“Busca en tu prójimo espejo;
pero no para afeitarte,
ni para teñirte el pelo.
(Antonio Machado)
El pasado miércoles 27 de Diciembre del año que se nos fue cumplió Joan Manuel Serrat 80 años de edad. Un referente imprescindible de la cultura sentimental que se engarza en cientos de miles hispano-hablantes. El paso del tiempo se nos configura con una velocidad de crucero y vivimos de manera vertiginosa hasta intentar alcanzar la meta de los sueños irrealizables. A ciertas edades cada día que amanecemos en perfecto estado de revista es un regalo del Cielo o de la Madre Naturaleza. Nuestros referentes culturales-sentimentales cumplen años y nosotros, para no dejarlos nunca solos, los cumplimos con ellos. Casi sin darnos cuenta formamos parte del Club de las últimas veces. Octogenarios al Poder. Haces la Estación de Penitencia con tu Hermandad y cuando te recoges, ya bien avanzada la noche, cansado, dolorido y dichoso te piensas para tus adentros: “Puede que esta ya sea la última vez”. Te viene a la mente que ese comentario lo hiciste también el año pasado y te ilusiona poder repetirlo el que viene. Alguien escribió que el presente es eso que pasa por nuestra puerta mientras que estamos distraídos analizando el pasado y programando el futuro. El frenesí de la Sociedad actual es vinculante y termina atrapando a todos los segmentos sociales y generacionales. No hay tiempo ni para parar el tiempo. La mayoría de las películas y series actuales están trufadas de altos grados de violencia y morbosidad. Los informativos, en una clara contradicción social, superan con creces a la ficción. Las buenas noticias han desaparecido y existe poco interés en darle un poco de oxígeno a las castigadas huestes terrenales. Lo positivo ni vende ni interesa. Se trata de convertir una noticia regular en mala y una mala en malísima. Bien está que se nos cuenten las cosas como han sucedido pero sin convertir las grandes tragedias en números circenses. Ves un par de capítulos de cualquier serie de moda y cuando te levantas del sofá tienes balazos por todo el cuerpo. En un ejercicio de masoquismo ves íntegramente el informativo (telediario) y cuando termina te entran ganas de asomarte a la terraza pidiendo socorro. ¿Dónde estará escondido el positivismo de nuestros años infantiles y juveniles? ¿Quién nos escribió en el felpudo de la puerta “Bienvenida tristeza”? ¿Quiénes nos meten en el cuerpo esta permanente dosis de ansiedad que hace supermillonarios a los fabricantes de ansiolíticos? Lo cantaba el gran Serrat: “Hoy puede ser un gran día, date una oportunidad “.
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