Cuando todavía las mujeres de Lebrija
no habían guardado sus velos negros en los cajones del alma por la muerte de “El Lebrijano” nos levantamos hoy con el
fallecimiento de José Menese. Triste suerte es que los tres últimos “Toma de Horas” estén dedicados a la perdida de tres grandes del Flamenco (Juan Carmona “Habichuela”, Juan Peña “El Lebrijano”
y José Menese). Tres artistas sin
cuya aportación no se podría explicar la grandeza del Flamenco contemporáneo. La
figura de José Menese se me
representa de una dimensión tan enorme que sería de necio intentar plasmarla en
estas breves y sentidas líneas. Sin
dudar estamos ante el alumno más aventajado y preclaro de Antonio Mairena y uno de los referentes más importantes del Arte Jondo. Hombre comprometido con su
tiempo y con su Cante nunca dejó
resquicios para la menor de las banalidades. Era un rebelde con causa que era la de los
desheredados de la Tierra. Su
hermanamiento con Francisco Moreno Galván
se nos representa como una de las más altas cimas del Flamenco. La Puebla de Cazalla los hermanó y el Arte Flamenco los hizo eternos. Con Menese
se nos va una manera de sentir el Arte
donde la ética y la estética caminaban cogidas de la mano. Fueron muchas las
veces que tuve la suerte de escucharlo cantar y su puesta en escena era un
canto a la liturgia y a la “jondura”
flamenca. Por si albergaba alguna duda, con la muerte de José Menese me queda meridianamente claro que mi tiempo se me
difumina entre las manos como el agua de la lluvia. Tremendo para los flamencos
este infausto mes de julio del 2016. Tenía 74
años y ha muerto en la tierra -su tierra- que lo vio nacer, crecer y hacerse
uno de los máximos referentes del Cante
Flamenco: la Puebla
de Cazalla.
Juan Luis Franco – Sábado Día 30 de Julio del 2016
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