Confundieron las ramas
con las hojas y al viento
solano lo llamaron aire
de verano. Dijeron amistad
donde procedía decir interés.
No supieron distinguir
orgullo de soberbia y
mezclaron vanidades
y ambiciones. Llamaron
amor a la lujuria de la noche,
pusieron trampas a corderos
disfrazados de lobos.
Hablaron entre ellos
sin distinguir las voces
de los ecos. Los cuadros
envejecieron sin sentir
el tic-tac en los relojes
de los días y las horas.
Negaron sus pañuelos
para enjugar las lágrimas
de sal y vinagre. Vaciaron
sus almas para llenar
copiosamente sus cofres
y arcones. Al final se
olvidaron del filo de
la navaja y, la sangre,
les goteaba en sus
zapatos de charol.
(de “Tiempo de Incertidumbre” – 2013)
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