el concepto de felicidad. Para algunos representa ostentar el Poder en cualquiera de sus variantes. Mandar sobre los demás y de paso conseguir en vida, a través del expolio, la mayor acumulación posible de bienes materiales. Para otros, desarrollar la soberbia y la vanidad hasta que no les quepa una sola medalla más en sus hinchados pechos. Otros, buscando el sosiego y la paz espiritual en la Naturaleza y en las grandes obras de Dios y los humanos. Algunos dándose del todo en aras de, a través de su generoso sacrificio, paliar en parte las grandes desigualdades existentes en la Tierra. Todos, en definitiva, perseguimos una quimera: la inmortalidad y, por ende, que se nos quiera eternamente. Un ser humano termina de morirse cuando a su vez desaparece la última persona que lo recordaba con cariño. Después lo de siempre: las hojas de los almanaques confundiendo las horas y los días con los momentos y las emociones. Dejaremos posiblemente algunos folios escritos que alguien que no nos conoció encuentre interesantes y, algunas fotos perdidas y depositadas en suelos de mercadillos como el “Jueves”. Un niño de Primera Comunión; un nazarenito delante de un paso de palio; una foto de soldado sin vocación guerrera; una foto de boda con “sonrisa de Profidén”; otra plenamente feliz con un nieto de la mano y, una esquela mortuoria que especifica que lograste morir en paz con Dios y los hombres. En todo ese trayecto cuantos momentos de felicidad hayas conseguido para ti, o para los demás, será cuanto te lleves en el último viaje. Al final el primer y el último aliento siempre serán humedecidos por las lágrimas: las tuyas primeras para que sepan que ya estabas aquí y, las últimas las verterán otros por nosotros para concretar, de manera definitiva, que ya no estamos. Así que a disfrutar cuanto podamos que Dios nos hizo un préstamo de tiempo para que intentemos ser felices. Salgamos a la calle a empaparnos del espíritu verdadero de la Navidad. No el de las “Comidas de Empresa” (que por cierto pocas se celebran ya); ni el de la “ojana” de la felicidad impostada en escaparates y luces de neón. Nace dentro de muy poco el que toda su existencia terrenal la redujo a una sola frase: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. No hay más; ni tampoco menos.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Sus Majestades los Hermanos Pavones
A José Luis Tirado, que tiene a Tomás Pavón en el epicentro de sus emociones más jondas y flamencas.
Curiosamente el Flamenco y fundamentalmente el Cante se nutren de una fórmula intelectualmente perversa: la afirmación a través de la negación. Es decir si alabamos hasta el paroxismo la obra y la figura de Antonio Mairena de manera paralela hay que “tirar por tierra” la de Pepe Marchena. O al revés, que tanto monta monta tanto. Siempre desde mi juventud me he negado a participar en ese maniqueísmo inquisitorial donde el Flamenco queda apresado en un localismo asfixiante. Los Grandes del Cante -que a no dudar han sido muchos los llamados y pocos los elegidos- ya prácticamente están configurados en el llamado Olimpo de la Jondología. Para la eternidad las excelsas figuras cantaoras de Tomás, Pastora, Vallejo, Marchena, Caracol, Mairena, Fosforito, Porrinas, Camarón y Morente. La enorme y trascendental importancia cantaora de don Antonio Chacón, Silverio o Manuel Torre son incuestionables pero, o bien sus grabaciones están muy lejos de poder calibrarlos en toda su grandeza o, como en el caso de Silverio, no llegaron a grabar. Un aficionado solo dispone para su posicionamiento critico-sentimental con la posibilidad de escuchar el Cante a través de sus intérpretes. Luego, evidentemente, cada uno elaborará su particular “hit-parade” en función de su sentido de la estética y la “jondura” flamenca. Por tanto, afirmar quien ha sido el Cantaor más completo de la Historia del Cante Flamenco siempre será una cuestión puramente subjetiva. Ni hemos podido escucharlos a todos, ni tenemos porque renunciar a nuestros enunciados “ideológicos” flamencos. En lo que a mi respecta siempre me he considerado un converso y confeso “caracolero” sin renunciar, evidentemente, al disfrute de todos los Grandes del Cante. Restar o dividir en cualquier manifestación artística es, además de autodestructivo, una sutil manera de mutilar nuestra particular capacidad se sentir y pensar. Nadie en su sano juicio tiraría piedras sobre el tejado que sostiene sus aficiones más arraigadas. Estoy completamente de acuerdo con mi colega en sentires flamencos y sevillanos, José Luis Tirado, cuando afirma que en Tomás Pavón y su hermana Pastora se encuentra la cima más excelsa del Cante Flamenco. Cuentan que un día Dios se planteó dotar a la música de alma. Vertió sobre una tarima celestial el “Tarro de las Esencias” y lo dividió en cuatro partes. Una, la derramó sobre Nueva Orleáns; otra la dejó caer sobre La Habana; la tercera se la espolvoreó a Triana y, la cuarta, la desparramó íntegramente en el seno de una familia gitana de la Puerta Osario sevillana: la Casa de los Pavones. Y dijo nuestro Dios poniendo su celestial mirada en el Barrio de Triana: “Hágase el buen Cante”, y se escuchó cantar a Tomás Pavón el “Reniego” por Siguiriyas. Imprescindible, totalmente imprescindible, resulta para cualquier buen aficionado que quiera conocer la importancia cantaora de los Pavones leer lo escrito por el Maestro Manolo Bohórquez: “Tomás Pavón. El Príncipe de la Alameda” y, “La Niña de los Peines en la Casa de los Pavón”. En ellos está la Esencia y sería un sacrilegio cuestionar la Obra de Dios. Lo dice la Biblia del Flamenco: “Por sus Cantes los conoceréis”.
martes, 13 de diciembre de 2011
Un año sin Morente ; una vida sin Enrique
Hoy es Martes y Trece. Hoy, más concretamente, es un 13 de Diciembre del Año del Señor del 2011. Hoy, exactamente, hace un año que nos dejó huérfanos de su presencia señorial y luminosa el ciudadano andaluz don Enrique Morente Cotelo. Hoy, precisamente hoy, se cumple el primer y triste aniversario de la muerte del cantaor Enrique Morente. Hoy, las fuentes de la Alhambra llorarán su lamento moro por la perdida del paraíso. Hoy, en los Jardines del Generalife, los pájaros cantarán a coro en los amaneceres luminosos de la Ciudad más hermosa de la Tierra. Hoy, el atardecer del Albaicín, lo cubrirá una patina intemporal de Cantes Abandolaos y Zambras que se mecen en la luna del Sacromonte. Hoy la Granaina, rota en dos mitades por la exquisitez flamenca de Vallejo, llora la pena amarga por las ausencias que arañan las paredes del alma. Hoy, en los salones flamencos del Cielo, con Don Antonio Chacón de Maestro de Ceremonia, se reúnen en torno a una vela blanca como la nieve, “El Niño de Marchena; “El de los Lobitos; “El de la Matrona; “El Gallina”; “El Palanca” y Luis Habichuela. Todos celebran que Enrique “el Ronco”, “El Granaino” y, en definitiva, el cantaor contemporáneo más interesante del Flamenco lleva un año “allá arriba”. Hoy, tu familia lleva un año pleiteando por no estar de acuerdo con tu epílogo hospitalario. Se fue Caracol; se fueron Pastora y Tomás; se fue “el de los Alcores; se fue “la Vieja”; se fue “el Porras”; se fue Vallejo; se fue “el Pijote chico” y te fuiste tú. Hoy, a pesar de tantas sentidas ausencias, el Cante sigue su marcha imparable hacia el infinito de los Dioses del Arte. Hoy me dicen, los que bien te conocieron, que querías en tus próximas grabaciones volver a tus orígenes y sacar a don Antonio (Chacón) –de nuevo- del Baúl de los Recuerdos. Hoy, Enrique, te recordamos, te queremos y te veneramos. Hoy, Morente, se cumple el primer aniversario de tu sentida ausencia. Hoy, por los milagros de las “modernidades”, te resucitáremos en videos con actuaciones majestuosas pletoritas de jondura flamenca. Hoy, hasta tus críticos más feroces, se ponen el disfraz de cordero para decir a coro que, hace justamente un año, nos dejó el cantaor más interesante de los últimos tiempos: Enrique Morente.
(Nota aclaratoria para los no versados en el Flamenco) “El de los Alcores” era Antonio Mairena “La Vieja” es como denominaba Chacón a Pepe Marchena por su sabiduría flamenca. “El Porras” es como se conocía en Madrid a Porrinas de Badajoz. “El Pijote chico”, así era conocido Camarón desde muy jovencito (su hermano Jesús es conocido en San Fernando por “El Pijote”.
(Nota aclaratoria para los no versados en el Flamenco) “El de los Alcores” era Antonio Mairena “La Vieja” es como denominaba Chacón a Pepe Marchena por su sabiduría flamenca. “El Porras” es como se conocía en Madrid a Porrinas de Badajoz. “El Pijote chico”, así era conocido Camarón desde muy jovencito (su hermano Jesús es conocido en San Fernando por “El Pijote”.
lunes, 12 de diciembre de 2011
¿Y tú de quien eres?
