lunes, 12 de mayo de 2014

El llanto de la vela





Despertó la luna en el agua del arroyo
y se durmió el sol entre las doradas espigas.
Mientras,  las campanas de la torre
enmudecían su tañir plañidero.

Las monjas del Convento de San José
rezaban un Ave-María  por los vivos
y un Padre-Nuestro por los muertos.

Las velas derramaban su cera
en el borde de las palmatorias.
La noche era dueña del pueblo
y el pueblo dueño de los días.

Los ricos dormían con un ojo abierto
y los pobres ni a dormirse se atrevían.

Alguien voló sobre el nido del cuco
y aterrizó con un plomazo en un ala.
Las barcas se mecían al compás de la brisa
arrulladas por el eco de una Habanera.
Gritaron ¡Agua!
y corrieron los fantasmas
en desbandada por las calles.

Las monjas del Convento de San José
rezaban un Ave-María por los vivos
y un Padre-Nuestro por los muertos.

El lento llanto de la vela marcando
el compás del tiempo de la noche.


(de “Tiempo de Incertidumbre” – 2013)

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