Posiblemente nunca como ahora hemos tenido –padecido más bien- una Sociedad donde prevalezca más el complejo mundo de las consignas. Amplíense las mismas a la existencia de un Día para casi todo (del Orgullo Gay; de la Madre; del Padre; de los Enamorados; de la Mujer Trabajadora….). No interesa profundizar en los conceptos de las cosas sino más bien resaltar los titulares de los mismos. Durante la pasada visita agosteña del Papa a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) se puso de moda una consigna por los anti….todo, consistente en un:”No con mis impuestos”. Que cada uno se manifieste de manera pacifica y civilizada, a favor o en contra, de lo que estime conveniente no deja de ser un sano ejercicio democrático. Poco, o nada, que objetar ante tales muestras ciudadanas. Faltaría más. Han sido muchos años en este país con la mordaza puesta como para cuestionar la necesaria libertad de expresión de las personas. Pero claro, cuando un “muchacho” porta una pancarta con el lema de los manidos “mis impuestos” y, resulta que tiene 32 años de edad; que no ha cotizado un solo día de su vida y que, además, participa en “botellonas” cuya recogida de toneladas de basuras le cuesta millones de euros a las arcas municipales, el hablar de “mis impuestos” se nos antoja como algo absolutamente esperpéntico. El portavoz del PSOE, don José Blanco, dejó meridianamente claro que la visita del Papa no le ha costado un solo euro al Estado. Más bien por el contrario podemos hablar –decía el señor Blanco- razonablemente de beneficios. Pero no sigamos por ese terreno que no existe peor sordo que el que no quiere oír. Desde niño siempre escuché una frase que como todo lo que nace del tópico está impregnada de verdades y mentiras: “Que a ese lo mantenemos con nuestro dinero”. Esto vale para un médico; un funcionario de una ventanilla de Hacienda; un político; un cartero; un conductor de autobuses o el mozo de espadas de un torero de relumbrón. Todo –decimos- sale de nuestros impuestos y cometemos el tremendo error de no entrar a saco en el centro de gravedad de las cuestiones. Estos días, don Alfredo Pérez Rubalcaba, recogiendo el guante que lanzó en su día, don Felipe González Márquez, ha cuestionado -con datos apabullantes- la inutilidad manifiesta y la sangría de millones de euros que representan las Diputaciones. ¡Ahí es donde debemos poner el dedo en la llaga de nuestros maleados impuestos! Evidentemente se trata de un ejercicio de oportunismo político, pues hace este planteamiento cuando de las 32 Diputaciones existentes en España, 24 están en manos del PP (también ahora han descubierto la incompatibilidad de cargos). Pero una cosa no quita la otra y debemos asumir que el oportunismo en política representa la antitesis del idealismo. Nada nuevo bajo el sol que calienta España. En las Diputaciones están mezclados funcionarios que desarrollan su trabajo de una manera honesta y eficaz, junto a políticos caducos y amortizados que ya ni recuerdan a que se dedicaban antes de “meterse” en política. Una especie de “Cementerio de elefantes” que provoca en este sufrido país una sangría de muchos, muchísimos, millones de euros. Las Diputaciones están obsoletas y sus funciones pueden ser perfectamente desarrolladas por las Comunidades Autónomas. El tema esta encima de la mesa y bien harán los políticos –de toda clase y condición- en no pasar de puntillas sobre el mismo. Diputaciones y Senado como ejemplos paradigmáticos de por donde se dilapida una parte importante de nuestros impuestos. Pero parece ser más rentable –en clave progresista- preguntarse quien paga el combustible del “Papamóvil”, antes que averiguar de donde sale el mantenimiento de tantísimos e inútiles coches oficiales (y sobre todo de sus ocupantes).
La clásica cantinela anticlerical para esconder las propias miserias.
2 comentarios:
Magnifico, Juan Luis no la han doblado en su vida y no sé en nombre de qué derechos se quejan Los derechos los crean los deberes cumplidos, y esta gente ni aporta ni va a aportar nada nunca.Saludos.
Totalmente de acuerdo con todo lo expuesto en este toma de hora, pero permíteme una pregunta, Juan Luís: Si prescinden de las Diputaciones, ¿dónde colocan a la familia, amantes, inútiles del partido y otros especímenes políticos?
Un abrazo
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