martes, 23 de enero de 2024

El valor de las palabras


Sinceramente, cada día resulta más complicado poder ejercer el noble y necesario ejercicio de dialogar. No debería preocuparnos que con el paso de los años nuestras opiniones sean difusas y cambiantes. Esto es consecuencia de lo que vives, lo que lees y lo que oyes. Nada ni nadie se puede presentar ni como fijo ni como eterno. Para que un diálogo sea realmente constructivo son imprescindibles dos factores: saber ejercer de oyente y no tratar nunca de pontificar. Hoy, lamentablemente, nadie escucha a nadie. Salen a la calle manejando un par de temas con los que se sienten cómodos y le van dando la barrila a todo aquel que se preste a servirles de sufridos receptores. Hablan y hablan de temas que a nosotros no nos importan pero, a lo que parece ser, para ellos son fundamentales. Como siempre, les adelanta que no te interesa en absoluto el tema que te está “largando” pero a ellos eso no parece importarles. Cuando pacientemente los llevas escuchando un buen rato siempre te sueltan un “tú dirás que me enrollo un montón “.  Tienes que armarte de paciencia al ser personas por las que sientes bastante aprecio y que te retrotraen a una ya lejana época juvenil. Desde muy joven siempre me ha gustado relacionarme con quienes me han enseñado a navegar por los procelosos mares de la vida. La clave consistía en saber escucharlos y someter a tu criterio cuanto de positivo te enseñaban. Hoy creo que esto ya resulta imposible. Nadie escucha a nadie. La mayoría de las tertulias televisivas son una jaula de grillos donde manda el exabrupto, la descalificación y, en algunas ocasiones, hasta el insulto. En clave de dialogo político algunos de los comportamientos observados en “nuestros” Parlamentos (Congreso y Senado) son absolutamente denigrantes. Sentado en sus escaños tenemos a toda a una gama de especímenes “políticos” que aparte de iletrados desarrollan un matonismo militante. Debemos congratularnos que el Parlamento Andaluz se configure como uno de los mas sensatos de nuestro país y donde el insulto y la descalificación ni están ni se les espera. Moreno Bonilla, Juan Espadas o Inmaculada Nieto son políticos cargados de civismo y eso siempre es de agradecer.  Se discute, unas veces con mas virulencia que otras, pero las pistolas se quedan guardadas en las armerías. Vivimos en una Sociedad donde actualmente se carece, por desinterés, de referentes intelectuales y morales. Se vive portando la mochila de la estupidez por las veredas de la ignorancia. Hoy manda el mundillo de los/as influencer que no necesitan ningún bagaje intelectual o moral para manipular las vidas del “personal”.  Funcionan como meros trasmisores comerciales (previas comisiones) de marcas inocuas y posiblemente muy caras. Videntes digitales de cremas sanadoras y/o reparadoras. Poco podemos hacer con quienes se sienten cómodos con su ignorancia. No existe peor esclavo que el que le da lustre a sus cadenas. Ni sabemos ni queremos aprender. El dialogo constructivo  ha muerto.  ¡Viva el ruido y la bronca! 

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