domingo, 14 de septiembre de 2014

Siempre se puede





Las personas tenemos a nuestro alcance en las distintas etapas de nuestras vidas algo que nos resultará fundamental e imprescindible: el espíritu de superación.  Romper barreras, moldes y tabús. En definitiva, cambiar en positivo las circunstancias personales, familiares o sociales adversas.  Ser capaz de eliminar los estrechos círculos de la opresión y la ignorancia buscando nuevos horizontes de libertad, cultura y bienestar interior. Nunca pudo nadie ponerle puertas al campo. Me viene a la memoria las pasadas Elecciones Europeos. En las mismas –y por primera vez- fui convocado como componente de una Mesa Electoral.  Junto conmigo quedó constituido la misma por un muchacho de unos veinticinco años de edad (se vino aquella mañana desde Cádiz donde estaba con su novia. En principio era suplente pero debido a las ausencias tuvo que quedarse). Se me configuraba como un miembro de esta nueva generación de españoles (con mucho que hacer y mucho que decir).  Educado, listo, trabajador y participativo a más no poder. La tercera componente de la mesa era una mujer que debía rondar los cuarenta y cinco años de edad. Ama de casa con una vocación irrenunciable a hacer las cosas lo mejor que pudiese.  Mujeres que las faenas domésticas y la crianza de sus hijos  les han imposibilitado un desarrollo integral. Me resultaba conmovedor ver con la atención que apuntaba los nombres de los votantes que yo le facilitaba. Ponía los cinco sentidos en no equivocarse. Lenta pero segura. De hecho los votos del recuento coincidieron plenamente con el número de los apuntados. Como componentes de una Mesa son muchas las horas que hay que pasar juntos y da tiempo para charlar de lo humano y lo divino. Me dijo que ahora cuando sus hijos se han hecho ya mayores está segura de que le ha llegado su momento. Está haciendo por las tardes cursos de informática, cultura general e inglés.  Ha formado junto a algunas amigas un grupo cultural para desarrollar distintas actividades. Van con frecuencia a visitar los Monumentos más emblemáticos de la Ciudad y se conocen el Museo de Bellas Artes como la palma de la mano. A mi personalmente estas cosas me conmueven y me reafirman que en muchísimas ocasiones poder es querer.  Siempre, absolutamente siempre, tendremos ocasión de variar la hoja de ruta que la vida y sus circunstancias nos han impuesto. 

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