“Las niñas de los olivares
que se ponen por horquillas
las ramas que tira el aire”
Lo dejó escrito para la eternidad Miguel Hernández desde su Orihuela natal de gozos y duelos compartidos: “Andaluces de Jaén / aceituneros altivos / decidme en el alma: ¿Quién, quien levantó esos olivos?”. Andalucía más que tierra de campos y mares lo es de olivos centenarios y olas que mecen sus noches de luna llena. Cazadores inmisericordes cuelgan en los olivos a los galgos que ya no les son de utilidad para sus actividades cinegéticas. Caballero Bonald puso letra a unas majestuosas Bulerías que cantaba el hoy injustamente olvidado “Turronero”. Decía así: “Olivaritos del campo / quien los varea / veinticinco chiquillos y una correa”. Campesinos andaluces ebrios de pena negra y sin más salida que la senda de los vientos elegían los olivos para ahorcarse. En una tierra donde a muchos jornaleros históricamente los han tratado como a perros ¿qué más les daba a los caciques que de un olivo pendiera un galgo o un hombre? Hace muy pocos meses Andalucía estrenó Presidenta. Sevillana, trianera y bética confesa. Doña Susana Díaz nos trae un discurso “nuevo” para una tierra que se lame sus heridas con el ungüento mágico del aceite de sus olivos (de cada diez niños andaluces cuatro pasan hambre). Veremos, y sobre todo comprobaremos, donde nace la verdad de los hechos y donde lo hace la impostura de las promesas incumplidas. Entre las pocas cosas nobles que le van quedando a esta maltratada tierra está la altivez de sus aceituneros. Treinta largos años de “Reinado Socialista” han determinado que seamos habitantes de una Región donde el Paro y la Miseria tomaron forma planetaria. El eco de la Soleá se muere lenta y dulcemente entre las ramas de los olivos y la guitarra de Paco de Lucía le da a la tarde su necesario halo de andalucismo. Desde los despachos enmoquetados les roban el futuro a los jóvenes y el sosiego a los ancianos. Por entre los olivares se escuchan los ecos enjundiosos del Cante por Soleá de Arcángel….”Los aires llevan mentira / y el que diga que no miente / que diga que no respira”.
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