Con soniquetes de Puente de Toreros
Vuelve la luz que alumbra la mañana
El que camina firme entre luceros.
Aunque algunos se empeñen en lo contrarío Sevilla siempre supo distinguir entre lo sustancial y lo efímero. La salida y estancia del Señor del Gran Poder en lo que algunos llaman, despectivamente, "Territorio comanche " ha sido tan beneficiosa como histórica. Barrios humildes donde el día a día se presenta cualquier cosa menos fácil. Por unos días (esperemos que sirva de precedente) sus vecinos se han sentido gente importante y tan sevillanos como los demás. Los medios de información locales han dedicado muchas páginas y horas en focalizar el tránsito del Señor por esos lares. Lugares urbanos dejados de la mano de Dios y, sobre todo, de los que nos administran vidas y haciendas. Hoy, después de su periplo catedralicio, el Nazareno de San Lorenzo vuelve a su Casa. Allí volverá a su rutina (bendita rutina) de atender los ruegos, súplicas y confidencias de la gente (su gente). La que siempre lo tiene como un faro luminoso que alumbra los encrespados mares de la vida. Su temporal ausencia ha sido sentida hasta en los décimos (no vendidos) de la Administración de Lotería de la Plaza de San Lorenzo. Como decía Santa Teresa, Dios está en todas partes y el Gran Poder es, en Sevilla, la parte sustancial de todas las partes. Vuelve a su Casa mostrandonos que la verdadera Evangelización consiste en predicar y dar trigo. Tres semanas, tan sólo tres semanas, que ya quedarán grabadas para siempre en la Historia de la Ciudad.
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