viernes, 18 de mayo de 2012

Cultura: irredenta Cenicienta


El aire, el alimento, el afecto y la cultura son –o debían serlo- los elementos fundamentales para cubrir las necesidades existenciales del ser humano. Respirar; nutrirse de lo necesario para vivir; querer y sentirse querido y, crecer desde el necesario desarrollo del intelecto, como factores claves para llenar de sentido nuestra existencia. Hoy la soledad, en clave de orfandad, se ha adueñado de nuestras vidas, configurándonos como barquitos de papel a merced de los vientos de lo insustancial y la novelería. Han deteriorado gravemente el aire que respiramos. Han ninguneado hasta límites insospechados la posibilidad de poder trabajar y así poder alimentar a los nuestros y a nosotros mismos. Han conseguido que el cariño verdadero sea difícilmente cotizable en la Bolsa de los sentimientos verdaderos y, han determinado, que la Cultura sea considerada como algo fácilmente prescindible por considerarla insustancial. No es de extrañar por tanto que en esta brutal y antisocial política de recortes que consiste, fundamentalmente, en hacer más pobres a los pobres sin tocar –evidentemente- las grandes fortunas, la ninguneada Cultura -en cualquiera de sus variantes- haya sido la más perjudicada. No nos engañemos, y aún a riesgo de ser tachado de demagogo, a los “poderosos” siempre les ha interesado que las clases humildes vivan permanentemente instaladas en la ignorancia más supina. Al adquirir Cultura también adquirimos algo que pone tremendamente nerviosos a los que mangonean nuestras vidas y haciendas: la capacidad de discernir y pensar en libertad. No es de extrañar por tanto que en la agresiva política actual de recortes la Cultura sea la más perjudicada. ¿Para que necesita la gente el Cine, el Teatro, la Música, la Literatura o las Exposiciones con la que está cayendo? Pues simple y llanamente para que la vida no consista simplemente en vegetar asumiendo mansamente la doble condición de productores-consumidores. Dejemos la espiritualidad en clave del universo interior de cada uno. Valoremos las opciones políticas y/o sociales como una manera de encarar la vida y sus cosas cotidianas. Respetemos la condición sexual con que la naturaleza ha dotado a cada persona. Bebamos en la ninguneada fuente de la Cultura, no como un ejercicio vanidoso de falsa autoestima, sino más bien como la busca y captura de nuestro desarrollo integral. Imaginar la aventura de vivir sin la gozosa compañía de Mozart; Antonio Mairena; Fellini; Billy Wilder; García Márquez; Velázquez; María Callas; Picasso; Laurence Olivier; Bette Davis; Marlon Brando; Conchita Piquer; Caracol; Machado; Lorca; Pastora; Cernuda; Bach; Murillo..….es para mí tarea difícilmente asumible. No nos engañemos, nos quieren “amembrillados” y sin más pretensiones que conseguir como sea “el pan nuestro de cada día”. Ellos piensan, reflexionan y ejecutan: nosotros obedecemos ciegamente. Pretenden “eliminar barreras” para subrepticiamente levantar sus ancestrales almenas de castillos feudales. Poco, o nada, puede extrañarnos de que a la Cultura –una vez más- la releguen a su eterno papel de Cenicienta.

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