“Hemos creado un sistema que nos persuade a gastar dinero que no tenemos en cosa que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan” - Emilie Henry Gauveray -
Que los tiempos cambien para mejor me parece tan necesario como el aire que exigimos trece veces por minuto. Cuantos adelantos técnicos sirvan para mejorar la calidad de vida de las personas –y de los demás animales- bienvenidos sean. Cualquiera que hubiera fallecido en nuestro país hace tan solo veinte años y volviera a la vida, no daría crédito a los cambios experimentados. Quedaría estupefacto ante tantos avances tecnológicos y como se ha visto alterada sustancialmente la vida cotidiana. Una inmensa gama de artilugios inventados para ayudarnos a ser felices y que, en muchas ocasiones, solo han conseguido esclavizarnos creándonos falsas necesidades y, por ende, nuevas cadenas. Los políticos –españoles en general y sevillanos en particular- siempre nos están planteando la necesidad de armonizar tradición y vanguardismo (¿). Nos dicen que: “Tenemos que encarar valientemente los retos del futuro sin renunciar a nuestras más nobles tradiciones”. Pero, ¿quién o quienes les plantea lo contrario?; ¿en que se contradicen la “calidad de vida” con la Madrugá sevillana?; ¿en que son incompatibles la mañana del Corpus con la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío? Lo paradójico es que hemos confundido modernidad con novelería y así nos luce el pelo (al que le quede alguno todavía). Recuerdo hace unos años que hubo en Sevilla una pandemia de nombres foráneos –fundamentalmente en niñas- bastantes alejados de aquellos que considerábamos de toda la vida. Vaya por adelantado que cada cual le puede poner a sus hijos los nombres que estime pertinente (con las nuevas disposiciones legales creo que de mayores ya pueden cambiárselos). Un amigo me cuenta que un día de verano en la playa de Chipiona una “Antonia” de turno gritó desaforada: ¡Vanesa, “sarte” ahora mismo del agua!, y se salieron del tirón 139 niñas. Ponerle a una niña Maria del Carmen (como su abuela) era algo que se consideraba anacrónico, mejor llamarla Jennifer que significaba el colmo de la “modernidad”. La “plebe” de mi generación siempre fuimos conocidos por un “mote” añadido o por el vinculo materno. En mi calle yo era el “Hijo chico de Encarna” o, “Juanluí el del zaguán”. El Flamenco está lleno de nombres artísticos vinculados a las madres. Valga como excelso ejemplo el del genial “Paco de Lucía”. Lamentablemente, hoy los abuelos están desterrados y las madres andan preparando cursillos de orfandad (son madres a los que no las dejan ejercer). ¿Quién tendría hoy huevos de poner en una tarjeta de visita, José Manuel Gómez de las Heras, alias “er Cabeza” o, Julio Castaño y Domínguez, “el Chiquillo de Dolorcita”. No sería políticamente correcto que figuraran estos “borrones” en nuestra tarjeta de presentación. Más si se trata de personajes de cierta relevancia en la Ciudad. Están orgullosos de sus pasados humildes pero, eso si, en reuniones intimas de tabernas. Lo triste es que descubriremos, posiblemente demasiado tarde, que entre esos “borrones” estaban escritas las páginas más nobles de nuestra existencia. Lo demás, casi todo, sabía a plástico de tarjetas.
Que los tiempos cambien para mejor me parece tan necesario como el aire que exigimos trece veces por minuto. Cuantos adelantos técnicos sirvan para mejorar la calidad de vida de las personas –y de los demás animales- bienvenidos sean. Cualquiera que hubiera fallecido en nuestro país hace tan solo veinte años y volviera a la vida, no daría crédito a los cambios experimentados. Quedaría estupefacto ante tantos avances tecnológicos y como se ha visto alterada sustancialmente la vida cotidiana. Una inmensa gama de artilugios inventados para ayudarnos a ser felices y que, en muchas ocasiones, solo han conseguido esclavizarnos creándonos falsas necesidades y, por ende, nuevas cadenas. Los políticos –españoles en general y sevillanos en particular- siempre nos están planteando la necesidad de armonizar tradición y vanguardismo (¿). Nos dicen que: “Tenemos que encarar valientemente los retos del futuro sin renunciar a nuestras más nobles tradiciones”. Pero, ¿quién o quienes les plantea lo contrario?; ¿en que se contradicen la “calidad de vida” con la Madrugá sevillana?; ¿en que son incompatibles la mañana del Corpus con la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío? Lo paradójico es que hemos confundido modernidad con novelería y así nos luce el pelo (al que le quede alguno todavía). Recuerdo hace unos años que hubo en Sevilla una pandemia de nombres foráneos –fundamentalmente en niñas- bastantes alejados de aquellos que considerábamos de toda la vida. Vaya por adelantado que cada cual le puede poner a sus hijos los nombres que estime pertinente (con las nuevas disposiciones legales creo que de mayores ya pueden cambiárselos). Un amigo me cuenta que un día de verano en la playa de Chipiona una “Antonia” de turno gritó desaforada: ¡Vanesa, “sarte” ahora mismo del agua!, y se salieron del tirón 139 niñas. Ponerle a una niña Maria del Carmen (como su abuela) era algo que se consideraba anacrónico, mejor llamarla Jennifer que significaba el colmo de la “modernidad”. La “plebe” de mi generación siempre fuimos conocidos por un “mote” añadido o por el vinculo materno. En mi calle yo era el “Hijo chico de Encarna” o, “Juanluí el del zaguán”. El Flamenco está lleno de nombres artísticos vinculados a las madres. Valga como excelso ejemplo el del genial “Paco de Lucía”. Lamentablemente, hoy los abuelos están desterrados y las madres andan preparando cursillos de orfandad (son madres a los que no las dejan ejercer). ¿Quién tendría hoy huevos de poner en una tarjeta de visita, José Manuel Gómez de las Heras, alias “er Cabeza” o, Julio Castaño y Domínguez, “el Chiquillo de Dolorcita”. No sería políticamente correcto que figuraran estos “borrones” en nuestra tarjeta de presentación. Más si se trata de personajes de cierta relevancia en la Ciudad. Están orgullosos de sus pasados humildes pero, eso si, en reuniones intimas de tabernas. Lo triste es que descubriremos, posiblemente demasiado tarde, que entre esos “borrones” estaban escritas las páginas más nobles de nuestra existencia. Lo demás, casi todo, sabía a plástico de tarjetas.
domingo, 11 de diciembre de 2011
Una Década nada prodigiosa
Posiblemente cuando a los historiadores les toque analizar la segunda década del siglo XXI todos coincidirán en llamarla: una Década para nada prodigiosa. Fue, nos dirán, una durísima etapa donde las clases populares tuvieron que luchar denodadamente por la mera supervivencia. Todo motivado por el expolio que políticos y/o financieros sometieron a los fondos procedentes de la recaudación ciudadana (el fruto del esfuerzo y el duro trabajo de la gente). Se llevaron algunos hasta las llaves de los cajones donde parecía que una voz de ultratumba les decía: “Toma el dinero y corre”. Todos, ¡faltaría más!, salieron ilesos jurídicamente de sus tropelías, aunque el pueblo ya sabía que, por las “alturas”, pocas veces caminan cogidas de la mano la Ley y la Justicia. Buenos abogados; pleitos eternos; cortas incursiones carcelarias y, aquí paz y después gloria (sobre todo para ellos). Los que hubieran podido sobrevivir a esa pandemia de mangantes inmisericordes habrían hecho un curso acelerado y forzoso de conceptos económicos: FMI; BCE; Ibex-35; “Prima de Riesgo”; Índice Nikkei; Recesión; Desaceleración; Euro bono; Test de estrés bancarios…. Una y mil formas de enmascarar lo que sin tantos laberintos verbales nos aclaró el cuento de Alí Babá. Lo que pasa es que el bueno de Alí se tropezó con “cuarenta ladrones” y en esta década fueron algunos más los “amigos de lo ajeno”. Europa, la hermosa y vieja Europa, había sido convertida en un enorme Mercado Financiero orillando su vertebración política, social y, sobre todo cultural. La Socialdemocracia fue enterrada –o mejor incinerada- por dirigentes “socialistas” más preocupados por sus propios intereses que en propiciar el bienestar de la gente. Los Conservadores se quejaron de que poco podían conservar cuando les habían dejado una ruina de incalculable dimensiones. Olvidan, claro está, que ellos también habían sido participes activos de esta orgía desmesurada y con una “resaca” interminable en el tiempo. Unos y otros se enzarzaron en esa Década –nada prodigiosa- en interminables y estériles discusiones. Mientras, la vieja Europa, con tantos millones de muertos caídos sobre su corteza terrestre, volvió a llorar lágrimas de impotencia y pena. Sus filósofos, escritores, pintores, músicos y poetas tocaron a rebato desde la frialdad de los mármoles eternos. Trataban de alertarnos que la Cultura y el Pensamiento Libre se nos morían en Europa. El Euro mandando en nuestras maltrechas economías y, la Euro-pa, sola frente a la usura de los mercaderes y alejada de nuestra noble condición de europeos cultos y libres. Pero es justo preguntarse: ¿Qué son diez años –una década- en la Historia de la vieja y hermosa dama europea? Nada, una muesca más en el Col-45 de la Historia.
