lunes, 5 de septiembre de 2022

Tiempos de incertidumbre



Vivimos tiempos difíciles de analizar pues quienes se encargan de dirigir nuestras vidas y (modestas) haciendas ponen cuanto pueden de su parte para que esto no ocurra. La tan manoseada verdad ni está ni se le espera. Aunque esto parece importarle poco al personal. Un Ministro/a  de nuestro Gobierno puede decir una cosa el lunes; contradecirse el martes y plantear lo contrario el miércoles. No pasa nada y al equivocarse demuestran que son humanos pero habría que preguntarse si aciertan al rectificar o cuando no rectifican. Este pasado mes de julio descartaron la necesidad de una cuarta dosis para frenar los avances del virus (aunque miremos para otro lado siguen falleciendo muchas personas). Tres días después se nos dice que sería conveniente ir pensando en vacunar en otoño a los mayores de 70 años de edad y a los residentes en Centros de Mayores. Cinco días después se  plantea que lo sensato sería vacunar a todos los mayores de 60 años. Más pronto que tarde se llegará a la conclusión de vacunar (o no) con otra dosis a todo el personal (todo esto cuando la tercera dosis no sé la ha puesto una parte considerable de la población). Este es un Gobierno que cada día proporciona gratuitamente  “balas” a la oposición y esta dispara a todo cuánto se mueva hacia adelante. Se trata de mantener el Poder o de conquistarlo a toda costa. ¿Legítimo en una Democracia? Posiblemente, pero no todo vale para gobernar ni todo vale para llegar al Gobierno. Salvo honrosas excepciones el nivel de nuestros políticos actuales es paupérrimo y manifiestamente mejorable. Nos arropamos en la bandera del sectarismo y solo vemos los defectos del bando contrario. La necesaria capacidad -nuestra capacidad- de análisis objetivos y constructivos es ya una tarea a la que renunciamos para no tener que enfrentarnos a la realidad. La capacidad de pensar, que a la postre se nos presenta (o debía presentarse) como la herramienta más poderosa con la que cuentan los seres humanos, duerme el sueño del olvido existencial. Pensar es una tarea complicada y es mejor que piensen otros por nosotros. La incertidumbre ya forma parte de nuestras vidas cotidianas y convivir con ella se ha convertido en algo habitual. La política de hoy se traduce en operaciones de marketing donde a corto o largo plazo nos hacen creer en falsos Mesías. Ponga un Juanma (buena gente) o  una Yolanda (sonrisa permanente) en sus vidas y todos  sus problemas desaparecerán como por arte de magia. Estaba claro que el populismo había llegado para quedarse y solo de nosotros dependerá por cuánto tiempo. Lo curioso es que los populistas siempre son los demás. Un país que se retroalimenta de la confrontación permanente siempre tendrá un escaso margen de mejora. País que diría el genial Forges.

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