viernes, 4 de octubre de 2013

La Cruz invertida



Resulta alarmante y desesperanzador el desapego que la gente tiene hacia las instituciones religiosas. Las capillas e iglesias son hoy un páramo de soledad salvo, evidentemente, aquellas donde radica alguna Hermandad. Acudo cada domingo a misa de doce en esta Barriada que se encuentra entre las más pobladas de Sevilla. Aún siendo la misa principal de la semana nunca sobrepasamos las cincuenta personas (a esa hora en el Bar de enfrente hay más gente desayunando). Seguro que si se les preguntara sobre su condición religiosa a los habitantes de este núcleo urbano la mayoría se declararía cristiano. El pueblo sevillano hace ya mucho tiempo que busca a Dios en el rostro doliente del Gran Poder, la divina cara de la Macarena o la bondadosa sonrisa de la Virgen de los Reyes. La dura experiencia del día a día les ha hecho desconfiar de los “curas”. Nada existe más incontestable que la percepción vivencial de las clases más desfavorecidas. El Clero, como cualquier colectivo humano, está compuesto por personas bondadosas o perversas. En algunos –quiero creer que la mayoría- está muy presente la palabra y obra del Mesías. Una ínfima minoría -bastante dañina para la credibilidad de la Iglesia- aplicó de manera perversa aquello que dijo Jesús de Nazaret: “Dejad que los niños se acerquen a mí que de ellos es el Reino de los Cielos”. Afortunadamente, el Papa Francisco ha cogido el toro de la verdad por los cuernos y está llamando ¡por fin! a las cosas por su nombre. No descartemos que las altas jerarquías eclesiásticas empiecen a encontrarse molestos con un Papa tan directo y cercano (suponiendo que no lo estén ya). Es imposible imaginarse el Arte en la Cultura occidental sin la vital incorporación de los elementos cristianos. El Pensamiento europeo se nutre en una parte sustancial de la aportación cristiana de escritores, teólogos y filósofos.  El Humanismo cristiano se vértebra en una praxis social y política tendente a denunciar los abusos del Poder y apostando claramente por un reparto equitativo de la riqueza. La parte negativa es claramente conocida a través de la Historia. Movidos por un atroz fundamentalismo en clave inquisidora y/o conquistadora se instalaron en el reino de la barbarie. También en su beneplácito con los regimenes dictatoriales y las bendiciones de injustas y cruentas guerras. O con la ocultación de no pocas miserias de algunos de sus miembros. Siempre poniendo un freno inmisericorde a las necesidades existenciales de personas nobles que son satanizadas por sus tendencias sexuales y/o políticas. Todo este cúmulo de despropósitos, y su desapego a manifestarse ante las atrocidades que nos rodean, han propiciado que las iglesias se estén vaciando un poco más cada día y que en los seminarios los seminaristas ni están ni se les espera.  La Cruz invertida que dicen que eligió San Pedro para morir y no equipararse a la muerte de su Maestro.  Cuando la gente dice: “Creo en Dios pero no en los curas”, están dejando sin voz a aquellos que debían proclamar a los cuatro vientos la palabra del Mesías. Cada día se “enroucan” más entre sus obsoletos postulados ignorando los intereses y necesidades del pueblo llano. Hay datos que son especialmente clarificadores: según una encuesta de Metroscopia realizada el pasado agosto para el diario “El País”, el porcentaje de aceptación de Caritas era del 74% mientras que los obispos se quedaban en un raspado 21%.  Venía a decir: solidaridad si; burocracia no.
 
Poner la Cruz de pie y caminar con ella al hombro detrás del Nazareno es nuestra eterna asignatura pendiente. Mientras, la Cruz permanece invertida. ¿Por cuánto tiempo aún?

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