lunes, 12 de marzo de 2012

Marzo en las enredaderas del alma



Despiertan los patios con la Primavera ¿Qué andarán buscando las enredaderas?; Con la Primavera, tras de los cristales: ¡Una flor morena! - Sal Marina –

Se puede ser lunes y ser un lunes cualquiera. Se puede ser un día trece en el calendario y entrar en el “malfario” de ser encima martes. Pero cuando eres un lunes día doce marzo, la cosa empieza a cobrar un significado especial. Una cierta perspectiva a corto plazo de algo grandilocuente, que dirían los cursis del lenguaje. Esto, que los pregoneros llaman los “Preámbulos del gozo”, empieza lenta pero inevitablemente (¿quien querría evitarlo?) su cuenta atrás. “Otro Domingo de Ramos” (como empieza el excelente trabajo discográfico que nos ha regalado Enrique Casellas bajo la tutela de Pasarela, “Antología del Alma Sevillana”) se nos vislumbra en el cercano horizonte. Siempre me he preguntado por donde empiezan a abrirse los Domingos de Ramos en Sevilla. ¿Quizás por Triana? ¿Por los aledaños de la Judería? ¿Por San Lorenzo o el Salvador? ¿El Cerro o San Roque quizás? ¿La Trinidad o San Juan de la Palma? ¿El Puente de San Bernardo, mi Puente? ¿Bajo un Arco que hiere con sus flechas de amor y belleza a los corazones sevillanos? ¿Por la cornisa del Aljarafe? No sabría decirlo, aunque posiblemente todo se conjugue y confluya en torno a las sonrisas ilusionadas de los niños: los que hoy lo son y los que un día lo fuimos. En ninguna parte del mundo existe una Semana la cual se empieza como niños ilusionados y, se termina convertidos en venerables ancianos apresados por la melancolía. Cada Ciudad tiene unas señas de identidad que la definen allende sus fronteras. Una especie de ADN sentimental. Pamplona y sus Sanfermines; Córdoba y sus Patios; Cádiz y sus Carnavales; Valencia y sus Fallas…..En Sevilla es su –nuestra- Semana Santa quien mejor representa a esta Ciudad en toda su plenitud y grandeza. Es una Fiesta Religiosa de Pasión (aunque a algunos no les termine de cuadrar esta denominación (¿Fiesta, Religiosa y de Pasión?) compleja y heterogénea. Representa a que dudarlo un fiel reflejo de la idiosincrasia que configura el sentido de la existencia sevillana. Se mezclan luces y sombras; ruidos ensordecedores y silencios monacales; novelería y recogimiento; bulla y quietud; cristianismo de salón y creyentes comprometidos; iconoclastas y capillitas; vanidad y humildad y, todo, absolutamente todo, cosido con los hilos de seda y oro del barroco sobre el manto, eterno e imperecedero, que cubre las tradiciones que emanan de los Libros de Familia del ayer. Es festiva porque se celebra desde el gozo que enaltece todos los sentidos del alma. Es religiosa por tener el trasfondo ineludible del calvario y la muerte de Jesús de Nazaret y, es pasional, porque sin pasión todo quedaría relegado a un vacuo ejercicio de contemplación pasiva. En la Semana Santa sevillana todos nos sentimos, en una u otra medida, actores de una hermosa representación que se repite y renueva todos los años (incluso los que se “escapan” de Sevilla esos días llevan a “su” Semana Santa adherida a su piel).

Unos pocos de atardeceres más y volverán a nacer las hermosas enredaderas de la primavera sevillana. Aquellas que nos enredan amorosamente con nuestro pasado y nuestro presente. Un despertar a la vida y un caminar gozosos al encuentro de los laberintos sentimentales de la Ciudad. Hasta Dios nos perdona ese día que no creamos ya ni en Él siquiera, basta con que creamos en que su Hijo está hecho a la medida de nuestros laberintos urbanos y sentimentales. Para aquellos que se resisten a dejarse vencer por las emociones –están en su pleno derecho- siempre les quedará la Esperanza que, aquí –en Sevilla-, es lo último que se….gana.

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