Cada día que pasa estoy más convencido de la atinada teoría de las tres
personalidades con las que pasamos por la vida y sus circunstancias. La primera es lo que la gente cree que somos, la segunda es lo que nosotros creemos ser y
la tercera lo que somos en realidad.
Puede que las dos primeras se basen en criterios subjetivos y en la
tercera es donde más cerca se encuentre el rigor de la objetividad. De todas formas nada en la vida es inamovible
y estas teorías pueden ser susceptibles de cambios de lo más diversos. Nos
puede empezar a valorar en positivo alguien que no nos tenía mucha estima o
puede ocurrir todo lo contrario. Cambia la vida y con ella cambiamos todos
nosotros. Recuerdo en mi juventud cuando
un día le pregunté a un viejo anarquista, zapatero remendón en el zaguán de mi
“Corral de vecinos” (el mismo que un
día, harto de todo y de todos, se terminó suicidando) que significaba ser de
izquierdas. Nadie me la ha definido nunca mejor que este atormentado buen
hombre. Me dijo: “Ser de izquierdas es ser siempre solidario con los más desfavorecidos. Rebelde con los poderosos (y los
poderes que promueven la injusticia)
y sensible ante el Arte, la
Cultura y la
Belleza ”. Tres conceptos que como los de la personalidad
nos siguen rondando por todas las esquinas. En no pocas ocasiones las
justificaciones que parecen servirnos a nosotros mismos no se las concedemos a
los demás. Somos complejos por nuestra
propia naturaleza y en el libre albedrío estará siempre la capacidad de elegir
que camino tomamos en cada momento. Más que preocuparnos por el que dirán de
nosotros debíamos hacerlo por tener siempre a nuestra conciencia en perfecto
estado de revista. Vivir en armonía
empieza por hacerlo con nosotros mismos.
Juan Luis Franco – Lunes Día 6 de Febrero del 2017
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