Este era el título de un bolero que posiblemente se nos presente como el más triste de la Historia de los boleros. El tiempo avanza imparable incluso en este confinamiento de cuerpos y almas. Resulta curioso que casi nunca estamos satisfechos con el discurrir de las horas. Unas veces, en situaciones difíciles, deseamos que pasen de manera vertiginosa. Otras, cuando los momentos de felicidad llaman a nuestra puerta, queremos que se detengan cosidas a las paredes del alma. Vivimos el presente entre lo que dejamos de hacer ayer y lo que haremos mañana. Nos ha pillado de improviso el largo y cálido verano sevillano. Desescalando y con mascarillas celestes como el cielo de la Ciudad. Pero es imposible parar el tiempo y, por añadidura, también hacerlo correr más deprisa. Reloj no marques las horas y si lo haces dejanos acompañarte en las duras y las maduras. Nos va la vida en ello.
miércoles, 17 de junio de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario