En la 1 de TVE había un debate sobre la Pandemia con corresponsales extranjeros destinados en nuestro país. Uno de ellos comentó que en Suiza se sienten muy aliviados. El motivo era que por fin se va a levantar el veto de la distancia social de los dos metros. Ya los suizos podrán relacionarse como toda la vida: a cinco metros. Los datos de la Pandemia en España son tremendos. Hemos sobrepasado de largo el millón de contagios (la cifra más alta de Europa) y la lista de fallecidos es un suma y sigue desolador. Parece ser que con los datos en la mano, más pronto que tarde, se vislumbra un nuevo confinamiento total. Cuando se les pregunta a los expertos los motivos del "desmadre viral" de esta "Segunda ola" apuntan varios factores. Pésima gestión política de la Pandemia con medidas tardías y mal sincronizadas. Caso omiso a los criterios y advertencias de los científicos. Olvido sistemático a las demandas del personal sanitario. Luchas partidistas ideológicas que priorizan los intereses políticos antes que la salud y el bienestar de las personas. Por último algo que va en consonancia con el carácter español y que consiste en: afabilidad social, espíritu callejero y una cierta anarquía existencial. Aquí los besos, abrazos y achuchones forman parte de nuestra cotidianidad. Eso está muy bien pero ahora en circunstancias tan especiales toca lo que toca. No se trata de tomar la calle, se trata de que la calle (el virus) no nos tome a nosotros. Nos va la vida en ello. Estado de alarma. Toque de queda. Confinamiento. Zonas perimetrales. Todos conceptos difusos y ambiguos que nos llevan inexorablemente a un dilema existencial: la calle o la vida.
lunes, 26 de octubre de 2020
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