viernes, 2 de febrero de 2024

Israel Fernández

“Veinticuatro horas al día
si tuviera veintisiete
tres horas mas te querría”


Demostrado queda que el Flamenco es una continua y permanente caja de sorpresas. Se terminan ciclos con generaciones de grandes artistas y, a continuación, aparecen los que vienen a  tomar el relevo de la generación anterior.  No son mejores ni peores: son  distintos en las formas pero coincidentes en el fondo. Afortunadamente tenemos en la actualidad un brillante ramillete de grandes y jóvenes artistas del Cante, el Toque y el Baile. Gracias a la semillas sembradas por los que se fueron tenemos Flamenco del bueno para rato. En el Cante masculino actual, cuando todavía está vigente el reinado de Miguel Poveda, aparece un toledano de 34 años de edad llamado Israel Fernández que ha llegado “para formar el taco”. Desarrolla su discurso Jondo con una mezcla equilibrada de ritmo, compás, armonía, templanza y conocimiento. Su Cante discurre entre la sabiduría de lo viejo y la frescura de lo nuevo. Su acompañante habitual a la guitarra es Diego del Morao (hijo del gran Moraito Chico) y que se nos configura como uno de los más grandes guitarristas actuales. Algunos osados ya han comparado a este dúo flamenco con el que formaron en su día Camarón y Paco de Lucía. Despacito y con buena letra que las prisas nunca fueron buenas compañeras de viaje. Dejemos que Israel y Diego vuelen y creen en libertad y ya el tiempo nos dirá el alcance de ese vuelo. Motivos para la esperanza los hay y en una medida considerable. Recuerdo hace ya muchos años que un compañero de sentires flamencos de Zamora me habló por primera vez de Israel Fernández. Todavía era un niño y ya apuntaba unas maneras flamencas mas que notables. Afortunadamente ya ha sobrepasado la aduana donde se guardan los juguetes rotos en que se convirtieron y se siguen convirtiendo muchos niños-prodigios. Israel y Diego; Diego e Israel tienen las cabezas muy bien amuebladas y solo pretenden que su Arte avance con paso firme por las  hermosas veredas del Flamenco. Saben de donde  vienen y, lo más importante, saben a donde van. No es el momento de compararlos con nadie ni con nada. Son portadores de la herencia de sus ancestros en un mundo globalizado donde solo puede salvarnos lo identitario. El Flamenco de hoy no es más que un reflejo del Flamenco del ayer y un anticipo del Flamenco del mañana. Eslabones de una fértil cadena hecha de gozos y penas que siempre sostiene con firmeza la Madre Andalucía. 

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