“Sabemos hoy más y más cosas, pero cada vez menos importantes” - Ananda K.Coomoraswany -
Cuando nuestras vidas, en todas sus variantes, sufren el estigma de la banalización, no es arriesgado decir que la Cultura se encuentra en la actualidad banalizada. Hoy prima, fundamentalmente, lo insustancial y todo gira en torno a una noria compuesta de cartón piedra. No podemos por tanto pedirle a la olvidada, manipulada e ignorada Cultura, que escape a la configuración general de las cosas que nos rodean. Nuestras relaciones familiares, personales, laborales o sociales están encuadradas en el resbaladizo terreno de lo insustancial y bajo el perverso manto de la mentira (¿decimos en la “cara” de nuestros familiares, amigos, vecinos o compañeros lo mismo que comentamos de ellos a sus espaldas? Que cada uno se responda a si mismo). Por consiguiente podríamos preguntarnos: ¿Cuál es el estado de “salud” de la Cultura en la actualidad? ¿La necesitamos verdaderamente libre de impurezas o más bien como un juguetillo de entretenimiento? ¿Nos hemos acostumbrado o bien a ignorarla, o a someterla al destino papeleril de “usar y tirar”? Solemos decir: “Bastantes problemas tengo yo ya como para encima comerme el coco”, y, con esta afirmación-negación, obviamos la posibilidad de crecer como seres humanos. La Literatura, el Cine o el Teatro nos hacen vivir cientos de vidas ajenas a la nuestra. Nos sirve para escaparnos de nuestra asfixiante cotidianidad y abrir –a través del desarrollo intelectual y emocional- las fronteras de nuestras mentes. La Música, la buena Música, nos traslada a distintos estados de ánimo que determinan en definitiva nuestro grado de sensibilidad. Compruebo, no sin una cierta preocupación, que caminamos del vacío a la nada. Algo que sigo tan de cerca como el Flamenco no escapa –cosa bastante lógica- al grado de banalidad que nos invade. Me llegan grabaciones flamencas recién salidas del horno y, dada la calidad de sus intérpretes, con buenas expectativas comerciales. Lamento constatar que ni como aficionado ni como estudioso del Arte Jondo me dicen nada nuevo (y lo que es peor tampoco nada viejo). Me pasan películas de enorme éxito taquillero donde la Historia queda ninguneada por los efectos especiales. Novelas que consiguen primeros premios -muy bien dotados económicamente- y que son un canto a la vaguedad más insustancial. Parece que existiera una conjura política para tener a la gente colgada en el limbo. Puede –yo no lo descartaría- que todo forme parte de una programación hábilmente planificada para combatir la “peligrosidad” de las mentes libres y pensantes. No entiendo como en una Sociedad con tantos cauces para el desarrollo intelectual, y tantas vías para obtener información, sigue triunfando la bien llamada Tele-Basura. Resulta paradójico que en plena dictadura franquista, y con una sola televisión en blanco y negro, se dieran programas de una calidad que al día de hoy no han sido superados (Estudio-1; la Clave; Entrevistas de Joaquín Soler Serrano…..). Algo no funciona para que la Cultura se haya vuelto cada día más elitista y rotundamente alejada de la mayoría de la población.
Es preocupante que hayamos renunciado a crecer intelectualmente y nos terminemos convirtiendo en zombis parlanchines. Nunca podremos lograr cambios colectivos en la Sociedad si previamente no cambiamos nosotros a titulo individual. Dios me libre de dar lecciones de moralina a nadie pero, visto lo visto, nos queda poco margen para el optimismo.
Cuando nuestras vidas, en todas sus variantes, sufren el estigma de la banalización, no es arriesgado decir que la Cultura se encuentra en la actualidad banalizada. Hoy prima, fundamentalmente, lo insustancial y todo gira en torno a una noria compuesta de cartón piedra. No podemos por tanto pedirle a la olvidada, manipulada e ignorada Cultura, que escape a la configuración general de las cosas que nos rodean. Nuestras relaciones familiares, personales, laborales o sociales están encuadradas en el resbaladizo terreno de lo insustancial y bajo el perverso manto de la mentira (¿decimos en la “cara” de nuestros familiares, amigos, vecinos o compañeros lo mismo que comentamos de ellos a sus espaldas? Que cada uno se responda a si mismo). Por consiguiente podríamos preguntarnos: ¿Cuál es el estado de “salud” de la Cultura en la actualidad? ¿La necesitamos verdaderamente libre de impurezas o más bien como un juguetillo de entretenimiento? ¿Nos hemos acostumbrado o bien a ignorarla, o a someterla al destino papeleril de “usar y tirar”? Solemos decir: “Bastantes problemas tengo yo ya como para encima comerme el coco”, y, con esta afirmación-negación, obviamos la posibilidad de crecer como seres humanos. La Literatura, el Cine o el Teatro nos hacen vivir cientos de vidas ajenas a la nuestra. Nos sirve para escaparnos de nuestra asfixiante cotidianidad y abrir –a través del desarrollo intelectual y emocional- las fronteras de nuestras mentes. La Música, la buena Música, nos traslada a distintos estados de ánimo que determinan en definitiva nuestro grado de sensibilidad. Compruebo, no sin una cierta preocupación, que caminamos del vacío a la nada. Algo que sigo tan de cerca como el Flamenco no escapa –cosa bastante lógica- al grado de banalidad que nos invade. Me llegan grabaciones flamencas recién salidas del horno y, dada la calidad de sus intérpretes, con buenas expectativas comerciales. Lamento constatar que ni como aficionado ni como estudioso del Arte Jondo me dicen nada nuevo (y lo que es peor tampoco nada viejo). Me pasan películas de enorme éxito taquillero donde la Historia queda ninguneada por los efectos especiales. Novelas que consiguen primeros premios -muy bien dotados económicamente- y que son un canto a la vaguedad más insustancial. Parece que existiera una conjura política para tener a la gente colgada en el limbo. Puede –yo no lo descartaría- que todo forme parte de una programación hábilmente planificada para combatir la “peligrosidad” de las mentes libres y pensantes. No entiendo como en una Sociedad con tantos cauces para el desarrollo intelectual, y tantas vías para obtener información, sigue triunfando la bien llamada Tele-Basura. Resulta paradójico que en plena dictadura franquista, y con una sola televisión en blanco y negro, se dieran programas de una calidad que al día de hoy no han sido superados (Estudio-1; la Clave; Entrevistas de Joaquín Soler Serrano…..). Algo no funciona para que la Cultura se haya vuelto cada día más elitista y rotundamente alejada de la mayoría de la población.
Es preocupante que hayamos renunciado a crecer intelectualmente y nos terminemos convirtiendo en zombis parlanchines. Nunca podremos lograr cambios colectivos en la Sociedad si previamente no cambiamos nosotros a titulo individual. Dios me libre de dar lecciones de moralina a nadie pero, visto lo visto, nos queda poco margen para el optimismo.
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