Existen personas que, para vivir, necesitan estar todo el día provistas de cascos y mosquetones. Que lo hagan en aras de su libertad individual me parece lícito y a lo que no tendría nada que objetar. Equivocado, según mi manera de pensar y sentir, pero cada cual sabrá donde levanta sus trincheras. Lo malo es que pretenden situarnos en las de enfrente para no terminar aburriéndose. Quienes me conocen saben que puedo tener muchos defectos pero entre ellos no está el del sectarismo. Viene todo esto a cuento a raíz de mi “Carta abierta a doña Andrea Fabra”. Desde entonces he recibido en mi correo distintos mensajes que, disfrazados por el turbio e innoble sedimento del anonimato, han cuestionado mi rigor y objetividad. Un par de ellos me decían que seguro que caso de producirse alguna disculpa por parte de la diputada de Castellón yo no la mencionaría. Como esta, aunque un poco tarde, se ha producido no me duelen prendas en transcribirla literalmente. Doña Andrea Fabra se ha disculpado y aquí paz y después gloria. Equivocarse es humano y rectificarse de sabios. Poco más que añadir. Hoy es 18 de julio. Hoy hace ya muchos años empezamos un camino de barbarie y sinrazón que, parece ser, algunos pretenden se perpetúe en el tiempo. A mí que me registren. En mi casa nunca tomó forma el rencor y la inquina ni hacia nada ni hacia nadie. Feliz día para todos los españoles de buena voluntad.
miércoles, 18 de julio de 2012
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