viernes, 9 de diciembre de 2011
El camarote de los hermanos Marx
Los preámbulos de las pasadas elecciones en el seno del PSOE han sido, aparte de esperpénticos, bastante clarificadores de por donde discurre hoy la izquierda española (la democrática; la otra, afortunadamente, ni está ni se le espera). El barco se hundía víctima de la ineficacia para gestionar la Crisis y por algunos casos que recordar no quiero. El problema es que este “Titanic” navegaba por los, hasta entonces, placidos mares de la vida política y, ante un hundimiento tan previsible como traumático, no había botes salvavidas (pongan aquí salva-empleos) para tanta gente. Es lo que pasa cuando la política se convierte en una profesión bien remunerada y ajena al complejo mundo de la oferta y la demanda profesional y/o laboral. Pero con el desalojo del Poder ya no hay sillones para tantos culos. Asistimos esos días a todo tipo de enfrentamientos organizativos. El Federal contra el Regional; estos contra el Provincial. Todo y todos a su vez envueltos en una clara consigna de “sálvese quien pueda” para no quedarse fuera de la esfera de la “Público”. Ya en el “Fondo de reptiles” no quedaba ni la lagartija del telón del Cine Prado. Volver a lo privado –aquellos que aun recuerden a lo que se dedicaban antes- produce vértigo y más vale sentarse en los bancos de la oposición que permanecer de pie en la cola del Paro. Quien prueba el jamón –cuando además son otros los que lo pagan- difícilmente volverá a la mortadela italiana. Forma parte de la condición humana la lucha por la supervivencia y la férrea defensa del estatus conseguido (la forma, no nos engañemos, es lo de menos). Desgraciadamente los seres humanos a lo largo de la Historia siempre han intentado camuflar la falta de ética con la rimbombancia embaucadora de la estética. En definitiva, las formas intentando enmascarar el fondo de las cuestiones. La política se ennoblece con aquellos que renunciando a la comodidad de sus profesiones pierden tiempo y dinero en propiciar la mejora de la vida de los demás. Diógenes harto de tanta corrupción caminaba a plena luz del día por las calles de Atenas con una lámpara encendida. Cuando alguien le preguntaba extrañado a que se debía su actitud él siempre contestaba: “Estoy buscando un hombre honesto”. Hoy, afortunadamente, no creo que lleguemos a tanto, pero si podríamos encender un candil para encontrar a alguien que pierda dinero al dedicarse a la actividad política. A esta obra de “desembarco” le queda un último acto y todavía lo peor –para muchos cargos socialistas- está por llegar con las Elecciones Autonómicas en Andalucía. De aquí a marzo vamos a asistir a una autentica “merienda de negros” para poder meterse, aunque sea a empujones, en el “Camarote de los Hermanos Marx”. Creo que fue Alfonso Guerra quien dijo que “fuera del Partido hace frío, mucho frió” y pronto veremos las colas que se forman en las sedes pidiendo mantas “Paduana”. Han sido muchos años de dominio socialista en esta Tierra de mares y olivos y ahora les toca probar el amargo sabor de la derrota. ¿Les servirá para algo en el futuro? Sinceramente no lo se y las coordenadas en las que se mueven actualmente no invitan precisamente al optimismo. ¿Los harán buenos los que entren en su lugar? Démosle tiempo al tiempo que al final siempre termina poniendo a cada uno en su sitio.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Este no es país para jóvenes (brillantes)
No lo es porque así lo ha determinado una clase política más preocupada de sus propios intereses que de los ciudadanos a los que dicen representar. No lo es porque unos determinados empresarios los explotan, sometiéndolos a perpetuos contratos temporales y a unas condiciones de trabajo tercermundistas (siempre contando con el disimulado beneplácito de los Sindicatos). No lo es porque unos padres, en aras de un “progresismo de salón”, se han convertido más que en padres en “colegas” de sus hijos. No lo es porque algunos profesores han configurados sus pequeños reductos educativos en algo lejano al sacrificio y a la perseverancia, creando, eso si, ambientes donde impera al “buen rollito”. Por estas y algunas cosas más podemos decir de la España actual que: “Este no es país para jóvenes (brillantes)”. Posiblemente nunca como hoy ha estado más fragmentada nuestra juventud. Los hay de todas las formas posibles y servirían para llenar folios y folios de cualquier estudio sociológico que se precie de serlo. La bien llamada “Mejor Generación de nuestra Historia” están con sus formaciones universitarias y/o profesionales consolidadas dando lo mejor de si mismos por tierras foráneas. Otros, sin estudios pero con inducida buena voluntad, intentando “buscarse la vida” en lo que pueden o les sale. Otros encantados con la situación actual viviendo cómodamente bajo el amparo de sus padres, tíos o abuelos. Los veo jugando al fútbol en campos de césped artificial (versión “torrijera”) por las mañanas de días laborables. Van camino de la treintena sin haberse estrenados todavía laboralmente. Dicen para auto convencerse y sobre todo para convencer a su entorno: ¿Si no hay trabajo, que vamos a hacer? ¿No querrán que nos peguemos un tiro? Pero claro aparte de no trabajar tampoco estudian ni se preparan para la eventualidad de un futuro que se les presente menos negro. Son la llamada “Generación Ni-Ni-Ni”: Ni estudian; Ni trabajan; Ni puñetera falta que les hace. Algunos más listillos se meten, poco a poco, en los aparatos de los Partidos (fundamentalmente en los mayoritarios que es donde está la “tela”) y se terminan convirtiendo en Maquiavelos profesionales. Miren a nuestro alrededor y comprobarán cuanto hay de cierto en mis apreciaciones. Un país que deja a su juventud más brillante y responsable abandonada a su suerte es un país que ha fracasado estrepitosamente en sus políticas sociales. Han generado y propiciado una cohorte de “inútiles integrales” más preocupados de pasárselo bien -sin medir las futuras consecuencias- que una Generación que sepa armonizar deberes y derechos (obligaciones y diversiones). Lo vamos a pagar caro, muy caro, y me temo que el chaparrón de esta tormenta no está tan lejano en el horizonte. Lo cantaba Pablo Guerrero: “Pero tu y yo sabemos que hay señales que anuncian que la siesta se acaba y que una lluvia fuerte sin bioenzimas, claro, limpiará nuestra casa”.
lunes, 5 de diciembre de 2011
La caída de las hojas o el Otoño en su rostro.
“La cuestión -me parece- no es estar solo, sino más bien saber estar solo”
- Pere Gimferrer –
- Pere Gimferrer –
Sevilla dice la tradición y el tópico que tiene una Estación del año de la que se nutre para abrirse al mundo en todo su esplendor. Evidentemente no puede ser otra que la Primavera. Con su dulce luz, y unidos al discurrir de sus ya largos atardeceres, los sentidos despiertan a la vida y a la calle para, pasando página en los sevillanisímos almanaques de Industrias Gráficas Lappi, abrir ventanas y balcones que no harán más que certificar que el crudo Invierno ha sido vencido nuevamente. La nieve se derrite para que las torrenteras avancen con su soniquete de siglos por los surcos que llenan de lágrimas las caras de las vírgenes sevillanas. Puede ser, a que dudarlo, que en los floridos abriles y mayos sea donde esta Ciudad, contradictoria como pocas, alcance sus mayores cotas de sevillanía corporativa. Dejemos pues que sea en el Otoño cuando alcancemos la soledad sevillana al machadiano modo. Caminar solos, pausadamente, felices por estar vivos y sin más compañía que nuestros recuerdos o algún amigo poco hablador y taciturno. Notar el aire fresco de la tarde. Tomar pausadamente café en el “Bar Europa” en la Alcaicería. Escuchar el repitequeo de la fina lluvia sobre las aceras que siempre tomamos por la izquierda (¿). Buscar -buscándonos a nosotros mismos- las respuestas que tan solo la Judería es capaz de darnos en estas mágicas tardes otoñales. Hoy liberado ¡por fin! del yugo laboral, empiezo a gozar de las horas que encierran los minutos verdaderamente trascendentales. Antes los días me sabían a mucho y, hoy las horas me saben a poco. Terminar, antes de que la noche rompa la magia de la tarde, en la dulce y tenue penumbra de la Capilla de Pasión. Allí está Él y allí estoy yo. Solos e inmersos en un dialogo sin sonido que nace de las entrañas del alma. Sentado, en un rincón que forma ángulo con la Virgen de la Merced, lo miras extasiado comprendiendo que en su Divino Rostro está escrita la Teología de la Liberación y todas las demás. Pasión no es tan solo el Hijo de Dios, que lo es, sino que simboliza todo cuanto el ser humano ha padecido y padece. El Señor de Sevilla nos conmueve profundamente a través de la rebelión; el Señor de Pasión nos invita a avanzar con Él un poquito más por si las cosas terminan de arreglarse. No es mansedumbre; tampoco resignación, es el dolor estoicamente soportado para que los demás lo veamos sin tener que compartirlo. El Gran Poder te transmite abiertamente su dolor; Pasión se lo calla y, a través de la reflexión, lo hace intrínsicamente suyo. Verlo pausadamente en estas tarde otoñales es un bello canto espiritual de sevillanía ajeno al bullicio que nos invadirá en la Primavera. Son momentos, los mágicos momentos, que nada ni nadie podrá nunca arrebatarnos. Serán nuestros para toda la eternidad.
