“Cateto es quien considero un mérito definitivo,
un privilegio del destino, el azar de haber nacido
en un cierto sitio”
- Antonio Muñoz Molina -
Sinceramente no tengo demasiado claro si los males endémicos (o las bondades) que se les adjudican a nuestra Ciudad son exclusivos de la misma o, más bien, propios de la sociedad y la época que nos ha tocado vivir. Con esto que han dado en llamar “La Aldea global” puede que a través de las redes sociales se demuestre con absoluta nitidez que, para lo sensato y lo estúpido, ya estemos plenamente equiparados. ¿Podemos afirmar que los figurones, los envidiosos y los “chaqueteros” son patrimonio de Sevilla? ¿No sería más prudente asumir que estos “atributos” son patrimonio de una gran parte de la Humanidad? Estoy convencido de que mientras escribo estas líneas habrá un japonés emocionado escuchando un cante por Soleá. Posiblemente un finlandés estará leyendo en pleno recogimiento al poeta Luis Cernuda y un norteamericano estará escuchando la sonanta de Paco de Lucía. Un vecino de un barrio de Sidney sentirá envidia del ascenso que le han otorgado a un compañero reuniendo él muchos más méritos. Un escritor marroquí se sentirá ufano de haber sido nombrado para dar un Pregón que le llevará del vacío a la nada. Un bombero de Berlín dirá digo donde antes decía Diego en aras de un prometido ascenso. Luego están las tradiciones, los aspectos culinarios y las raíces familiares que ahí si podemos encontrar diferencias sustanciales entre unos y otros. ¿Cuántos habitantes de la Tierra entonarán al mismo tiempo un Padre nuestro que estás en los cielos y cuantos pondrán sus vidas en manos de Mahoma? Nos han hecho creer que somos diferentes sin pararse a pensar que las diferencias políticas, étnicas, religiosas y/o sociales han provocado millones de muertos a lo largo de la Historia. La Cultura, el Arte y las Ciencias tienen –o al menos debían tener- como principales objetivos la unión y el fortalecimiento de los pueblos. Todos sufrimos y gozamos y todos estamos expuestos ante los avatares del destino. Las peculiaridades son el basamento para desarrollarnos y crecer en las diferencias y nunca pueden ser el caldo de cultivo de la intransigencia y la intolerancia. No podemos creernos el ombligo del mundo cuando existen dudas razonables de que este lo tenga. Sevilla y lo sevillano es una parte mágica y profunda de esto que ahora llaman “Aldea Global”.
Juan Luis Franco – Viernes Día 17 de Febrero del 2017
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