Es que ya no saben a quien le toca mover ficha:
Si a ellos o a Dios”.
Toca Paco de Lucía la “Rondeña” de don Ramón Montoya y está dicho casi todo. En ese “casi todo” cabe media Andalucía. Caben las mujeres enlutadas subiendo trabajosamente las cuestas de sus pueblos encalados. Cabe la mañana soleada en “Bajo de Guía” mientras los pescadores reparan las redes de sus barcas. Caben los jornaleros que vuelven cansados y sudorosos después de arañarle las entrañas a la tierra. Cabe un Arco; un Puente; una Rampa; un Palenque y una Ermita. Cabe un alado poema depositado suavemente entre los encajes que dejan las olas al besar la arena. Caben maletillas soñando la gloria en noches de luna llena apoyados en las cercas de las dehesas. Cabe un Cante, un Canto, una Copla y una Canción desesperada. Cabe la desesperanza traicionera y la Esperanza de que nada está perdido irremediablemente. Cabe el farol de una calleja y la espadaña de una torre. Cabe un racimo de uvas y un cántaro con agua fresca. Caben la risa de un niño y el llanto de un anciano (o la risa de un anciano y el llanto de un niño). Cabe el lento goteo de una soga sobre el brocal de un pozo y el tilín-tilín de la campanilla anunciadora del Santolio. Cabe un albardón colgado en la alcayata de un taller y una rueca de hilar con abuela incluida. Cabe un Cante de Trilla y el bamboleo de un abanico. Caben una mirada furtiva y un furtivo huyendo de las miradas. Cabe la sombra de un árbol y el repiqueteo del agua de la lluvia en los tejados. Cabe la mirada huidiza de un gato y la bondadosa de un perro. Caben los sonidos del silencio y el estruendo de la tormenta que barrunta lluvia. Cabe un soliloquio y un debate a tres bandas. Cabe el pájaro cantarín y los “pájaros” pendientes de “cantar”. Caben las cigüeñas de un campanario y el beso perdido de una enamorada. Cabe el resbaladizo palo de una cucaña y los ojos de un Puente. Cabe el oriundo y el forastero. Caben los conventuales rezos matinales y los gozos nocturnos envueltos en sabanas de seda. Cabe la soledad del mundo y la nostalgia de los desterrados. Cabe la belleza de la buganvilla y la lesa insustancialidad del cardo borriquero. Toca Paco de Lucía la “Rondeña” de don Ramón Montoya y está dicho casi todo. En ese “casi todo” cabe todavía media Andalucía.
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