domingo, 4 de diciembre de 2011
Palos en las ruedas de las bicicletas
Sinceramente no tengo muy claro si el cúmulo de virtudes y defectos que, desde tiempos ancestrales, se nos atribuye a los sevillanos sean de nuestra absoluta exclusividad o, si por el contrario, podríamos aplicar aquello de “en todas partes cuecen habas”. Insisto, no lo se, y en todo caso habría que pasar por la experiencia de vivir en otro terruño –Dios no lo permita- para sacar conclusiones comparativas. Sevilla, se dice, es una Ciudad donde siempre imperó la dualidad, el egocentrismo y un “cainismo” disfrazado de “ojaneta”. Esto es en el campo de los defectos. Nuestras virtudes son más ciertas y verificables y, no las citaré para que a algunos no se les hinche excesivamente el pecho (a más pecho más medallas). Tampoco es plan de elaborar una tesis titulada: “Sevilla, los sevillanos y su compleja idiosincrasia”. Eso si, podemos llegar a ser los más vanguardistas de España y también, como no, los más tradicionalistas. Unas veces recogemos el guante del Cubismo y, otras, pintamos inmortales frescos en los techos de nuestras capillas. Sin embargo, debo reconocer que desde niño siempre me llamó poderosamente la atención una característica que observaba en el conjunto de la sevillanía: la novelería. ¿Defecto o virtud? Tampoco sabría concretarlo y, por ende, buscarle su perfecto encuadramiento. Nunca debemos olvidar que nuestro símbolo más representativo, el Giraldillo, es un monumento a la novelería. Llamamos con nombre masculino a una efigie de mujer y, huelga resaltar, que la misma representa a una veleta. Está a merced de los vientos que soplen y siempre señalando a favor de los más fuertes y actuales. Novelería en toda su pureza o un alegato contra la firmeza. Aquí, se recogen firmas para levantar un monumento y, luego, los mismos vuelven a recogerlas para derribarlo, pues han observado que allí defecan las palomas y los “niñatos” se sientan en su pedestal para “ponerse ciegos” con los “porros” y las “litronas”. Sobre el cambio del nombre de algunas calles más que de novelería podríamos hablar de ignorancia histórica. Pero, eso si, los noveleros son siempre los otros que nosotros somos más firmes que la columnas de la Alameda (por cierto, ¿cuándo quitarán o al menos pondrán en hora el reloj “ikeano”?) Convencido estoy que cuando el Sumo Hacedor hizo el mundo, de los seis días que empleó, uno de ellos lo dedicaría a Sevilla. Pensaría: “Haré la Ciudad más hermosa de la Tierra; la llenaré de béticos y sevillistas; propiciaré que paseen por sus calles a mi Hijo y su Madre y, lamentablemente, ellos conseguirán que aquí tomé cuerpo y forma el Reino de la novelería y la “ojana”. Te incorporas a una reunión y alguien te dice: ¡Que bien te veo coj….! Vas un momento al servicio y el mismo del comentario anterior va y dice: ¡Joé, anda que no este estropeao este ni ná!
sábado, 3 de diciembre de 2011
Manolo Bohórquez
Cuando las contradicciones se equilibran en el plano sentimental dejan de serlas. Se puede sentir admiración por una persona y considerarla parte de tu círculo afectivo sin haberla tratado en exceso. Esto que les comento tiene como finalidad el concretar mi amistad con Manolo Bohórquez. Debo reconocer que a este “Gladiador” de la investigación flamenca lo he tratado brevemente en no más de seis ocasiones. ¿Se puede decir que somos amigos? Incuestionablemente, y me consta que es un sentimiento compartido. Nuestra amistad tiene como basamento nuestro cariño apasionado por el Flamenco, y una manera de comportarnos, donde prevalece la honradez, la bondad y la solidaridad por encima de otras cuestiones. Hemos “mamado” el Flamenco desde muy niños para ir configurando –con los años- nuestra existencia en torno al mismo. Nuestra vida sin el Arte Jondo sería posiblemente más pacifica (los disgustos, avatares e incomprensiones del Flamenco son terribles), pero quedaría vacía de autentico contenido sentimental. Buscamos lo culto a través de las emociones y el Flamenco se nos representa como la mágica fórmula pluscuamperfecta. Siempre en mis paseos por Sevilla le escuche decir al Maestro de los investigadores del Flamenco, José Blas Vega, que Manolo Bohórquez simbolizaba la rigurosidad investigadora del Flamenco en toda su plenitud. Me comentaba que Bohórquez era rigurosamente apasionado en sus investigaciones o, quizás, apasionadamente riguroso en cuantos nuevos proyectos acometía. Otro día, que coincidí con el Maestro Juanito Valderrama en Pasarela, me comentó que Manolo Bohórquez era el mejor Crítico de Flamenco que había en España. Así me lo comentó textualmente y así lo reflejo. Lleva ejerciendo la crítica flamenca en “El Correo de Andalucía” desde hace un montón de años (mi madre, a lo largo de su vida, siempre fue una lectora fidelísima de “El Correo” y me recortaba y guardaba las críticas de Bohórquez. Me decía de manera premonitoria: “Juanlu, ahí te he recortao lo que ha escrito tu amigo”). Se que la valentía con que afrontó algunos de sus comentarios le reportaron grandes disgustos y enemistades (llegando incluso hasta peligrar su integridad física). Ha escrito una decena de libros que se nos antojan fundamentales para despejar algunas grandes incógnitas que rodeaban al confuso Mundo del Flamenco. Desde hace tiempo se puso el ropaje de Internauta para generar el Blog de Flamenco más interesante que existe actualmente en nuestra Piel de Toro. Se llama “La Gazapera” y ya sobrepasa las 350.000 visitas. Curiosamente quien en su juventud trabajaba sobres las redes que lo protegían de una caída del andamio, hoy se mueve por otras redes, con el único fin de atrapar nuevos y buenos aficionados para la noble causa flamenca. Este “gigantón” nacido en el Arahal de verdes olivos y vecino de la Mairena de dulces naranjas y de Cante Grande de fragua, tiene cuerda –de guitarra- para rato. Es mi amigo por sentir y defender lo que yo siento y defiendo: el Flamenco como Cultura y no como un entretenimiento de juergas de señoritos y/o políticos oportunistas. Dice que está ultimando su primera novela y, a no dudar, independiente de su incuestionable calidad literaria, siempre conseguirá emocionarnos.
Esa es la diferencia fundamental: mientras el científico dice que dos y dos siempre serán cuatro; los poetas dicen que dependerá de si son rosas o claveles y, los flamencos, hacen –hacemos- las cuentas contando las cuerdas de la guitarra.
Esa es la diferencia fundamental: mientras el científico dice que dos y dos siempre serán cuatro; los poetas dicen que dependerá de si son rosas o claveles y, los flamencos, hacen –hacemos- las cuentas contando las cuerdas de la guitarra.
viernes, 2 de diciembre de 2011
Sedimentos de sabiduría
Mi abuelo Félix dialogaba mucho conmigo en mi niñez y, con los años, hay dos cosas que me han quedado meridianamente claras: una, que cuanto me decía era producto de la bondad y la sabiduría y, dos, que el recordar nítidamente, después de tantos años, sus atinados consejos es un síntoma inequívoco de que no “cayeron en saco roto”. Hoy, desgraciadamente, los abuelos ni están ni se les espera. Llevan a sus nietos –los que aún permanezcan en activo y no sean ya carne de Residencia- a colegios y guarderías y ven a sus hijos menos tiempo que a los carteros. Son elementos complementarios y accesorios en nuestras ajetreadas vidas pero, poco o nada, nos interesa aprender de ellos. Lo que han aprendido en el duro y noble ejercicio de vivir quedará perdido en la nebulosa del tiempo, pues nuestras compulsiva vida no está para prestar oídos a las” batallitas del abuelo”. Nuestra generación se crió amparada y sedimentada al calor de nuestros añorados abuelos. Los padres mantenían; las madres educaban y, los abuelos, reconducían nuestras incipientes vidas hacia metas donde primara la bondad, el esfuerzo, la solidaridad y la inteligencia. Existía un perfecto equilibrio que hoy ha sido seriamente alterado y que vamos a pagar –fundamentalmente por el orillamiento de los abuelos- a un precio muy caro. Niños sin abuelos es igual a flores sin jardineros. No llegué a conocer a mi abuelo paterno (por quien llevo su nombre) ni a mi abuela materna (también, Juan y Luisa igual a Juan Luis). Pero mi abuelo Félix y mi abuela Teresa configuran la cima de mi memoria sentimental. Los consejos de mi abuelo eran sentencias que a la postre me han servido para encarar la vida apoyándome en unos principios hoy, desgraciadamente, en desuso. Cosas tales como: “No olvides nunca que un buen lector nunca estará solo”; “No es suficiente con que parezcas honrado: además tienes que demostrarlo”; “No le hagas a ninguna mujer lo que no te gustaría que le hicieran a tu hermana”; “No metas la mano en dudosas candelas y luego te quejes de haberte quemado”; “Aprendes a separar la frontera que separa las aficiones de los vicios”…Mi abuela Teresa era la bondad personificada y no he conocido a nadie con una actitud vivencial más justa, noble y solidaria. Creo que la generación de nuestros padres ha sido la última que ha podido realizarse como abuelos potenciales. No es casualidad que mi hija le haya puesto Rafael –el nombre de mi padre- a su primer vástago. Mi padre frecuentaba casi diariamente mi casa –cruzaba Sevilla de punta a punta- para tener ocasión de relacionarse con sus nietas. No quería renunciar a su condición de abuelo y el premio ha sido la inmortalidad a través de los recuerdos sentimentales. Hoy, con esta “forma de vida” que hemos creado, las cosas van por otros derroteros. ¿Si carecemos de tiempo para dedicárselo a los niños como vamos a perderlo con los mayores? El tiempo, juez inapelable de casi todo, pondrá las cosas en su sitio, aunque posiblemente ya será demasiado tarde para las lamentaciones.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Vísteme despacio que……..
“Hay que hacer rápido lo que no nos corre ninguna prisa y así poder hacer lentamente lo que urge” - Proverbio chino –
Si algo distingue a esto que hemos dado en llamar la Sociedad moderna es por tener una clara tendencia a lo compulsivo. Todos tenemos siempre prisas y todo lo hacemos a “marcha forzada”. Parece ser que nada ni nadie escapa a esta forma actual de vida compulsiva. Incluso nuestro imprescindible tiempo de ocio queda enmarañado en la esclavitud de las agujas del reloj. Posiblemente descubramos demasiado tarde que no disponemos de mayor tesoro que la porción de tiempo concedido para vivir y, que por mucho correr, nunca conseguiremos que las horas tengan más de sesenta minutos. Tampoco, evidentemente, podremos ampliar en un solo segundo el tiempo que Dios o el Destino nos haya otorgado. Aparte de por claras connotaciones sentimentales y espirituales, me gusta hacer la Estación de Penitencia con mi Hermandad de Pasión por recuperar el placer del discurrir del tiempo sin la dictadura de los relojes. Sales, caminas sin prisa y con pausa por una Ciudad en todo su esplendor, y te recoges gozoso en paz con Dios, los hombres y, lo más importante, contigo mismo. No miras el reloj, porque aparte de no llevarlo encima, tampoco necesitas en ese tiempo de reflexión espiritual que los minutos se antepongan a los momentos. Todo queda eternizado por la belleza del temple de las cosas eternas e intemporales. Así debía desarrollarse la existencia humana: sales cuando tienes que salir; entras cuando tienes que entrar y, el intervalo que transcurre, lo rellenas de amor, pasión, solidaridad, bondad y temple. Uno, que por suerte o por desgracia ya tiene sus añitos, recuerda una Sevilla donde mandaba el hambre y reinaba la quietud. Hombres “mollatosos” de Tabernas y Colmaos. Mujeres hablando de “sus cosas” mientras lavaban en los lavaderos o “tomaban el fresco” a la puerta de las casas. Siempre, eso si, bajo un manto de estrellas en noches de verano y con olores a “Dama de noche”. Niños, jugando simple y llanamente a ser niños. Sin hacer apología de la miseria, demostrado queda, que un frigorífico repleto, un coche en la puerta y unas vacaciones en el extranjero no te garantizan la felicidad. Corremos como posesos en lo profesional, lo social, lo personal y lo cultural. Terminamos por creernos que somos importantes por no disponer de tiempo para dedicárselo a familiares, amigos e incluso hacia nosotros mismos. Hemos cambiado el “orteguiano” “Yo soy yo y mis circunstancias” por: “Yo soy yo y mi maldita agenda”. “A ver si me quedo más tranquilo y nos vemos un rato”; “Perdona que no me entretenga pero tengo mucha prisa”; “Oye te llamo y nos vemos para tomar una copa”……Todo enmarcado en una vida frenética que, desgraciadamente, muchas veces termina en la consulta del Psiquiatra o del Cardiólogo. Mientras, nuestros mayores viven la pena de sentirse solos y abandonados en lejanas Residencias; los niños los crían profesionales de la Educación; nuestras esposas quieren ser nuestras amantes y, nuestras amantes quieren ser nuestras esposas.
El sol y la luna salen cada día sin que nadie se digne siquiera contemplarlos. Nos vestimos ligeros y nos desnudamos despacio, y la vida se nos escapa de las manos sin sentirla siquiera. Somos, en definitiva, un implacable “Festina” unido a un cuerpo compulsivo.
El sol y la luna salen cada día sin que nadie se digne siquiera contemplarlos. Nos vestimos ligeros y nos desnudamos despacio, y la vida se nos escapa de las manos sin sentirla siquiera. Somos, en definitiva, un implacable “Festina” unido a un cuerpo compulsivo.
lunes, 28 de noviembre de 2011
Tiempo de silencio
Sin ningún género de dudas mi madre y mi abuela paterna han sido las dos mujeres que más han influido en mi configuración –todavía, afortunadamente, en ciernes- como hombre y, lo que es más importante, en la elaboración de mi actual credo personal. Eran vitalistas y socarronas, pero ambas, pienso que por distintos motivos, desprendían un dejillo que presagiaba un cierto pozo de amargura. La familia de mi Abuela Teresa (según investigaciones de mi primo Víctor Franco de Baux y Fernández, Asesor Histórico de Sotheby´s) desde 1757 siempre vivieron en los aledaños del Sagrario; el Salvador; San Isidoro; San Bartolomé o San Nicolás. Partidas bautismales, de casamientos o de defunciones así lo certifican sin ambages. Mi madre nació en Pilas y sus padres procedían de Carmona. Eran por tanto mujeres de diferentes generaciones; diferentes contextos urbanos y/o sociales y, aparte de una muy buena relación suegra-nuera, estaban unidas por la terrible resaca de la Guerra Civil española. Siempre de niño me pareció que ambas guardaban –por separado- un terrible secreto que las hacia vivir atrapadas por el miedo a la resurrección de la barbarie. Posiblemente mi febril imaginación infantil fuera más allá en mis apreciaciones, confundiendo en el horizonte el mar con el cielo. Las cosas pasadas siempre están –o estuvieron- en parte filtradas por la ensoñación de la niñez, y al desvirtuarlas no hacemos más que darle sentido a la Literatura. Ambas quedan, eso si, configuradas en mi memoria sentimental como dos grandísimas luchadoras por la supervivencia. Mi abuela Teresa se quedó viuda con siete hijos y cuando falleció rondando los noventa años de edad solo le vivían tres: mi tío Víctor; mi tía Carmela y mi padre. Las pasó canutas para solventar con esta “tropa” la supervivencia de cada nuevo día que el alba le “regalaba”. Mi madre, cuando pasé de la niñez a la adolescencia, me aclaró los estragos que causaron en su familia la terrible Guerra Civil. Todo, justo es reconocerlo, sin insuflarme ni un centímetro de acritud hacia nada ni hacia nadie. Llegó a Sevilla sola y con veinte años de edad. No traía más compañía que una maleta de cartón asida en la mano derecha y, a su hermana –mi tía Pepa- de catorce años cogida con la izquierda. Venía a “servir” a una Casa-Bien de la calle Conde de Ybarra (allí conoció a mi padre y se hicieron novios). Ella, que era hija de un Maestro con Escuela propia y nieta de un Médico. ¡Por Dios que nadie ose decir que con la Crisis estamos pasando los peores momentos de nuestra Historia! Me vienen todas estas elucubraciones de “majareta” sentimental después de leer una vez más “Tiempo de Silencio” de Luís Martín Santos. La primera vez que leí esta novela tenía veinte años y me la prestó un Alférez de Complemento en Ceuta (entonces la versión que circulaba tenía varias páginas censuradas). Desde entonces la leo cada cierto tiempo, y tengo la impresión de que esta excelente obra siempre formará parte de mi memoria sentimental. En este país hubo una época –no debíamos olvidarlo- donde los sonidos del silencio estaban compuestos del miedo y la pena de nuestras sacrificadas abuelas y madres. “Tiempo de silencio” alterado muchas veces por el chirriar de los cerrojos carcelarios. ¿Hoy peor que nunca? Vosotros mismos.
