Sevilla, de manera endémica y pertinaz, padece unos problemas sociales y económicos que la sitúan de manera vergonzante en los parámetros más altos de paro, pobreza y marginación de nuestro país. Entre los barrios más pobres españoles Sevilla hace una triste aportación muy significativa. Hace un año estuvo por esos barrios el Señor de Sevilla para llevar algo de sosiego y esperanza en esas zonas tan castigadas y deprimidas de nuestra Ciudad. Nos temíamos lo que ha ocurrido posteriormente. Detrás del Señor tenían que aparecer los humanos (la política social) para dar trigo después de la predicación. Esto no ocurrió y estos barrios siguen abandonados a su suerte. Dejemos este preámbulo social para un posterior análisis más exhaustivos y toquemos hoy algo menos importante como son los agravios comparativos que padece está Ciudad de nuestros amores y desvelos. Sevilla también está en la calle Alondra.
Si algo de manera reiterativa nos ha enseñado la Historia de esta Ciudad, a la que llamamos Sevilla y a la que muchos llevamos en el corazón como una segunda Madre, es que continua y pertinazmente vive inmersa en lo que se conoce como agravios comparativos. No es cuestión de victimismo ni de pataletas de niños mal criados es, simple y llanamente, constatar algo que resulta más que evidente. Antonio Muñoz, que se nos configura como un buen Alcalde y mejor persona, ha explotado estos días contra los abusos burocráticos que la Junta de Andalucía ejerce contra nuestra Ciudad. Primero propuso de manera razonable que administrativamente se le concediera a Sevilla la Capitalidad Oficial de Andalucía. A la Administración Municipal malagueña no le pareció oportuna está concesión y nuestra Junta archivó la solicitud sevillana. Después llegó una petición para crear una tasa turística (un euro por turista y día) que evidentemente tampoco era del agrado de los jerarcas malagueños y la Junta, como dirían los gaditanos, pegó un cajonazo. La gota que ha desbordado el vaso de la paciencia de nuestro Alcalde ha sido el ninguneo de los vuelos aéreos con la ciudad de Nueva York. Después de años de gestiones municipales sevillanas al final, en un ejercicio de truco-trato, la intersección de la Junta ha sido clave para que la concesión de estos vuelos se vayan a Málaga. Estoy convencido de que la confrontación es negativa por su propia naturaleza y que los pueblos progresan cuando elaboran proyectos comunes y solidarios. Lo que ocurre es que esto no es óbice para permanecer impasibles ante los agravios comparativos que padece Sevilla. Como ocurrió siempre la Sociedad Civil sevillana ha permanecido indiferente ante estos agravios comparativos dejando a su Alcalde (Antonio Muñoz) solo ante el peligro. Los hosteleros sevillanos andan distraídos en su permanente reivindicación corto-placista de aumentar los turistas y la calidad monetaria de los mismos (teta y sopa no caben en la boca). Los depositarios de las esencias, tan aburridos como reiterativos, cubren una parte importante de sus energías en criticar ferozmente a los políticos que no consideran afines a sus intereses antes que velar por las justas reivindicaciones de la Ciudad. La Junta ante el lógico malestar de nuestro Alcalde ya ha dicho que no hay que preocuparse. Dicen que los vuelos neoyorquinos a Málaga son buenos para toda Andalucía (sobre todo para Málaga) y que no se preocupe Sevilla que ya están trabajando para que vengan a nuestra Ciudad otros vuelos. La teoría del caramelo. Te pertenecía a ti pero se lo dieron a tu hermano. No debes preocuparte pues habrá en el futuro más caramelos y seguro que alguno terminará en tu boca. Andaluces levantaos pero sin soltar las sillas que te las quitan y se las llevan para otro sitio. Ser solidarios no puede llevar implícito el que te tomen por estúpido. Conviene no engañarse: o defendemos los sevillanos y sevillanas a nuestra Ciudad o se quedará más sola que la una. ¡Que difícil le han puesto siempre a Sevilla sus avances de futuro!
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