La semana pasada se me dió bien en clave cinéfila. Noticias, muy buenas noticias, del celuloide. No está mal que podamos aliviarnos un poco de tantos datos sobre la pandemia. Ha sido agobiante como se ha abusado de nuestra paciencia y se ha puesto en tela de juicio nuestro sentido de la racionalidad. Clint Eastwood cumplió 90 años y nos sigue regalando Obras Maestras que, a la postre, son fundamentales para entender el cine contemporáneo. El Princesa de Asturias de las Artes se le ha concedido a dos genios de la música del Séptimo Arte. Me refiero a Ennio Morricone y a John Williams. Música pensada y desarrollada para que las películas se vuelvan eternas ("La Misión", "Tiburón', E.T., el extraterrestre", "Cinema Paradiso", "La Guerra de las Galaxias", "Indiana Jones", "Novecento", 'El bueno, el feo y el malo".....). También aparecen en castellano las memorias de Woody Allen ("A propósito de nada" - Editorial Alianza). Es el último libro que he leído y se puede disfrutar tanto como con sus películas. Eso sí, siempre y cuando dejemos aparcado en el desván de las cosas inútiles el alma de inquisidor que, a que negarlo, todos llevamos dentro. El Cine como fábrica de sueños y de mágicos mundos compartidos. Clint Eastwood, Ennio Morricone, John Williams y Woody Allen (entre los cuatro suman 353 años) son una parte consustancial de nuestra Cultura sentimental. Como cantaba el gran Luis Eduardo Aute...."Cine, cine, cine. Más cine por favor".
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