domingo, 27 de noviembre de 2011
El mundo, que no parado ni un momento
“Puede que, en definitiva, la función intelectual consista en introducir incógnitas en el estático mundo de los dogmas” - Eduardo Punset -
En un cuidado jardín de un pequeño pueblo de Ohio una señora del Tea Party, junto a un selecto grupo de vecinas de las mismas afinidades ideológicas, hace preservativos de croché para su sufrido y patriota marido. Mientras, los niños se pasean en columpios impolutos y mudos de molestos chirridos y una criada negra termina de prepararles el té. En una orilla del Guadalquivir, a su paso por Coria del Río, un jubilado blasfema al “coriano modo” e intenta –inútilmente- pescar algo en unas aguas tan poco cristalinas como la honradez de algunos políticos. Un vecino de un barrio periférico de Montreal recibe una llamada telefónica donde le anuncian que su larga espera de receptor de un riñón ha terminado. Ya hay donante; una nueva viuda; un alma solidaria; un riñón y, lo mas importante, una nueva esperanza de vida. En el centro de Moscú un estudiante de Primero de Piano ha encontrado, rebuscando en el antiguo baúl de su abuelo, una foto enmarcada de Lenin dando un mitin en la Plaza Roja. Tiene ambas manos apoyadas en la barandilla de una pequeña e improvisada tribuna. Con la mano derecha sujeta su clásica gorra y a su izquierda -a ras de suelo- aparece Leon Trotsky (posteriormente la feroz y sanguinaria represión estalinista eliminó de esta foto –y de todas las demás- a Trostky. Fueron los siniestros preámbulos del photoshop). Un Jefe de informativos de la RAI acaba de recibir un fax donde le anuncian que la “Prima de Riesgo” ha superado con creces el límite de los 400, y tendrá que anunciar en pocos minutos como el país mas hermoso de la Tierra puede irse al ca…. Una muchacha, licenciada en paro y componente del 15-M, acompaña a su casi centenario abuelo -ex miembro de la División Azul- a pasar el día en la UED (Unidad de Estancias Diurnas). Una madre en Somalia observa entristecida como su niño muere en sus brazos por la cornada terrible de la hambruna del “Cuerno de África”. Sus lágrimas de sal y pena inundan los mares del Dios Padre horrorizado para vergüenza de todo y de todos. Un cincuentón en un pueblo de Valladolid se mira detenidamente y con preocupación las incipientes “entradas” de su, en otra hora, hermoso pelo. Un Profesor de Literatura de una Universidad de Praga les explica a sus alumnos la enorme importancia de la obra literaria de Franz Kafka. “La Metamorfosis” como ejemplo paradigmático de cómo un relato escrito en 1915 está hoy en plena vigencia y de palpitante actualidad. Son millones de formas de como ensamblar la cotidianidad con la aventura de vivir. Mundos unipersonales e intransferibles para dejarnos meridianamente claro que nuestro espacio interior es difícilmente extrapolable. Para uno es una tragedia que su yate no termine de arrancar; para otro lo es no poder darle de comer a sus hijos. Que un multimillonaria norteamericano le haya tenido que pedir a Obama que le suba los impuestos (no le parecía lógico que su Secretaria pagara más que él) es un claro síntoma de la Sociedad que hemos –o mejor nos han- “fabricado”. Somos complejos por nuestra propia naturaleza y, a que negarlo, por una inteligente predisposición del Creador. Nos hizo imperfectos para que alcanzáramos la perfección a través de nuestras actividades cotidianas.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Sostiene Noviembre
Te reclama el alba con su lento y cansino despertar /
La mañana abre paso al transcurrir de un tiempo sin medida /
El rumor de las olas es tan lejano que parece de otro mundo /
La vida se mueve en círculos concéntricos a ritmo de Soleá /
Los días ya no los mides por minutos sino por momentos /
Ya huele a mosto nuevo y a viña vieja /
Al calor de la lumbre naces al amor y a la vida.
Y todo lo sostiene Noviembre.
Octubre fue el mes donde estrenaste orfandad absoluta /
Noviembre aquel donde empezaste a vivir por los que ya no pueden.
Llevas encima un pasaje donde prevalece la ida sobre la vuelta /
Los gañafones de la vida marcan sus surcos en tu alma adormecida /
Te reclaman y acudes más a misas de difuntos que a bautizos /
Los relojes de arena duermen el silencio nocturno de los desiertos /
Te agachas de continuo para esquivar las balas del desconsuelo /
¡Por fin!, aprendiste a distinguir las voces de los ecos /
Nunca sabrás quien pasó de quien: si Dios de ti o tú de Él.
Y todo lo sostiene Noviembre.
Cuando cumplir primaveras es ya tan solo una quimera /
Y la pasión un camuflaje de amoríos de pureta clandestino:
Ya no eres tú,
Sino tu alma reflejada en los espejos de los escaparates.
Ya no es tu voz,
Sino el susurro del eco de los ausentes.
Ya no meditas,
Sino que lo hace por ti las hojas vencidas por el viento.
Ya no rezas,
Sino que musitas oraciones pidiendo lo imposible.
Ya no esperas,
Sino que son los recuerdos del pasado los que te esperan a ti.
Ya no sueñas,
Sino que vives atrapado por la maraña de lo vivido.
Y todo, absolutamente todo, lo sostiene Noviembre.
La soledad del César destronado
Los acontecimientos históricos en su doble y complementaria vertiente de situaciones y/o personajes necesitan el paso del tiempo para ser analizados con objetividad. Digamos que nunca se puede analizar una batalla –en sentido figurado- hasta que se entierren a los muertos; se curen a los heridos; se consuelen a viudas y huérfanos y desaparezca completamente el olor a sangre y pólvora. Luego se sabrá si sirvió para algo, y si en verdad los vencidos y los vencedores los son en realidad o, si por el contrario, tienen los “papeles” cambiados. Insisto: donde escribo “batalla” siempre lo hago en sentido figurado. Hace muy pocos días se celebraron en nuestro país Elecciones Generales y se dieron dos elementos complementarios: la tremenda y prevista derrota del PSOE y la clara y no menos esperada victoria del PP (entiendo claramente que por ese orden). Después de ocho años al frente del Gobierno, y algunos más como parlamentario, se marcha de la política activa don José Luís Rodríguez Zapatero. Para no desentonar con sus antecesores lo hace literalmente por “la gatera”. Suárez, Felipe González y Aznar (la brevedad de Leopoldo Calvo Sotelo lo dejaría fuera de cualquier análisis) se fueron en “horas bajas” y cuestionados por “tirios y troyanos” (sin premio). Curiosamente con el paso de los años la Historia a través de sus analistas más cualificados les han dado un considerable repunte: Adolfo Suárez se nos presenta hoy día como el auténtico eje vertebrador de una modélica Transición; Felipe González como el mayor impulsor de la modernización, normalización e internacionalización de nuestro país y, José María Aznar, como el eje fundamental de unas coordenadas económicas que llevaron a España a sus mayores cotas de bienestar social. Evidentemente desde el pantanoso terreno de las afinidades ideológicas todos estos análisis serán cuestionados y rebatidos. Cabríamos preguntarnos al día de hoy, ¿qué dirán los analistas -pasado unos años- de la gestión de José Luís Rodríguez Zapatero? Hoy se nos antoja como algo a todas luces imprevisible. Si cuesta trabajo con los datos que disponemos analizar el presente, bastante más complicado es meterse a Nostradamus. Creo, sinceramente, que estamos ante un político de perfil muy bajo y tremendamente dubitativo (como la mayoría de los dirigentes europeos actuales) que le tocó “lidiar” una tremebunda Crisis a la que no supo, ni él ni su Equipo, por donde “meterle el capote”. Llegó con la bandera del Talante y eso nadie se lo podrá cuestionar nunca (evidentemente, al remover innecesariamente las tranquilas aguas de nuestro pasado más triste, cambió su talante por un “izquierdismo de salón”). Justo es reconocerle que ha sido tremendamente respetuoso con sus adversarios –en el fondo y sobre todo en las formas- a pesar de haber tenido que soportar “andanadas” rastreras -mediáticas y políticas- de corto y largo alcance. Esto, en nuestra España, es algo –lamentablemente- normal y va implícito en el sueldo de Mandatario. . En un país, donde hoy prevalece la descalificación más soez y la grosería más “barriobajera”, es de agradecer que un Presidente del Gobierno se nos muestre educado y respetuoso en sus quehaceres políticos. Pero, evidentemente, no solo de “buen rollito” vive el hombre y se necesitaban otras cualidades de las que, a mi modesto entender, el señor Rodríguez Zapatero andaba “cortito”.
Ahora, seguro que algunos articulistas que lo “majaron a palos” le descubren algunas virtudes ocultas. España es como es o mejor como hemos querido que sea. Creo que se nos marcha un pésimo Presidente y una buena persona.
Suerte para este “César destronado” y dejemos que sea la Historia (la de todos y no solo la de una parte) quien definitivamente lo ponga en su sitio. Zapatero es responsable de lo que es pero, no siendo poco, tampoco podemos culparle de todos los males que nos aquejan. A pesar de los intentos desesperados por parte del PSOE de separar a Rubalcaba de Rodríguez Zapatero en la nefasta gestión de la Crisis, la jugada no coló en el electorado. Cinco millones de parados son muchos argumentos como para que la gente se creyera lo que carecía de credibilidad. Lo dijo Julio César (¿o fue Napoleón?) y ahora don José Luis lo apreciará de cerca: “Las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son siempre huérfanas”. Suerte, don José Luis, tanto en lo personal como en lo profesional, permítame que le diga con total sinceridad, que cuando decidió dedicarse a la política escogió usted el camino equivocado. Evidentemente, fueron una serie de circunstancias las que le llevaron a la Moncloa y, han sido otras de muy diversa consideración las que han terminado de desalojarle.
Ahora, seguro que algunos articulistas que lo “majaron a palos” le descubren algunas virtudes ocultas. España es como es o mejor como hemos querido que sea. Creo que se nos marcha un pésimo Presidente y una buena persona.
