sábado, 20 de julio de 2013

Las barandillas del Puente





El pasado miércoles día 17 asistí en la querida y soñada Triana a un evento de los que te dejan huella en el alma: la presentación de la última obra de Ángel Vela (“Triana, la otra orilla del Flamenco”).  Había mucha, muchísima gente trianera, flamenca y sevillana (Alcalde incluido). En contra de mi inveterada costumbre de no asistir a actos políticos, sociales o culturales, acudí a este al conjuro de un buen amigo y un trianero de postín del que me gusta sobremanera lo que dice, lo que hace y lo que escribe. Nada más que terminó de hablar Ángel Vela (antes lo habían hecho el Editor, el Alcalde de la Ciudad y el prologuista de la obra, Antonio Reina) me marché antes de que empezara esa ceremonia que existe en el Flamenco y que confunde verdad y “ojana”. Ángel me conoce bien y no le da importancia a mis saludables y clásicas espantadas.  El viernes día 19, como cada mañana, acudo a tomar café al “Bar Dominó” de mi Barriada de Pino Montano. Allí nada más que llego me ponen cada día junto a un excelente café la edición de “El Correo de Andalucía”. Veo que Manolo Bohórquez, critico de Flamenco del citado periódico, dedica casi una página a la obra de Ángel Vela. Me deja patidifuso comprobar que Bohórquez hace una crítica demoledora y pormenorizada del citado libro. Solo le faltó rematar el citado artículo con un: “Tonto el que lo compre”.  Sinceramente el problema que se me planteó no es que un crítico no esté legitimado para escribir en libertad de cuanto llegué a sus manos. ¡Faltaría más!  La cuestión es como a muy pocas horas de haberse presentado y presuponiendo que tuvo que dejar la crítica la noche anterior en la redacción del Diario le dio tiempo a una lectura tan profunda (se trata de un libro muy denso en páginas y contenido). Sinceramente, créanme si les digo que he estado dudando si escribir este “Toma de Horas” y mandárselo a Salva Gavira para que lo cuelgue en el Blog. Hace tiempo que desistí de perder el tiempo en polémicas ajenas y que terminan por aburrirme. Pero creo que éticamente debía dar al menos mi opinión.  Para terminar, tres cuestiones que no por sabidas deben ser obviadas. Mi relación con el Flamenco es la de ser un buen aficionado y un gran estudioso del mismo (cincuenta años de afición-pasión me contemplan). No soy por tanto ni critico, ni investigador, ni erudito, ni nada que se le parezca. Solamente participé como un “pardillo” (como siempre de forma gratuita) en la configuración de un libro sobre la vida y la obra de Manuel Vallejo que resultó a todas luces fallido. Una y no más Santo Tomás. Que escriban de esto los que de verdad saben.  Siento un gran aprecio personal por Manolo Bohórquez al que considero en la cúspide de la mejor crítica flamenca. Mi amistad con Ángel Vela es sólida e imperecedera pues así lo ha querido él desde siempre. Todo esto me ha dejado un poco descolocado y me pareció oportuno dejar reflejada aquí mi intrascendente opinión. Quede claro que no acudo al rescate del amigo (que para nada lo necesita) sino al reclamo de la verdad y el rigor del que cada día, desgraciadamente, andamos más escaso. La semana entrante compraré el libro y lo leeré para sacar mis propias conclusiones. Pocas dudas albergo que cuanto contenga me hará crecer en mi ya larga carrera de aficionado. Lo dicho: “…las barandillas del Puente se meneaban cuando yo paso”.

1 comentario:

José Luis dijo...

Querido Juan Luis: ¡Cómo no te he visto en la presentación! Me hubiera encantado tomar una copa contigo. Espero que en otra ocasión coincidamos y la tomemos.
A mi también me parece dura la critica de Bohórquez, creo que ni Ángel ni el libro lo merecen. Un abrazo, amigo.