Nos sorprendió la tormenta
en plena madrugada.
Nos apretujamos unos
con otros para paliar
soledades de cuerpos
y almas.
La noche nos clavó
su aguda espina de
siglos de pena
y desconsuelo.
Clamamos al Cielo
pero al parecer Dios
no tenía intención
de comparecer.
Las enamoradas suspiraron
en el Libro de bitácora.
Los valientes se arremangaron
las mangas de las camisas.
Los cobardes buscaron excusas
para irse a los camarotes.
Padecíamos la tormenta
imperfecta.
Terminamos exhaustos
de remar contracorriente.
Las gaviotas tomaron forma
de buitres carroñeros.
Despertamos a la vida
viendo el arco iris
reflejado en el horizonte.
Alguien dijo: ¡Uf, por los pelos!
y beso su estampa
de la Virgen del Carmen.
Al final concluimos que
nada es perfecto:
ni nosotros,
ni Dios,
ni tampoco la tormenta.
(de “Las Siete Revueltas”-2011)
1 comentario:
Me ha gustado mucho tu poema, sobre todo cuando dices "Clamamos al clielo pero al parecer Dios no tenía intención de comparecer".
Un saludo desde la trinchera del verso.
trincheradelverso.blogspot.com
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