Suerte para este “César destronado” y dejemos que sea la Historia (la de todos y no solo la de una parte) quien definitivamente lo ponga en su sitio. Zapatero es responsable de lo que es pero, no siendo poco, tampoco podemos culparle de todos los males que nos aquejan. A pesar de los intentos desesperados por parte del PSOE de separar a Rubalcaba de Rodríguez Zapatero en la nefasta gestión de la Crisis, la jugada no coló en el electorado. Cinco millones de parados son muchos argumentos como para que la gente se creyera lo que carecía de credibilidad. Lo dijo Julio César (¿o fue Napoleón?) y ahora don José Luis lo apreciará de cerca: “Las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son siempre huérfanas”. Suerte, don José Luis, tanto en lo personal como en lo profesional, permítame que le diga con total sinceridad, que cuando decidió dedicarse a la política escogió usted el camino equivocado. Evidentemente, fueron una serie de circunstancias las que le llevaron a la Moncloa y, han sido otras de muy diversa consideración las que han terminado de desalojarle.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
La verdina en la azotea
De niño, cada vez que subía con mi madre para ayudarla a tender la ropa, me llamaba poderosamente la atención la cantidad, la enorme cantidad, de verdina que había tanto en el pretil de la azotea como en las tejas por donde al agua buscaba deslizarse suavemente hasta morir en el patio. La caída libre de la lluvia terminaba en aquello que se conocía en mi “Corral de vecinos” como el “Primer Patio”. La verdina en los lluviosos días del Otoño alcanzaba unas proporciones desmesuradas. Una replica del Amazonas en plena calle “Condibarra”. Los gatos las pasaban canutas en sus sigilosos deslizamientos nocturnos y más de uno agotó las siete vidas con que le dotó la Madre Naturaleza. Como me empinaba para ver aquella maleza verde y espesa, mi madre me lo recriminaba con un contradictorio: “Hasta que no te caigas no vas a pará”. Evidentemente si me caía seguro que ya paraba (al menos el tiempo que estuviera escayolado). A pesar de los años, los ya muchos años transcurridos, recuerdo la azotea y sus aledaños con una absoluta nitidez. Su pórtico era una vieja puerta de madera que se atrancaba los días de viento y lluvia para que no diera portazos. Detrás de la misma mi “colega” de entonces, Federico Liaño, puso un póster del “Dúo Dinámico”. La azotea para nosotros –los niños de las “sandalias de goma”- significaba la libertad y el poder “fabricarnos” un mundo intimo de pequeñas transgresiones (tan “duras” como darle la primera calada a un “Bisonte”). La panorámica que se divisaba desde allí era lo que hoy llamaríamos “en tres dimensiones”. El frontal daba al Patio donde en el centro figuraba un pilón rodeado de latas viejas con pequeñas e incipientes flores de todos los colores. Una piletilla a la derecha y una serie de mujeres lavando en enormes lebrillos, sin más ayuda que un refregaor de madera y un trozo de jabón verde. La parte derecha de la azotea daba a la calle con su enorme trasiego de viandantes y el trajín de “Rocinantes” de bajo pedigrí transportando y vendiendo toda clase de mercancías (los coches entonces dormían el sueño de los….ricos). Afilaores de cuchillos y tijeras tocando su flauta para, cual “Flautista de Hamelín”, atraer a las mujeres del vecindario. En la izquierda había una alta pared para que soñaramos que detrás de la misma nos esperaba un ilusionante futuro…”Ahí está la pared que separa tu vida y la mía”. Lo realmente curioso es que con lo que representaba para nosotros la azotea –fundamentalmente en las estrelladas noches veraniegas- cada vez que la recuerdo siempre veo a mi madre tendiendo con una canasta de mimbre llena de ropas, y con varios alfileres de palo en la boca. Mientras, yo me entretenía en comprobar cuanto había aumentado de tamaño la verdina de las tejas (síntoma inequívoco de que lo verde lo traía ya en la masa de la sangre). Ayudar a mi madre a tender consistía en ayudarla a subir la canasta con la ropa recién lavada que, por cierto, pesaba más que una cuñada soltera en un Cotillón de Fin de Año. Mi recuerdo se engrandece con la voz de mi madre –se cantiñeaba bastante bien- cantando coplas por lo bajini….”Madrina, por fuera jardín de rosa, por dentro zarza de espina, Madrina…”. Al final todo cobra sentido en la rima:
Mi madre, mientras tendía,
Siempre cantaba “Madrina”;
Mi niñez, se entretenía,
Viendo crecer la verdina.
Marinerito sin brea
Ropa blanca sin soleo
¡Y niño sin azotea!
Siempre cantaba “Madrina”;
Mi niñez, se entretenía,
Viendo crecer la verdina.
Marinerito sin brea
Ropa blanca sin soleo
¡Y niño sin azotea!
lunes, 21 de noviembre de 2011
El rasante vuelo de la Gaviota
Se cumplieron a rajatabla lo que los cursis que nos rodean llamarían las “expectativas electorales”. Victoria aplastante del PP y descalabro de consideraciones históricas del PSOE. Todas las encuestas presagiaban este resultado que viene originado no –como dicen algunos dirigentes socialistas- tan solo por la Crisis, sino por la forma en que la han gestionado. 1) Se perdieron unos meses fundamentales en reconocerla, asumirla e intentar paliarla. 2) Se toma como primera medida inyectarle dinero a uno de los causantes fundamentales de la misma: los Bancos. 3) Se le recortan los ingresos a los más indefensos: los pensionistas. Luego, hemos asistido atónitos a un “carrusel” de medidas improvisadas ante el regocijo del PP que veía como les estaban poniendo el Poder “a huevo”. Era la “Crónica de una derrota anunciada” y, diríamos más, ampliamente asumida. De nada le ha servido al PSOE la profunda “renovación generacional” de sus listas electorales (Guerra, Rubalcaba, Chaves, Viera…) ni el sempiterno “asusta niños” del ya manido “que viene la derechona”. Absolutamente patético los codazos para figurar en los puestos de las listas socialistas con posibilidades de salir elegidos. Tampoco es plan de preguntar –y preguntarse- a que se dedicaban algunos antes de “meterse” en política. Aquellos que nunca consideraron la actividad pública como “una forma de vida” han retornado a sus quehaceres profesionales sin ningún tipo de trauma. La Crisis y sus trágicas consecuencias colaterales ha puesto de manifiesto -de manera rotunda- en manos de quienes estamos (Gobierno y Oposición). Cada uno ha defendido prioritariamente sus intereses, dejando a los ciudadanos varados en el puerto del desosiego y la desesperanza. Cuando les contemos a nuestros nietos al calor de la lumbre (caso de que para entonces nos quede algo de leña) que hubo una vez que los sevillanos tuvimos –coincidiendo en el tiempo- a don José Luís como Presidente del Gobierno; a don Manuel como Presidente de la Junta y, a don Alfredo, como Regidor Mayor de la Ciudad, y todo enmarcado en una brutal Crisis global, a no dudar se abrazarán con nosotros llorando. Creo firmemente que la alternancia en Política no solo es buena sino incluso necesaria. Desconfío del “Político profesional” por entender que la Política o es vocacional o no es nada. Ocho años, dos legislaturas y, desde el Concejal del pueblo más pequeño de España hasta el Presidente del Gobierno todos, absolutamente todos, a retornar a sus ocupaciones profesionales. Les toca el turno a los de “la Gaviota” y posiblemente nos queden meses donde la palabra más en uso sea la “ruinosa herencia recibida”. Pongo de nuevo mi reloj de demócrata converso y confeso para que su tic-tac me lleve una vez más a los cien primeros días de cortesía. Lamento constatar que ya hace bastante tiempo que pertenezco al volátil mundo de los escépticos. Desconfío con razones argumentadas de nuestra clase política en general. Pero como a nadie se le puede negar el beneficio de la duda, pues a esperar a ver donde nos lleva el “rasante vuelo de la Gaviota”. Empeorar a los que han sido desalojados del Poder es difícilmente realizable. Tiempo al tiempo.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Personas con talento
En la anterior y felizmente superada etapa municipal sus dirigentes decían que querían convertir a Sevilla en la “Ciudad de las Personas”. Luego, cuando Zoido tomó posesión de nuevo Alcalde dijo en su discurso que pretendía para Sevilla que la moviera fundamentalmente el “Talento”. Uniendo los dos conceptos nos saldría algo que no estaría nada mal que ocurriera: Sevilla, la Ciudad de las Personas con Talento. Sevilla…Ciudad….Personas….Talento…..y, con el añadido de una dosis de decencia y trabajo, tendríamos la fórmula perfecta para salir adelante. Pasado mañana es 20-N y estamos convocados a algo que realmente le da sentido a la Democracia: el poder votar y elegir a quienes nos representen. Atrás quedaron las largas e inútiles charlas de café “arregla mundos”. Ahora toca cargarnos de razones democráticas y dirigirnos a cumplir con nuestro deber de ciudadanos libres y responsables. Evidentemente, cada uno que vote a la opción que considere más oportuna y que más convenga a sus intereses. Dios me libre de interferir en tan sano, noble y democrático ejercicio. Como se supone que somos personas pues nos personamos en las urnas. Como además se nos presupone una buena dosis de talento votemos pues en consecuencia: de manera talentosa. No son buenos tiempos para el escaqueo ni para insuflar de pesimismo los ambientes por donde nos desenvolvemos. Nadie debe –o debía- de sustraerse de la posibilidad de votar y cambiar con su voto el significado de las cosas. Indignarse es legítimo; votar es imprescindible. No hacerlo en empezar a darle “Carta de naturaleza” a los que, de forma interesada, cuestionan a la Democracia en su conjunto. Caso de no estar conforme con nada ni con nadie –lamentablemente es mi caso- pues para eso se creó el voto en blanco. La Democracia es frágil por las fechorías que cometen actualmente no pocos dirigentes “demócratas” contra ella. Pero no podemos culpar al paraguas de la lluvia. Insisto, como decía un anuncio de hace ya algunos años: “Pase, pruebe, compare y si encuentra algo mejor cómprelo”. Mañana será “Jornada de Reflexión” y bien está que reflexionemos sobre lo que nos pasa y que podemos hacer para remediar este estado de cosas. Nuestra ausencia ante las urnas no nos quepa ningún género de dudas que siempre beneficiará a alguien que se siente cómodo propiciando el abstencionismo. Traer la Democracia a este sufrido y hermoso país costó sangre, sudor y lagrimas (más el añadido de muchos años de cárcel y destierro). Renunciar ahora a ella –la Democracia- cuando más falta hace que la apoyemos, es tirar en saco roto la durísima lucha de tantos demócratas. Sintámonos vivos y participes de las riendas de nuestro destino y del futuro de nuestros hijos y nietos. ¿Qué posiblemente vuelvan a defraudarnos los que salgan? No sería de extrañar, pero como decía al principio reivindicamos nuestra condición de personas y además con talento. Demostrémosle que no somos marionetas de salón a los que resulta fácil manipular. Guiñoles donde otros mueven los hilos sentimentales del pasado, para de esta forma poder “robarnos” nuestro presente más inmediato. ¡Votad, Votad, malditos! Que Dios reparta suerte y que sean las tripas saciadas de las urnas quien dicté la última –por ahora- sentencia democrática. Como escribió Rafael Alberti: “Galopa, jinete del pueblo caballo de espuma / ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Rencor no pases las horas
“Un hombre solo, piensa; con otro, dialoga; con dos, debate; con tres, polemiza; con cuatro, discute y, con cinco, se va a la guerra”.
