Cuando a Antonio Muñoz (buen Alcalde y mejor persona) lo entrevistaban era muy difícil que, de motu propio, no sacara a relucir el tema del turismo y sus infinitas bondades. Al tomar el relevo José Luis Sanz, actual Alcalde de la Ciudad, ha hecho suyo este latiguillo dialéctico y, de manera permanente, siempre nos recuerda lo afortunado que somos los sevillanos y sevillanas con este exponencial incremento del Turismo. Cada cierto tiempo se programan nuevos vuelos directos con determinadas ciudades para que el número de pasajeros que llegan a San Pablo (¿para cuando Aeropuerto San Pablo-Diego Velázquez?) sea infinito. Cada vez que un crucero de lujo surca las aguas del Guadalquivir es como si nos llegara el famoso “barco del arroz”. Es absurdo negar lo evidente en cuanto al fuerte impacto económico del Turismo en la Ciudad. Otra cosa es analizar y pormenorizar hacia donde se deriva ese beneficio y donde se depositan los grandes dividendos del tan cacareado impacto económico. Todo esto sin olvidar la inevitable perdida de las señas de identidad de la ciudades que se entregan atadas de pies y manos al Turismo (valga como ejemplo Venecia, Florencia, Roma, las Islas Canarias, los Campos Elíseos de París o la zona monumental de Barcelona). Ahora cuando nuestras autoridades se percatan de los riesgos de la enorme masificación turística proponen potenciar un turismo de mayor calidad. Todo esto sin obviar por evidentes los problemas que esta ola turística crean en la vida cotidiana de los habitantes de las ciudades. ¿Dónde y como puede encontrar un piso de alquiler un estudiante foráneo o una persona que su Empresa lo ha mandado temporalmente a Sevilla? ¿Barriadas como Parque Alcosa o Pino Montano (incluyendo sus pequeños comerciantes) en que se benefician de este fuerte impacto turístico? ¿De estos beneficios turísticos cuantos se van fuera de Sevilla a través de cadenas hoteleras multinacionales? ¿Cómo se prioriza un turismo de calidad en detrimento del “batallón de los tiesos”? Tampoco estaría de más que los Sindicatos sevillanos se pusieran a trabajar y desarrollaran un pormenorizado estudio socio-laboral de las condiciones de trabajo de los trabajadores y trabajadoras de la Hostelería sevillana. ¿Qué tipo de contratos tienen y cuantos son fijos o temporales¿ ¿Qué salarios perciben y como se les bonifica las horas extras? ¿Cuánto cobran las camareras de habitaciones (las llamadas Kellys) y cuales son sus condiciones de trabajo? Preguntas sin respuestas y respuestas sin preguntas. Nadie puede discutir que el Turismo sea bueno para la Ciudad. Este no es el debate sino más bien una afirmación que siempre se queda escueta e inconcreta. No podemos dejar que el Turismo avance a su libre albedrío y que ya lo consideremos un mal menor. Hace falta un riguroso control legislando los pisos de alquiler (antes vivir en el Centro era un privilegio; hoy es un castigo divino). Urge sacar adelante la implantación de la tasa turística y, hasta donde se pueda, defender la maltratada idiosincrasia sevillana. Sevilla siempre ha sido, es y será una Ciudad abierta, solidaria y afectuosa con quienes nos visitan. Practicar la turismofobia es una soberana estupidez. La cuestión es que somos buena gente pero no estúpidos integrales. Que no nos vendan mas motos que nunca terminan de arrancar. Nos quieren situar en la Avenida de Kansas City con una banderita en la mano cuál replica del Bienvenido Míster Marshall del gran García Berlanga. Negocian con la Ciudad (la nuestra) aunque eso sí todo lo hacen en nuestro propio beneficio (tururú). Nuestra docilidad traspasa fronteras y nos pone frente al espejo de la desidia
lunes, 22 de abril de 2024
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