lunes, 1 de diciembre de 2014

Diciembre





Dicen de ti que eres como
la espuma de los mares:
blanca, hermosa y efímera.
Siempre te sentaron bien
las  pandereta y los
portales de gente solidaria.
La nieve es tu mejor
aliada a los sones
de viejas campanillas.

Llegas y nos hieres con
la flecha de la infancia.
Alfa y Omega del paso
de los días, caleidoscopio
reflejado en los cristales
del centro de la Ciudad.

No temes al pasado pues
tú eres el ayer eterno.
Te despiden a golpes de
confetis brindando siempre
por el nuevo visitante.
Llegas cansado de la vida
y la vida, en un pesebre,
te devuelve la ilusión.

Me hieres pero te quiero,
pues no hay rosa sin espina
y ya lo dice el refrán:
¡Todo lo bello lastima!

Tú vienes para hablarnos de paz
y nosotros, pobres ilusos,
siempre hablamos de guerras.
Tan solo te entendieron los niños
y los campanilleros y, a que negarlo,
hasta ellos están en desbandada.

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