No es la primera vez que escribo sobre los “comentarios” que se emiten a pie de artículos en la prensa digital. Sinceramente debo reconocer que logran inquietarme y, no digamos, a los articulistas que abordan. La mayoría de estos “comentarios” salen del tenebroso mundo del anonimato y, no pocos, destilan dosis de rencor altamente preocupantes. Se pude discrepar con un artículo en parte o en todo, o se puede uno manifestar acorde con su contenido. Pero muchos comentarios son una excusa –a través de los artículos- para atacar al articulista. En la prensa sevillana la mayoría de estos “bombardeos” se centralizan en la figura de Carlos Colón. Sinceramente, creo que no faltaríamos a la tan necesaria libertad de expresión si eliminásemos el mal gusto y la descalificación de nuestras ya incomodas vidas. “Diario de Sevilla” abre “comentarios” en todos sus artículos de opinión y esto que debía ser un necesario ejercicio democrático se configura como todo lo contrario. Tratando de desarrollar el noble ejercicio de la discrepancia se consigue darle cabida a la cerrazón y al fundamentalismo más torticero. Carlos Colón tiene hasta algunos “comentaristas de cámara” que le dan replica todos los días (sin despojarse, eso si, del antifaz del anonimato). En mi modesto blog existe –imagino que en todos- una ventana abierta a los “comentarios”. Se utiliza en contadísimas ocasiones y siempre por nobles amigos, los cuales terminan por convencernos sobre la utilidad de lo que elaboramos entre Salva Gavira y un servidor. Lógicamente el campo de las opiniones y, no digamos el de las emociones, siempre estará abierto a la sana y necesaria discrepancia y a la no menos concordancia. Eso es tan bueno como necesario. Sentir sin pensar no es existir es vegetar. Cada época genera sus propios y peculiares “personajes”. De unos años a esta parte se ha configurado una especie de “polemista” que trata con sus comentarios de ir siempre a contracorriente de todo y con todos (dicen con otras palabras lo mismo que tú pero, eso si, dejando claro su “distinto punto de vista”). Afortunadamente hace tiempo que desistí de polemizar con nada ni con nadie. Vivo cómodamente instalado en “mi cueva” y solo sacó el hocico para disfrutar de mi gente, del vino acompañado de buenos amigos, del “palmito” de las hermosas cuarentonas sevillanas y de la magia de mi Ciudad. Escribo por una necesidad vital de compromiso conmigo mismo. No descalifico a nadie a nivel personal (por una mera y simple cuestión de principios). Me interesa del político el resultado de su gestión; del artista su arte; del torero su toreo y de los seres humanos su bondad, su solidaridad, su decencia y su talento (siempre por ese orden). Reconozco que cada día me aburren más los “culturetas” de tres al cuarto que tienen todo el día el “yo” en los labios. Amo la vida ya que como decía Miguel Hernández: “aún la tengo”. Soy abuelo; estoy razonablemente sano; la mayoría de mis amigos incluso hablan bien de mí; mis “enemigos” me han perdido la pista; he visto a Jacinto pagar en las tabernas, y ya solo me queda ver al Betis jugando una final –y si no es mucho pedir ganándola- de la “Champions League”. Afortunadamente, el rencor nunca tuvo parada y fonda en mi corazón.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Muleteando
No tengo muy claro si las palabras se crearon para darle sentido y significado a las cosas o si por el contrario fue al revés. Lo cierto es que gracias a ellas –o mejor por su mal uso- podemos los humanos desde el principio de los tiempos matarnos de todas las formas posibles. El honor en tiempos honorables se tenía o se perdía en función del uso dado a tu palabra. “Te doy mi palabra de honor” decían, y aquello salvo error u omisión (como se establecía en las facturas antiguas) era el mejor y mayor aval de las personas. Hoy ya no tenemos honor ni sabríamos encontrarlo (caso de estar interesados en saber donde lo perdimos algún día). Hoy todo gira en torno a los “muletazos”. Te los dan en el plano personal; profesional; familiar; laboral; corporativo o en cualquier ámbito donde desarrolles alguna de las facetas de tu existencia. Nadie parece percatarse que coloquialmente todo gira en torno al lenguaje taurino: “A….le han puesto un par de banderillas”; “Es que ya estaba harto de que me dieran tantos muletazos”; “Le han dado una larga cambiada para quitárselo de encima”; “Valiente estocada –vulgo sablazo- nos han metio en la cuenta”. Incluso, desde tiempo inmemorial, a los cónyuges despistados de por donde andaban “sus parientas” lo tachaban literalmente de “cornudos”. Una simple palabra puede variar el contexto y significado de una frase. Digamos por ejemplo que no es lo mismo coger que tomar la muleta. La muleta se coge o bien ante una imposibilidad física transitoria para ayudarnos a caminar o, cuando el reloj de los años nos dice “hasta aquí llegaste por tu cuenta” y ya la necesitas para poder seguir andando en busca de la tierra prometida. Accidentados, inválidos o mayores apoyando su lento y difícil caminar sostenidos en un soporte metálico al que llaman muleta (bastón es otra cosa y se puede llevar también –sin necesitarlo para caminar- como un complemento cargado de exquisitez). Tomar la muleta es otra cosa. Esta la toman los toreros al concluir la faena de capa de manos de sus mozos de espadas. Es el incierto preámbulo que los puede llevar del cero al infinito. Cuando el torero toma la muleta sabe que, a partir de ese momento, la gloria puede ser tan gratificante o esquiva como la vida misma. Por eso la toma y no la coge. Quienes la cogen lo hacen para avanzar y no permanecer estáticos ante un mundo del que quieren seguir formando parte. Quienes la toman proceden a enhebrar, a través del arte y la magia, la posibilidad de crear mundos etéreos a los que definía Machado, don Antonio, como: “…..mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”. Las cosas adquieren su verdadero significado no cuando las nombramos sino cuando las sentimos intrínsicamente nuestras. Puedes decir cien veces seguidas Candelaria y te quedarás sin saber que significa realmente. Posa tus labios dulcemente en un dedo de su mano y sabrás entender en un gesto silencioso cuanto representa para ti. Existen las palabras para comunicarnos, engañarnos, amarnos, pelearnos o comprender, en definitiva, cuanto nos mienten los políticos. Existen los gestos para a través del roce y el arrullo poder escuchar el aleteo del vuelo de las mariposas y el acompasado tic-tac de los corazones. Palabra que no desemboca en gesto es palabrería hueca. La misma que hoy nos invade y nos ha convertido en meros portadores de mensajes vacíos y estériles. Hablamos mucho sin decir nada, pues nunca supimos callar a tiempo y, siempre fuimos especialistas en hablar a destiempo.
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