Me encuentro por los aledaños de La Alfalfa
a Joaquín (Joaquinito para los muchos que bien le queremos). Es el hijo de un
gran amigo mío de quien ha heredado su nombre y, lo más importante, su talento
y su infinita bondad. Joaquinito debe tener aproximadamente la
edad de la mayor de mis hijas y hace tiempo terminó con excelentes notas la
carrera de Arquitectura. Un muchacho
brillante fiel reflejo de una excelente generación a la que poco a poco están
apagando. Tiene una magnifica formación humanística y unas enormes ganas de
dedicarse a la materia que estudió y le da sentido profesional a su vida. Como
esa mañana los dos teníamos tiempo nos sentamos a tomar café en la Plaza del Pan. Me hace de manera
pormenorizada una detallada situación de cómo les va a la gente de su
generación que aúnan talento, formación y tesón. No encuentran ningún trabajo no ya tan solo
acorde con sus formaciones sino de ningún tipo. Tan solo temporales empleos
basuras muy cortos en el tiempo y más cortos aún en los indignos salarios que
perciben. Los están literalmente machacando y cada día reciben nuevos portazos
a sus aspiraciones. Me comenta que está intentando por todos los medios no
abandonar la Ciudad de sus amores
pero que al final, como tantos, se verá obligado a exiliarse profesionalmente.
¿A esto llaman nuestros gobernantes salida de la crisis y creación de empleo?
¿En la España actual que oportunidades tiene un joven
talentoso cuyos padres no tengan una saneada cuenta corriente? Nos tienen instalados en la mentira y, como
pasó siempre, ocultan las miserias del presente con las promesas de un futuro
que nunca termina por llegar. Pagaremos caro, muy caro, esta expoliación de
jóvenes talentos. Los cielos que perdieron ellos y, sobre todo, nosotros los
viejos rockeros. La frontera de la
ilusión cerrada a cal y canto.
Juan Luis Franco – Lunes Día 12 de Septiembre del 2016
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