viernes, 21 de septiembre de 2012

La Ciudad idealizada


“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” - Gabriel García Márquez -

¿Es realmente Sevilla una ciudad idealizada? ¿Tienen razón los intelectuales que así lo proclaman? Sinceramente, con el transcurrir de los años, creo que Sevilla funciona como el retranqueo de sus majestuosos canastos semana-santeros: un paso atrás, un paso adelante y otro paso atrás (pasado, presente y…pasado). Solamente en un par de ocasiones, dentro de mi dorada juventud, la he sentido desde la distancia y, en ambos casos, nunca la sentí más añorada y querida. Primero, con motivo de los “ardores guerreros” que me impusieron por tierras ceutís. Luego durante un semestre laboral en la Costa Brava catalana. La soñaba desde la lejanía y la sentía más mía que nunca. Idealización en estado puro para entendernos. Sevilla es singular y en ella concurren aspectos difícilmente imaginables en cualquier otra ciudad. Los analistas históricos (rigurosos) coinciden que, a lo largo de su Historia, se ha destruido no menos del ¡setenta por ciento! de su patrimonio artístico-cultural. Sevilla siempre, en sus distintas épocas, fue sometida a grandes expolios (tanto por los de fuera como por los de dentro). Hoy se nos muestra, a pesar de los cantos de sirenas del “Régimen” político imperante, como una Ciudad sumida en un perpetuo subdesarrollo: un sempiterno estado de dejadez y postración. El Paro que padece es terrorífico y tiene sumida a muchas familias en una situación permanente de incertidumbre y desconsuelo. ¿Cómo se puede hablar de las bondades de una Ciudad cuando muchos de sus habitantes no tienen ni para comer? Esta sucia en su conjunto y el vandalismo puso por estos lares su banderín de enganche. Es la capital política de Andalucía sin haber obtenido a cambio más que criticas feroces de las “provincias hermanas”. Sus mejores talentos emigran en busca de sitios donde se les reconozca su valía y, los mediocres de todo cuño se instalan gozosos, a perpetuidad, en sus despachos enmoquetados. Se deja morir impunemente su Patrimonio en peligro (Santa Catalina, Convento de San Leandro….) y se construyen costosos mamotretos faraónicos seudo-modernistas (vulgo “Setas” de la Encarnación y Estadio “Olímpico” de la Cartuja). Se sigue sosteniendo a lo largo del tiempo un falso debate entre tradición y vanguardia, como si ambos conceptos no pudieran ser complementarios. No queremos plantear un panorama que nazca del pesimismo, sino que tratamos de argumentar si en verdad Sevilla es una Ciudad idealizada. La vertebración urbana, sin un Metro integral, sigue siendo una asignatura pendiente. Los barrios de la periferia se han convertido en unos reductos de habitabilidad con bares, colegios, farmacias, Centros de salud, tiendas, cocineros vocacionales, cotillas aburridos de lenguas tomar y, donde la Cultura ni está ni se le espera. Un ciudadano es igual a un voto y después que le den por…. Sevilla, como Ciudad idealizada, solo cobra su autentica dimensión en su Semana Mayor. Así me lo reconocen personas con sensibilidad y talento y poco, o nada, relacionada con sus aspectos religiosos y/o cafradieros. El resto del año es una quimera soñada (buscada muchas veces y muy pocas encontradas).
 
Aquí ha hecho falta que mueran dos muchachos muy jóvenes para que, mucha gente futbolera, enterraran el hacha de guerra. No nos queda otra: o la soñamos idealizándola o la padecemos habitándola.

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