Sabía que ya nunca volvería
donde los sueños
se vuelven tornasoles;
allí donde la vida es
tan solo un portalón
que le da paso a Dios
en Primavera.
Logró sumar años y fortuna
allá por territorios de ultramar.
Una aventura con final feliz
y digna de cantarse en Habanera.
Cambió higo chumbo por papaya
y la Copla por la Cumbia,
paloma por papagayo
y plazoleta por plaza.
Un niño seise del ayer
reciclado en un viejo hacendado;
un toque de campana apagado
por la nostalgia de la distancia.
Nazarenito de armiño
con una vara en la mano
callejeando entre luces
de paraísos perdidos.
Sabe perfectamente
que hoy por “allí”
es el Domingo de los domingos.
Mira al cielo y se sonríe
mientras musita un cante
por lo bajini:
“Yo voy a una fuente y bebo /
y el agua no la aminoro /
lo que hago yo es aumentarla /
con las lágrimas que lloro”.
(de “Las Siete Revueltas -2011)
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