viernes, 28 de mayo de 2010

La soportable levedad del ser


Cuando me siento en el ordenador para perpetrar un nuevo Toma de Horas el domingo va apurando sus últimos soplos de vida. No tengo muy claro que tema tocar, aunque –en Sevilla, Andalucía y España- el abanico de posibilidades es amplio y diverso. Hoy es Domingo de Pentecostés. A través del ordenador Franki el Grande canta magistralmente “Blue Moon”. El Betis de nuestros desvelos acaba de ganarle a la Real Sociedad de San Sebastián. Dicen las crónicas que había en el Estadio de Heliópolis (los béticos debemos ya empezar a llamarlo por su futuro nombre) más de 50.000 “criaturitas”. Háganse conmigo la siguiente reflexión: ¿qué equipo de fútbol del mundo reúne en su campo esta ingente cantidad de aficionados jugando en Segunda División? Todo a pesar de que el “Señor de las Anillas”, y su cohorte de… (pongan lo que quieran, invita la casa), han puesto de su parte todo lo que han podido para cansarnos a perpetuidad. Ningún bético quiere –queremos- perder nuestra antigüedad como militantes del sacrificio y el masoquismo. Tampoco es plan de no renovar cada año nuestro pasaporte a la Gloria de los cielos infinitos. Si es verdad que San Pedro pasa lista en la Entrada, los béticos de pro estarán marcados con una línea verde en forma de pasaporte salva-aduanas celestiales.

Esta mañana en la misa de doce, han apagado el cirio pascual, se nos dice que a partir de ahora, cada creyente debe llevar uno encendido en su interior. Debemos alumbrar por nuestra cuenta la palabra y la obra del Mesías. “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, dejó dicho. Así lo asumimos sin complejos, pero todo canalizado a través de la bondad. No podemos obviar que la maldad nos rodea y nos ataca de manera inmisericorde. ¿Debemos permanecer impasibles ante el odio y la perfidia? Sinceramente yo no lo haría. Jesús también supo reaccionar en momentos puntuales contra la sinrazón de la barbarie. Escuché esta tarde al escritor Arturo Pérez Reverte (1) hablar de la venganza como una actitud defensiva legitima del ser humano. Lo hizo en el más que excelente programa de Jesús Vigorra, “El público lee”, en la 2 del Canal Sur. Comentó sin tapujos: “si alguien le hiciera un daño premeditado a mi hija que no le quepa la menor duda que se las vería conmigo”. “No tengo ninguna fe en la Justicia, lo cual me legitima para defender a los míos tomándome la justicia por mi mano”. Los razonadores de lo políticamente correcto nos dirán que: “eso significaría volver a la ley de la selva”; “que entonces el conjunto de leyes que emanan de la Constitución carecería de sentido”; o “que la venganza nunca es buena compañera”. Todo muy racional, muy noble y muy democrático. De lo que no tengo duda es que si alguien le hiciera daño a algunos de mis seres más queridos (a mi nieto ni les cuento) y, caso de que la Justicia lo sitúe tranquilamente paseando por las calles, yo tomaría cartas en el asunto. Como dice Pérez Reverte (por cierto no se pierdan su ultima novela “El asedio”): “eso es lo que pienso hoy, pero igual llega el momento y donde dije digo, digo Diego”. Todo puede –o podría- ser. Mejor de todas formas navegar por la vida con la mar en calma que en la vorágine de la tempestad. Lo que no cabe ninguna duda es que el ser humano no es pacifico o violento por naturaleza, sino motivados por las circunstancias de cada uno. Los hay que nacen criminales, otros se van horneando en la tahona de la maldad y los más, a los que Jesús llamaba “justos y limpios de corazón”, solo sacan a pasear el tomajo indio cuando los suyos son vilmente atacados.

Volvamos a las cosas hermosas. Dentro de muy pocas horas saltarán la reja los almonteños para pasear por la Aldea a la Reina de las Marismas. Alberti escribió aquello de: “nunca fui a Granada” y yo (perdón por la comparación) nunca fui al Rocío. Solo he estado en la Ermita en un par de ocasiones veraniegas camino de Matalascañas. Tengo amigos muy rocieros que me animan a que no “entregue la cuchara” sin hacer el camino aunque sea una sola vez. Ya sinceramente lo veo difícil. Es de suponer, que en torno a ese mítico millón de personas que pululan estos días por la Aldea habrá de todo como en botica. Los años me han enseñado a opinar con moderación de lo que entiendo y nada de lo que me resulte ajeno. Allí habrá especuladores, famosillos con ánimos de “dejarse ver”, tristes y patéticos rescoldos de “señoritos” andaluces (hoy desgraciadamente abundan entre el” puño y la rosa”), “tiesos” aparentando lo que no tienen y gente, muchísima gente, que van a culminar sus anhelos de promesas al calor de los rescoldos de su fe. Simple y llanamente acuden a rendir pleitesía a la Reina de las Marismas, la Virgen del Rocío. ¿Qué comen y beben en cantidades industriales? Bueno, pero no seamos fariseos, ¿o es que los semana-santeros no nos pegamos bastantes “latigazos” durante la Cuaresma y la Semana de nuestros amores? Recuerdo hace algunos años que leí una novela de Alfonso Grosso (1928-1995) dedicada a la romería del Rocío titulada “Con flores a María” (1981). La misma me provocó una fuerte impresión, y me abrió por primera vez en mi vida, la posibilidad de conocer in situ cuanto narraba este tan genial como olvidado escritor sevillano. Luego la cosa no prosperó, y al final mi actividad rociera consiste, en ver pasar cada año a la Hermandad del Salvador por el andén del Ayuntamiento sevillano. En fin, yo me lo temía: estos domingos tontorrones de Mayo empiezas hablando de Frank Sinatra y terminas con las impagables sevillanas de Los Romeros de la Puebla”. Lo dicho: la soportable levedad del ser.

(1) Arturo Pérez Reverte se ha permitido en más de una ocasión despotricar contra Sevilla y sus tradiciones. Para mí sinceramente es un más que excelente escritor de bastante éxito, como desafortunado y falto de ética en algunos de sus artículos. Desgraciadamente muchas veces lo bufonesco y lo original caminan de la mano. Pero como lo que dijo en “El público lee” de Canal Sur lo suscribo, no me parece de recibo ignorarlo. Allá cada cual –y nunca mejor dicho- con sus batallitas.

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