miércoles, 1 de junio de 2016

El minuto de gloria






Cada día que pasa -siendo ya muchos- estoy convencido de que mi frustrada vocación es la de sociólogo. Sin petulancia por mi parte me considero un fino y sagaz observador de cuanto me rodea y trato de analizar el comportamiento de las personas con las que comparto espacio y tiempo. No lo hago desde una curiosidad tendente al cotilleo sino más bien desde unos posicionamientos vitales. El bus municipal se me manifiesta como el máximo exponente del comportamiento de no pocas personas. Suelo cogerlo un par de veces al día y en el mismo coinciden personas de distintas edades, sexos y condición social.  Bien es verdad que ahora con los whatsapp la gente habla más bien poco y así es muy difícil  poder formarse una opinión de cuanto te rodea. Con la aparición de los distintos canales de  televisión, las redes sociales y los nuevos artilugios las cosas han variado de manera bastante ostensible. Se ha producido una verdadera revolución en nuestra manera de pensar, sentir y, sobre todo, expresarnos.  La verdad es que suelo ver muy poca televisión (de la radio soy un auténtico fanático) y solo lo hago en momentos puntuales. De vez en cuando me gusta ver algunos concursos para comprobar el nivel de los concursantes.  En no pocas ocasiones te lleva grandes sorpresas al comprobar el “nivelito” cultural mostrado por algunos/as (incluso con títulos universitarios). Lo que si de un tiempo a esta parte llama mi atención es como siempre pretenden atrapar “el minuto de gloria televisiva”.  Más que demostrar habilidad y destreza concursando para poder optar a algún premio se trata de hacerse notar. Le piden “permiso” al conductor del programa para contar un chiste, cantar una canción o, simplemente, hacer alguna gracieta. Algo que logre perpetuarlos mediáticamente de por vida y de lo que poder presumir en el trabajo, la universidad o en la visita a la frutería del barrio. Vivimos una época donde muchos de nuestros comportamientos son inducidos por los ideólogos de turno. No solo secuestran nuestra manera de pensar y sentir sino también la posibilidad de expresarnos libremente. “Salir en la tele” y desperdiciar la oportunidad de hacerse notar es algo a lo que pocos parecen estar dispuestos.  La gloria en un minuto o, mejor, el minuto de gloria.





Juan Luis Franco – Miércoles Día 1 de Junio del 2016



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