Recuerdo que a finales del pasado mes junio el actor Harrison Ford estuvo con su esposa (la
también actriz Calista Flockhart) de
visita por Sevilla. Se hospedó en el Hotel Alfonso XIII y estuvo comiendo
(mejor sitio imposible) en el restaurante de Enrique Becerra y de tapas en El
Rinconcillo donde dicen que alucinó con las espinacas con garbanzos. Posteriormente y por sorpresa se
presentaron en el Parador de Carmona
donde evidentemente causaron un gran revuelo. Con Harrison Ford estamos sin ningún genero de dudas ante uno de las
actores más conocidos del mundo mundial (los efectos colaterales de “Indiana Jones”). Tanto él como su esposa se mostraron como
personas sencillas, cercanas, muy amables y, eso sí, algo apabullados con los
efectos de la fama que les rodea. Si
algo llevaba mal Harrison Ford era
los múltiples selfies que de continuo
le reclamaban personas de toda edad, sexo y condición social. Esta moda de los selfies trae a mal traer a
no pocos famosos pues si se niegan a posar en la calle cada cien metros se
granjearán fama de soberbios y antipáticos.
Bien está que la fama tiene un precio pero esto no puede llevar
implícito que un famoso ya no pueda pasear tranquilamente por la calle con su
mujer y/o sus hijos. Esto de los selfies es algo que sinceramente no
termino de entender. ¿Si me hiciera un selfie
con Cristiano Ronaldo o con el Papa de Roma, quiere esto decir que al
mostrar las fotos a los amigos puedo presumir de conocerlos y ser amigos de
ellos? Todo forma parte de una sociedad
con una clara tendencia a la banalidad y donde todo queda en manos de las
apariencias. ¿Quillo, no te lo vas a creer, con quien te crees que me hice un selfie ayer por la tarde? En definitiva, presumir y
sentirse importante con la fama de los demás.
Que duda cabe que es más que posible que alguien inventé una nueva forma
de “codearse” con los famosos sin
utilizar los selfies. ¿Será mejor o peor? Ya veremos.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 5 de Octubre del 2016
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