Cuando la luna nos mostró su lado oculto
Esperábamos
agazapados la amanecida;
Luego,
azoteas y patios se abrieron a la vida
Para
que el sol iluminara cuerpo y alma.
La
cal de las paredes resplandecía
Y
el viento se hacía rumor de caracola;
Mientras,
nos brindaba el agua de la fuente
Su
cantarina voz de eterna enredadera.
Tiempo
de un tiempo sin medida
Envuelto
en celofán de mil colores
Palabra
que se pierde por vacía
En
la panza de barricas vinateras.
Nos
despertó en plena madrugada
La
voz ronca del aire en la ventana,
Nos
arrullamos como gusanos de seda
Para
vencer las sombras de la noche.
Liberamos
al poema de su encierro
Con
la música de aquel viejo organillo,
Todos
amamos con gozoso desenfreno
Como
si Dios nos abriera la sacristía.
Teníamos
un miedo frío
Envuelto
en un frío miedo
Cuando,
¡por fin!
Vimos
a Penélope
En
lo alto del promontorio.
Nos
dimos las manos solidarias
Para
espantar dolor y desconsuelo
Los
vimos acercarse sigilosos:
“Ya
están aquí” dijimos,
Los…
¡Pájaros de mal agüero!
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